UNA BÚSQUEDA DE CERVANTES NO TIENE FIN
Por : Gregorio Vigil-Escalera
Felipe Alarcón Echenique, el gran artista hispano-cubano, lleva años, y ya desde niño, enfrascado hasta el fondo en la ruta hacia el conocimiento de Cervantes, toda su obra y principalmente las andanzas de su célebre personaje, El Quijote. El encuentro, cuando, desde el momento en que se produce, le fascinó y le dejó trabado en su red de sueños.
Poseedor de unos recursos artísticos que van más allá de sus atribuciones técnicas y configurativas –como a los más señalados renacentistas, ningún dibujo le parece demasiado difícil, ni ningún tema demasiado complicado-, viaja y explora la literatura cervantina en pos de rendir homenaje y dar vida y realidad plástica al quehacer de un hombre de letras universal.
Y sí, es asombroso lo que estas series nos reservan en su contemplación, la magia de unas creaciones –minimundos cerrados en su estructura y abiertos en su significación- que se proyectan unas en otras como reflejo múltiple de cadencias en que la resurrección quijotesca no guarda relación ninguna con pesadillas sino con fantasías que, además de hacerse entender, revolucionan la iconografía de tal caballero. Por tanto, estamos ante lo extraordinario, lo inesperado o lo inaudito.
Cada una de estas obras es la expresión nítida, única y quimérica de la traslación figurativa de unas aventuras que en la pintura de Felipe adquieren mil formas y gradaciones y tonalidades cromáticas. Lo mismo que el genial autor fue un innovador, él también lo es, porque sabe que ese es el único modo de serle fiel, y al mismo tiempo a sí mismo, a su propia manera estética de concebir y plasmar tal prodigio.
Así es como los textos han sido los motores emblemáticos de estas encarnaciones que con su carga simbólica, imaginativa, vivificadora, renovadora, metafórica, portentosa, nos ofrecen, en su materialización pictórica, la semblanza de un numen en el que se levanta un hito de incalculables desarrollos e ideas.
Es por ello por lo que en cada uno de sus series cervantinas se manifiesta una visión que incorpora nuevos aditamentos, nuevas adiciones, que construyen la eterna contemporaneidad de una historia que no tiene fin, y que en este foro de Argamasilla se convierte por unos días en todo un marco temporal de revelaciones singulares.
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Gregorio Vigil-Escalera
Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte (AECA)