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Visionario de la Mancha

VISIONARIO DE LA MANCHA

Alarcón Felipe
Por: Zacarías López-Barrajón Barrios

Este artista conoció La Mancha, comenzando por el pueblo Cervantino por excelencia: El Toboso (Toledo). Allí, y traspasando la llanura del mar de viñedos que comienza a dar color de vida a un paisaje casi yermo en invierno, tuvo su primer contacto con esta tierra del vino, líquido elemento que ha usado para confeccionar parte de su obra, y cuna del amor, no pudiendo resistirse a homenajear a la musa de este su “Serie Dulcinea”. Después arribó a Mota del Cuervo (Cuenca), lugar de la Mancha donde en su serrezuela campean blancos gigantes, que tampoco han faltado en su obra “Serie monotipias y molinos”. También Quintanar de la Orden (Toledo), tierra de música, vio su obra colgada de las paredes de una vieja ermita del siglo XVII “Serie Cervantes y la música”. Luego recala en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) dentro de una exposición colectiva con el grupo QUINARTE donde expone dos obras de su serie ADN Cervantes; y por último acaba su periplo manchego en Argamasilla de Alba (Ciudad Real) mostrando a la comunidad científica cervantina sus visiones del Persiles, que se recogen en un hermoso catálogo. Parte de este universo alarconiano se traslada a Arganda del Rey (Madrid) con la exposición “ADN Cervantes y recreaciones cervantinas” que a partir del 16 de abril podrá contemplarse en el magnífico espacio cultural de Casa del Rey, edificio del siglo XVI, en el que la obra de este artista encaja a la perfección.

Bien es cierto, que en su obra más reciente, Felipe Alarcón le ha dado, a su manera, una visión estética a Miguel de Cervantes, que implica micromundos llenos de volumen, espacio, posición y movimiento. El interés por Cervantes y el Quijote surgió en su etapa como estudiante en la Academia Nacional de Bellas Artes en Cuba. Ahí fue abstraído por la obra de Cervantes; época en la que llenaba su libreta de dibujos del Quijote y de Dulcinea; años más tarde, se propuso hacer una serie llamada “Sueños Cervantinos” por encargo de una editorial. A partir de ahí, Cervantes y el Quijote le atraparon en su universo, lo que dio pie a crear su serie “ADN Cervantes”, donde ha intentado interpretar, a través de sus ensoñaciones, las relaciones del genial escritor con los molinos, la música, etc., obras que ha dado la vuelta al mundo con gran éxito de crítica y público. Todas estas series confluyen en lo que el maestro Gregorio Vigil-Escalera calificó como el NUMEN DE CERVANTES, también convertida en serie, donde se pone de relieve toda la complicidad del artista con el escritor y su obra. No conforme con eso, el artista se adentra también en otras obras del mundo de Cervantes, más concretamente ahonda en su novela póstuma “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”, un relato cargado de aventuras que tienen como escenario loas más variopintos personajes y transcurre por diferentes países –ficticios y reales- europeos, que Felipe Alarcón aborda desde su particular universo onírico en su serie “Visiones del Persiles”.

Desde el punto de vista formal Alarcón, utiliza collages y fotos que introducen al espectador a varios micromundos que conviven en un mismo plano, donde las figuras se superponen entre sí y dan continuidad a otras en un laberinto del caos que se multiplica una y otra vez. La tinta, la acuarela y el acrílico se mezclan y conviven. Pero también ha experimentado y arriesgado con grandes formatos –tipo mural- donde la pared se ablanda ante la diversidad de sus formas, buena muestra de ello es el mural “Sinergia del conocimiento” para la biblioteca Kennedy en Miami, pero sueña con llenar la pared interminable de un molino de viento de color en lo que sería un nuevo homenaje al autor del Quijote que tanta fama dio a estos “gigantes”. Y si este es un formato gigante, el artista cubano se desenvuelve con idéntica soltura en etiquetas para botellas de vino o postales turísticas, donde los personajes cervantinos que aparecen en estos soportes son inconfundibles, a pesar del mínimo espacio en que se desenvuelven. Alarcón piensa que la grandeza de su obra está en la vigencia que tiene, buen ejemplo pueden ser: el simbolismo que hay entre la peregrinación de los personajes del Persiles y los refugiados que llegan de otros países en busca de una oportunidad. El resumen de esta “Mancha cervantina” se plasma a través de una nueva obra (Figura 2), en la que a través de los ojos de los cánidos que aparece en la obra de Cervantes, representados en dos perros ganaderos, se despliega buena parte de esas visiones oníricas de micromundos, que bien pudieran ser un capítulo del Quijote.

Si “… cada uno es artífice de su ventura…”no cabe duda de que este artista hispano-cubano construye su futuro con trabajo, esfuerzo y visiones de una Mancha, que ya imaginaba, pero al conocerla le ha proporcionado el escenario perfecto para su obra más cervantina, que ya forma parte de sus sueños y de su propio ADN. 

Edición Sant Jordi

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