Monet / Boudin
Monet / Boudin
Por: Mireia Correcher Bernet
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, del 26 de junio al 30 de septiembre, con Monet / Boudin nos ofrece una muestra monográfica, comisariada por Juan Ángel López-Manzanares, en la que nos da a conocer a través de la relación entre el pintor impresionista Claude Monet (París, 1840 – Giverny, 1926) y su maestro Eugène Boudin (Honfleur, 1824 – Deauville, 1898), representante de la pintura al aire libre francesa de mediados del siglo XIX, los orígenes del Impresionismo.
Monet y Boudin se conocieron en El Havre, donde un joven Monet despuntaba como caricaturista. Eugène Boudin considerado uno de los precursores del movimiento impresionista por su afición a pintar directamente del natural y su fascinación por estudiar los efectos lumínicos, le felicitó por su trabajo y le animó a seguir pintando junto a él; al poco tiempo Monet aceptó empezando su etapa como pintor al aire libre, aprendiendo a ser fiel a los efectos de la luz y el tiempo sobre la naturaleza y a componer paisajes a partir de dibujos y estudios al óleo.
A finales del siglo XIX, el tema de las marinas, hasta entonces considerado como un tema menor, ganó en aceptación entre los coleccionistas y el público en general. Siendo Boudin hijo de marinero y habiendo crecido junto al mar, realizó asiduamente escenas de pescadores. Supo atraer a Monet, el cual mostró interés por las marinas de Courbet y Manet, y empezó a completar composiciones de gran tamaño al aire libre con tonos fríos y brillantes que anticipaban el impresionismo, a la vez que se alejaban de los tonos grises de Boudin. Si bien Boudin se decantaba por escenas donde primaban los efectos ambientales, Monet apuntaba más hacia la anécdota y los personajes más concretos, como su esposa Camille o la de Boudin, Marie-Anne Guédès. Boudin se interesó por el cielo como tema de sus obras a pastel aprovechando su ductabilidad, para captar sus variaciones según las estaciones y los cambios atmosféricos; Monet aprecio la lección, realizando obras más sobrias, basadas en zonas de color con ingredientes secundarios que le permitían captar la luz y el color de cada instante con más celeridad, una serie de manchas de colores que representaban la impresión de un paisaje; Monet había descubierto su estilo: captar el instante y la luz, difuminar las formar y fundirlas entre sí, llegando a disolverlas en manchas de color. En la década de los 70 su amistad se enfría, aun así, Boudin conserva la admiración hacia su discípulo.
A partir de 1890, Monet dio un giro neurálgico a su obra con la realización de series sobre un único motivo, implícito ya en Boudin, centrándose en la belleza de la naturaleza y en los paisajes solitarios sin ninguna evidencia de vida humana, sus pinceladas se hicieron más sueltas y libres aún, anunciando la pintura abstracta y sentando las bases de la pintura moderna, buscando en su lienzo impresiones según las percepciones percibidas por el ojo, y en las que repetía temas similares bajo condiciones atmosféricas cambiantes. Boudin, ya consagrado, se centraba en las marinas, siempre atento a la experimentación de los impresionistas.
Al morir Boudin en 1898, Monet formó parte de la organización de una exposición póstuma en su honor, más tarde reconocería su valor artístico, la admiración que siempre le había profesado y lo que había representado en la evolución de su propia obra.