XAVIER MASERO: ¡IMAGEN A LA VISTA!

Por: Jesús-Àngel Prieto

«No eres artista por lo que haces; lo haces porque eres artista».

Le conocí atravesando los pasillos y los espacios de la Escola Massana en los 80, con la fiereza de la juventud (yo era un profesor joven, pero él me podía). Era un pintor, sin riendas, sin bocado, espoleado por sí mismo. Y más allá de su mano soldada a un pincel (o a un lápiz, o a una espátula, que más da) lo que te ponía en tu sitio era su mirada. Ahora lo sé, era un grandísimo «mirador», que entendía que dibujar o pintar (o hacer cerámica) no es nada si no sabes mirar.

«La mirada es la primera herramienta para dibujar»

Y ese es su drama: que incluso con los ojos cerrados, sigue mirando, y en cada mirada autodibuja un cuadro, una imagen. Porque miraba dibujando: sobre la imagen proyectada en el fondo de su retina, automáticamente se desarrollaban los trazos, las pinceladas, los colores.

¿Realidad aumentada? Qué sabrán ellos, que implementan con la tecnología lo que su incapacidad de mirar, su supina incompetencia, les deja desnudos ante la auténtica maravilla del ver. Aquí es donde Xavier nos coloca en ese lugar sin tiempo, donde el artista, en pos de la belleza y la verdad, nos conecta con todos los pintores que fueron, con todas las imágenes que se han construido y que nos han facilitado habitar este mundo desde el principio de nuestra conciencia humana. Su jabalí nos lleva a Altamira, y sus pulpos y formas abisales entroncan con los frescos de Cnosos o con las tradicionales ilustraciones japonesas.

«En el fondo de mí, encontraréis el mar».

Imposible no pensar en la originalidad como origen, como radicalidad… Ese encuentro con lo profundo que podemos encontrar en el fondo del mar o en la superficie de una madera pintada. Aquí radica esa cualidad del arte matérico (pintura, escultura…) que nos lleva de la superficie al fondo, y del fondo a la superficie. Siempre un viaje, que el autor ha tenido que hacer previamente, incluso con sufrimiento, pero atenazado por la alegría de haberlo conseguido. Y Xavier es un viajero impenitente, un descubridor, donde la mirada es su barco, su particular goleta desde la que está constantemente dispuesto a gritar: «¡imagen a la vista!».

«El descubrimiento no es una nueva imagen, sino una nueva mirada. Las miradas nuevas “descubren” nuevas imágenes».

Porque algo que hemos olvidado de la fuerza del arte, es su capacidad de hacernos humanos saltándose el tiempo y el espacio, enfrentándonos al drama más básico: la vida en toda su intensidad. Muchos artistas actuales (se dicen contemporáneos para hacernos cómplices) han abrazado una práctica contextual, llena de guiños y pseudo intelectualismo, lejos de esa voluntad atemporal, lejos de esa implicación existencial.

«La creación no admite la especulación, la reflexión no puede ser previa a la experiencia».

Es esta una aseveración primordial que marca un territorio plástico, una aproximación al ser artista como elemento primordial basado en el estar: ante la naturaleza, ante lo humano. Sí, una forma de estar en el mundo para hacernos partícipes de este torbellino vital. El arte ha de ser experiencia, transmitir experiencia, hacernos experiencia. Y para ello el artista debe ser experiencia, ser esa manera de vivir el mundo: este es el pintor que conocí, el pintor que conozco, alguien que no sabe ser otra cosa. Y lo reconocemos en la determinación que emplea en todo lo que hace. •

* Las citas entre comillas son textos de Xavier Masero de su publicación En poques paraules, 2022.

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