No hay horizontes que limiten ese espacio vital, donde ella y su universo habitan «Odalys Hernández»
Por: Felipe Alarcón Echenique
‘Crear una obra de arte es la más grande y prodigiosa tentativa del ser humano para infringir los límites del tiempo y el espacio lo limitan y lo encierran’.
René Hayghe
La obra de Odalys Hernández Fernández (1967), es un reflejo de ese tiempo atemporal que deambula sin hábitat a otros micro mundos. Ese tiempo se rige a través de símbolos presentes en la obra de esta artista; dibujante, poeta y pintora, graduada de la escuela de Bellas Artes de San Alejandro (La Habana).
En su obra, la presencia de la mujer es el símbolo de la fertilidad femenina, mujer que es sinónimo de luna, irradia fluidez en su universo femenino. Elementos metafísicos se asoman agrupados con la sutileza de su paz interior y poética, donde la artista se representa a sí misma aferrada a este tiempo, nuestro tiempo, donde predomina más el arte conceptual e instalaciones o video Art, por lo que es de agradecer que artistas como Odalys se aferren a dibujar con sus códigos y revelaciones espirituales, con la fidelidad de ese mundo interno que habita en ella y que nunca abandona.
Poesía en forma y color corre por sus venas convertidas en manantial… caminas segura por el tiempo, por el que nos tocó vivir y el futuro está en tus grabados y dibujos, ese eterno instante que conviertes en inmortal y lo elevas a la esencia de ti misma, convirtiendo todo lo que tocas en arte.
Así es como ella nos arrastra a un nivel de fantasía que respondemos con facilidad, ya que su obra es poesía, cada filigrana encarna un sutil desnudo de mujer y simbologías ocultas por descubrir en un pasado no muy lejano y que ella en su magistral obra pone en valor y se traduce en discurso sensual y poético ya que dibuja como escribe o escribe como dibuja, binomio extraído de su pluma o su interior. Volcán en constante ebullición, fuerza y delicadeza.
Es ese tiempo sin limites, el de tu creación divina, mezclando los azules y violetas para dar vida a la maravilla de tu obra… y tus manos inquietas, que van más allá del pincel, la huella de ese instante que gravita en tu ser…
Perteneciente a la época de los 80 donde el arte cubano tuvo el renacer, en cuanto a estilos y movimientos contemporáneos. Ella se ha mantenido fiel a su discurso pictórico, convencida que su forma de entender el arte no la traicionaría. Y es que su obra cada vez nos permite infringir nuestros límites, para adentrarnos en un universo que nos seduce una y otra vez, tatuándonos con su línea un universo femenino visceral donde la mujer es protagonista y, viaja en espacio tiempo, aglutinando todo un torbellino de ideas y sensaciones que se representan a modos de sueños, que al fin y al cabo es una necesidad que tiene el hombre: soñar, y esto lo sabe la artista que logra crear esos escenarios donde la pasión y su sensibilidad creadora la hace autentica y refleja esa paz que infringe nuestros limites. No hay horizontes que limiten ese espacio vital, donde ella y su universo habita.
Su obra nos arrastra a su poesía, viajar en un espacio tiempo lineal, pasado, presente y futuro.