Bellas ArtesEjemplar XXIV

VANITIRA, Arte -mucho más que- Digital

VANITIRA, Arte -mucho más que- Digital

Cuando lo expresivo trasciende las herramientas

La aparición de nuevos instrumentos de expresión ha condicionado siempre el desarrollo de las Artes Visuales; recordemos los cambios que introdujo en la pintura el surgimiento de la fotografía: los impresionistas se refugiaron en investigar las variaciones del color bajo la luz, porque el nuevo invento atrapaba las tonalidades de las sombras, pero todavía en blanco y negro.

No es extraño entonces que la actual popularización del uso de ordenadores condicionen las Artes Visuales; se ha acuñado el término Arte Digital para definir aquellas creaciones en las que los procesos digitales se encuentran presentes de manera protagónica, pero estas recientes formas de expresión poseen unas características no aplicables a ninguna manifestación tradicional de las Artes Plásticas: Puedes elegir un resultado final tras infinitas variantes guardadas.

Ningún pintor puede transformar la coloración de un cuadro sin anular la anterior sacrificándola, ningún grabador puede, tras levantar la primera impresión, probar otra variante del resultado sin que esto implique realizar todo otra vez. El mágico botón “Deshacer” y la facilidad de guardar una copia de cada intento, entre otros recursos, hacen que sólo a través del Arte Digital podamos lograr la imagen exacta que queremos.

La abstracción, única tendencia artística donde el creador es completamente libre, también ha sido transformada por la aparición de los nuevos medios. Si observamos la obra de VANITIRA (nombre artístico de Joan García Merino), nos damos cuenta de que sus combinaciones de color remiten a la seducción de las titilantes pantallas que nos rodean, se trata de una obra intrínsecamente contemporánea, que encarna nuestros tiempos, estamos en presencia de un artista que ha encontrado un camino individual, una manera de expresarse ajena a las clasificaciones obvias, imposible de encasillar en algún “ismo”.

Una de las claves para identificar las verdaderas obras de arte es atender a aquellas que más nos inquietan, por encima de las que más nos gustan. Es más, deberíamos de desconfiar de aquellas obras que aceptamos a la primera mirada y darnos cuenta de que, si nos han gustado tan fácilmente, es que no eran tan originales, pues el gusto se crea a partir de la reiteración y un artista que tenga, como Joan, una voz propia, rehúye de las clonaciones. Tardamos más en asimilar una pieza musical compleja que otra bailable, pero la que muy fácil tarareamos es la que olvidamos con más facilidad. Los cuadros de Joan no los “tarareamos” con facilidad, nos estremecen, nos impactan y quedan en nuestra memoria cuando salimos de la galería, entonces nos damos cuenta de que nos gustan, pero no por repetidos sino por diferentes.

Hay una luz como de neón en estos cuadros, remiten a la fluorescencia de los paisajes de las ciudades en la noche. Los altos contrastes absorben la mirada con la velocidad de un relámpago. Son pinturas a menudo psicodélicas, otras veces caprichosamente rítmicas e hipnóticas. Aunque se note que es un mismo autor uno aprende siempre algo nuevo cuando pasa la mirada de uno de sus cuadros a otro, porque no se repite, porque en cada obra hace una investigación diferente.

Al Arte Digital lo han tildado de “frio”, en este caso estamos ante la evidencia de que puede ser todo lo contrario, porque se trata de una obra dinámica, pudiéramos decir que en muchas de sus piezas hay una “gestualidad numérica”, incluso algunas hacen pensar en una especie de “expresionismo fractal”, hasta el arte matérico está aquí presente por la sensación táctil de algunas texturas, visualmente rugosas. El propio artista considera que César Manrique ha influenciado su obra, se trata de una influencia más interna que externa, basada en la atención a lo natural, a lo orgánico, y si también ama y absorbe elementos de la pintura de Mark Rothko no hay espacio a la sazón para prejuicios contra el uso del ordenador. El ordenador ni es frio ni aniquila los sentimientos, es un adelanto que influencia hoy al arte del mismo modo que en sus tiempos lo influenció la invención del pincel.

Lúdico y potente, expresivo y ordenado al mismo tiempo, Joan transita bajo su sello “Vanitira” una senda propia, exclusiva, en la que el uso del mouse resulta tan auténtico como los lápices con que pintaba superhéroes en su niñez. Lleva su obra por los más diversos espacios de España y del mundo; si sus piezas han sido tan bien recibidas en Nueva York y en París es porque su lenguaje, de carácter universal, trasciende cualquier límite anecdótico, local, para conectar con diversos espectadores capaces de asimilar lo que nos va diciendo con sus colores, que van mucho más allá de su capacidad decorativa.

Es hora ya de que el Arte Digital pierda su apellido, porque sean cuales sean los medios utilizados se trata de Arte y no de otra cosa. La obra de VANITIRA es una demostración irrefutable de que utilizar la herramienta digital para crear resulta tan válido como cualquier otro recurso expresivo.

Por: Ángel Alonso

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