Lita Cabellut
Lita Cabellut
Dualidades intemporales, un viaje más allá del espejo
Por: Ovidio Moré (Osvaldo Moreno)
Imágenes cedidas por la autora
En La Piel y la Máscara, novela del cubano Jesús Díaz, los personajes, actores de una película en filmación del mismo título, se van desnudando el alma ante el lector cuando llevan la máscara, o sea, cuando están actuando para la película y son a su vez personajes de esta; y cuando son solo piel, o, lo que es igual, cuando son ellos mismos, en carne y hueso, en la vida real de la novela, fuera del film; pero, al mismo tiempo, cuando se supone que están mostrándonos la desnudez de esa piel recurren a otras máscaras, esas que les ayudan a mimetizarse, según sus conveniencias, ante la sociedad. Las máscaras juegan un importante papel en el desarrollo de la novela, metafóricamente hablando, ya no únicamente por lo que explicaba, sino porque son, además, todo un símbolo del trabajo actoral, con ellas se representa el teatro (tragedia y comedia). La vida es puro teatro, y, generalmente, nunca nos mostramos tal y como somos, siempre actuamos con la máscara de turno ante el auditorio y el escenario en el que nos toque representar nuestro drama, nuestra fantasía, nuestra comedia, nuestra tragedia. Somos piel y máscara, somos duales por antonomasia, porque es una forma de defensa, de supervivencia ante la vida y la sociedad. Tenemos nuestra parte buena y nuestra parte malsana. Cuando nos enfrentamos al espejo de la bruja de Blancanieves, aquel que solamente dice la verdad, no queremos ver lo que refleja, aunque solo nos muestre la epidermis. Y eso que no se enseña, eso que está bajo las máscaras, Lita Cabellut (Sariñena, Huesca, 1961) lo muestra en su obra, y, especialmente, en sus retratos; ella se convierte en ese espejo psicológico (espejo de gran formato), lo traspasa y saca del otro lado del azogue, el verdadero yo del personaje retratado. Al igual que hace Jesús Díaz en su novela, Lita perfila, a plenitud, la piel y la máscara, y lo hace a golpe de dualidades: con sus luces y sus sombras, con su belleza y su fealdad; pone en la escena del teatro de la vida a sus personajes y los viste y desviste a su antojo para descubrirnos lo bello y lo grotesco del ser humano, lo singular y lo plural. Lita muestra la epidermis y lo que está debajo de la epidermis. De todos es sabida la importancia que le da al tratamiento de la piel en su pintura, la metáfora que la piel representa para ella, porque es en la piel donde queda grabado el tiempo y donde este muestra su erosión y sus cicatrices. Para hacer realidad esta metáfora, Lita ha desarrollado, a lo largo de muchos años, una técnica especial, un tratamiento propio de la pintura al fresco con el que craquela el lienzo dándole una textura única profusa en poros y grietas. Y he aquí que nos encontramos ante otra dualidad, la epidermis del propio lienzo en simbiosis con la epidermis del sujeto retratado.