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La obra de Roberto Hernández Rosabal (1969) demuestra su dominio de las diferentes técnicas aprendidas. Son piezas llenas de humor en las que suele reciclar íconos heredados de la cultura universal (como el rinoceronte de Durero) para edificar un discurso actual en el que trasluce la gracia personal que lo caracteriza.
Restaurador de pintura mural y escultura, pintor, dibujante, ceramista, grabador, licenciado en Estudios Socioculturales de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de la Habana, ha impartido como profesor asistente Docencia en Antropología, Estética e Historia del Arte. ■
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