La abstracción encarna la realidad en la obra de Abenamar Bauta
Por: Ángel Alonso
Estamos frente a la obra reciente de Abenamar Bauta. Sus cuadros poseen junto a la estridencia tropical del color una sorprendente solemnidad, aquella que emana (se nota más en los formatos verticales) de la herencia de insignes pintores abstractos europeos. También asimila e integra la influencia de maestros norteamericanos, porque ha bebido del Expresionismo abstracto y ha traducido la energía de aquel movimiento en la edificación de una sólida propuesta artística.
La abstracción en la pintura, tanto en la lírica como en la geométrica (y Abenamar tiene de las dos) se asemeja mucho a la música, abstracta por naturaleza. En ambos casos el artista lo que hace es establecer proporciones equivalentes de sonido o color, acentuar aquí con una disonancia intencional, armonizar allá con un fundido sutil, para concertar una composición equilibrada dentro de un área finita de espacio o tiempo, para emitir un discurso no literal, no fácil de traducir al verbo pero al mismo tiempo cargado de significado, de ese otro significado más profundo que solo la poesía es capaz de plantear en términos lingüísticos.
La abstracción en el arte siempre ha estado presente, se puede observar en representaciones provenientes del paleolítico, en ornamentos griegos (grecas), en las figuras geométricas que caracterizan gran parte del arte antiguo, como las pirámides de Egipto… los ejemplos serían infinitos y demostrarían fácilmente que no surge con Kandinsky. Lo que hizo el pintor ruso fue concientizarla, redescubrirla y atribuirle un valor espiritual que influenciaría todo el arte posterior. Tanto es así que, a más de un siglo del movimiento abstraccionista, continúa desarrollándose esta manera de afrontar la creación artística, y no pudiera ser de otra forma pues es el único camino en que el artista puede expresarse con entera libertad.
Abenamar atribuye la intensidad de color de sus cuadros al espacio geográfico donde se desenvuelve su vida, al trópico, siempre cargado de luz intensa y vitalidad. Por supuesto, se trata de una identificación consciente con el medio y de una intención personal, porque no hay garantías de que un artista pinte con colores agrisados en Europa y con colores fuertes en el Caribe (Mondrian, por ejemplo, se expresaba con colores intensos y era holandés). Con esta afirmación Abenamar lo que nos aclara es su actitud, su posición de asumir lo abstracto más allá de lo exclusivamente abstracto, al determinar que sus enérgicos colores son una referencia a su contexto.
La dureza de las líneas, la pincelada segura, los planos de color bien equilibrados y su gestualidad violenta y controlada al mismo tiempo, han hecho reflexionar a importantes críticos de su país. De su obra ha declarado Carina Pino Santos:
“Son piezas en las que Abenamar parte del automatismo en la creación de la obra. Y dialoga con los contrastes cromáticos de los cálidos rojos y amarillos que resaltan en cartulinas y lienzos, entre grises, ocres y negros, muy empleados por él, y a los que otorga múltiples significados vinculados al entorno cultural cubano.
Sus trabajos más recientes incorporan líneas rectas del abstraccionismo más geométrico, acercándose a una pintura más racional, aunque sin la vehemencia expresiva de las cartulinas, donde es más espontáneo con la mancha, el collage, y el proceso más expresionista.” 1
De este modo Abenamar se inserta en la renovación de la abstracción que se ha visto en Cuba en las últimas décadas, un lenguaje que había sido segregado, casi proscripto, durante la plástica de los 80’ por considerarse “no comunicativo”. Recuerdo una protesta contra la censura de aquellos años que consistió en preparar una exposición (no llegó a realizarse) que consistía en que todos los artistas participantes presentásemos cuadros abstractos. Uno de los más prestigiosos artistas cubanos (Carlos Alberto García de la Nuez) hacía una obra abstracta que todavía desarrolla, la solución a su participación en la muestra supondría entonces la presentación de cuadros abstractos que no tuviesen nada que ver con su investigación plástica, con su propuesta artística. Hasta ese punto entendíamos la abstracción como algo que “no comunica nada” cuando en realidad se trata de todo lo contrario, de un arte capaz de comunicar de manera más profunda precisamente por hacerlo a partir de sus recursos formales y sin la comodidad de la representación, sin la referencia directa a aquello que llamamos “la realidad”. Como declara Richard Serra, la función más importante de la abstracción es “desmentir las lecturas superficiales”. 2
En la obra de Abenamar la abstracción no se desentiende de la realidad que lo circunda, porque encarna el espíritu de su contexto, es un proceso en el que traduce a su especial uso del color las tensiones de la vida cotidiana. Son imágenes eléctricas, vibrantes, resumen visual de una realidad incómoda; encarnan la dicotomía entre la estabilidad y la inestabilidad, entre el movimiento y el inmovilismo. Son composiciones atrevidas donde las divisiones de los planos y las líneas aparecen a menudo en posiciones a propósito inexactas: una banda horizontalmente lógica que se inclina, un área de color que deja de ser totalmente plana para difuminarse o interrumpirse, la aparente seguridad de un trazo que se permite gotear semejando al “dripping” de Pollock hasta ser interceptado por una violenta diagonal…
Desnuda y asume como terminado lo que otros artistas esconden o reparan por considerarlo erróneo, despoja de falsos disfraces el trazo espontáneo y lo convierte en intención estética. Con estos y otros recursos causa inquietud, desasosiego, fastidio incluso, porque el ojo del espectador (o su cerebro) no encuentra lo que su lógica demanda, de ahí su incomodidad, su sorpresa y su encanto.
El disfrute estético de quien observa se siente atrapado en una trampa visual, porque la armonía prometida a la primera mirada no es la que encuentra luego en su raciocinio matemático, el espectador va confiado en que dos más dos serán cuatro y encuentra otro resultado, reacciona y se da cuenta de que dos más dos también pueden resultar un número no esperado: el infinito.
[1] “Abenamar Bauta entre dos artes: La ilustración y la pintura”. Por: Carina Pino Santos, 7 de enero de 2016 (http://abenamarbauta.blogspot.com.es/).
[2] Richard Serra: “El mejor arte es intrínsecamente inútil”. Entrevista del artista norteamericano Richard Serra a El País, 26 de julio, 2017.
EXCELENTE ✨ !!! Conozco a ABENAMAR y su OBRA desde los 90’s; he observado la evolución de sus técnicas, todas, reflejan su Espíritu y nostalgia. Todas profundas, como Él. EXCELENTE SER HUMANO al cuidado absoluto de su madre de 87 años, con la misma dedicacion, que refleja en sus obras. EN HORABUENA ABENAMAR
En días pasados le envié al colega y amigo Abe nadar un breve comentario acerca de una obra reciente. Fue como un delirio visual lo que en mi produjo esa obra. Y mi criterio válido (por así decirlo) estaba desprovisto de ser un crítico de esta materia. Éxitos amigo
Abenamar Bauta es un artista en el más amplio sentido de la palabra, ilustrador y pintor , así como un gran ser humano, talento y contemporaneidad emanan de su obra, mi respeto y admiración.
La obra de Abenamar es impresionante en su conjunto. El uso del color es atrevido, donde se une equilibrio y rompimiento. Es un digno ejemplo del abstracto cubano contemporáneo.