Sumisión o rebeldía
Sumisión o rebeldía
Por: Carlos A.
¿Cuándo empezaremos a multar pintores por usar colores que incomodan al establishment? ¿Por qué hemos dejado que el proceso creativo pueda ser reprimido, institucionalizado y sentado en un banquillo delante de un fiscal?
El subtexto inconformista intrínseco en el arte goza de un perfecto marco de validación en el panorama represivo actual. Resulta que las libertades sobre que puede decirse o insinuarse existen en una franja muy gris de límites extremadamente borrosos. Como si la siguiente escultura pudiera interpretarse como una falta al honor, ¿cuál de mis acordes me hará el siguiente mártir?
La obra de José Luis Terraza es sin duda la vista aérea de un creativo cambiante. Su proceso goza de una concatenación de conceptos aparentemente desconectados que conviven armoniosamente en situaciones abiertas a la sugerencia, la imaginación y suponen un bellísimo reto para el espectador.
Bueno, aquí no cabe duda, ¿no? Obvio ensalzamiento de la destrucción del precioso, rectangular e incuestionable sistema educativo. Inteligencia pone un ojo en JL por el posible subliminal de la destrucción de bibliotecas “a lo Isis” en sus mejores días. Este predicador urge ser silenciado.
Probablemente, el señor Terraza no sería un gran fan de las obras de Pablo Hasel o Valtonyc. Porque no contextualizaron sus escritos ni grabaciones en un marco de protesta. Más bien usan la protesta política a modo de palanca (o de butrón) para colarse en un panorama de música urbana que, a priori, no les reconoce; pues su proyección y ejecución dista mucho de un producto tan cuidado, sutil y rico en matices como el del artista que describo.
El contexto que describo es clave aquí porque creativos como los encarcelados / exiliados jamás revisaron esa fórmula. Más bien la regurgitaron (sin lavarle la cara, siquiera) al más puro estilo capítulo de los Simpson en eterna reposición.
De vuelta al asunto que os trae a mis elucubraciones y recuerdos adolescentes, Pablo Hasel y Valtonyc son de algún modo activistas políticos. Y por poco que me emocionen sus piezas, simpatizo con la injusticia que viven, a la par que aplaudo su coherencia al negarse a pagar las sanciones económicas y elegir cárcel “a lo Mandela”.
Espero, con todo mi cariño, que se haga justicia con la obra del protagonista, y podamos seguir disfrutando de su material. Y si se da el caso, quizá empecemos un crowdfunding para financiar la compra de materiales y herramientas hacia la cárcel, o algún país sin tratado de extradición. Ahora es un momento excelente también para comprar el libro de poesía que publicó hace unos meses. Ya que se revalorizará exorbitadamente en el mercado negro, pocos días después de su retirada y censura.
Busco como un desesperado una tirada larga de ejemplares… Para coleccionarlos, obviamente. De paso, montaremos un complejo sistema de distribución de panfletos ilegales (qué recuerdos, abuelete Francisco) para distribuir Artepoli.
Bueno, acabo de admitir conspiración e intento de compra de obras prohibidas por escrito, así que me pido litera de arriba en la celda.
Qué caro mi sarcasmo. No firmaré, porque nunca se sabe…