En el pliegue de la noche
En el pliegue de la noche
Encuentro con Mariella Huelmo
Mariella Huelmo es una hermosa mujer de mediana estatura, menuda complexión y una amplia sonrisa que irradia luz iluminando todo en derredor. Dice aquel popular refrán, tan repetido en mi isla, que: «el perfume bueno viene en pomo chiquito», y eso es lo que es esta poeta nacida en 1966, en Rocha, Uruguay: un frasco de la mejor esencia poética, pero, sobre todo, un ser humano entrañable, dueña de una bella fragilidad y, paradójicamente, de una gran e inquebrantable fortaleza.
En el pliegue de la noche, su último poemario, es una obra parida con mimo exquisito, de excelente factura y diseño, que va acompañada de un CD, donde músicos uruguayos de indiscutible talento, han musicalizado y puesto voz a los poemas de Mariella, y donde ella, además, se convierte en rapsoda de sí misma.
Articulado en cinco partes que, a su vez, se desgranan cada una en una decena de poemas, Mariella nos presenta este doblez, este frunce salvador. En alevosa nocturnidad, rasgando el velo, el pericardio de la noche, de su noche y, por qué no, de la nuestra, nos adentrarmos en sus versos en una perfecta sinonimia con su decir, y encontramos ese refugio necesario que ella ha edificado palabra por palabra, para que podamos paladear, allí, envueltos es su propia catarsis, los nombres del silencio, el nido del agua, la piel de la semilla, el sabor del incendio, los crepúsculos del verbo.
La poesía de Mariella hunde el ancla en ese territorio abisal del yo intimista, pero luego sale del fondo a la superficie y nos muestra el paisaje interior y exterior de la hacedora; es toda emoción y desgarro, es catártica, ya lo he dicho, sin embargo, aunque nos muestre sus vísceras, sus silencios, sus soledades, sus eccemas, sus dolores, sus dudas existenciales, su imbricación orfebraica con el verbo, no se convierte en sangría ni en martirologio, porque, en el fondo, desde mi punto de vista, su literatura tiene un toque de lírica ternura que la suaviza y la hace empática. Su poiesis está marcada por la versificación libre, pero no está exenta de musicalidad, ya que, Mariella, en muchos de sus poemas, asonanta los versos y logra que el poema fluya como si fuera una canción, como si fuera un quejido, un bolero, un tango. Sea como fuere, este pliegue nocturno, nocturnal, noctámbulo, noctívago, es Mariella en carne viva. Es un pliegue para saborear despaciosamente.
El libro está prologado por el también poeta uruguayo Ignacio Nacho Suárez.
Aquí les dejo una muestra del buen hacer de Mariella Huelmo incluido en este poemario:
Los Nombres del Silencio
I
Como el agua apareces en mi certidumbre.
Aleteo frágil tu nombre.
Sonido silente la búsqueda.
Hojarasca en mis manos,
resquebrajado ayer baila en la corriente.
Todo fluye. Como el tiempo
que parecía brote y fue rama seca.
Como el junco solo, erguido en el horizonte.
¿Cómo detenerte en el minuto exacto?
¿Cómo ser hoja, tronco, raíz?
¿De qué manera dibujar esta sombra quieta
en el perfil del agua?
Más allá de esta profundidad que me imposibilita
de este todo en movimiento
de esta nada sin reposo, lo habitable.
El refugio que busca mi cansancio.
Ahogada de llamarte,
sin nombrarte, sin decirte,
sin esbozar siquiera letras que te evocan,
formo tu rostro con leves hilos de humo,
sutiles azules del día.
En el remanso bullicioso de todo lo flotante,
está el recuerdo intacto, la calidez del abrazo,
el amor perenne que aguarda.
Más allá de esta profundidad que me imposibilita.