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BASQUIAT ES UNA AUSENCIA CON LA QUE ME DESPIERTO COMO FELIPE ALARCÓN ECHENIQUE

BASQUIAT ES UNA AUSENCIA CON LA QUE ME DESPIERTO COMO FELIPE ALARCÓN ECHENIQUE

Por: Gregorio Vigil-Escalera

UBasquiat (1960-1988) es el autor de una obra subversiva, transgresora y estrafalaria. Tanto en sus graffitis como en sus tags volcaba su rabia y su denuncia, su desamparo y su himno de vida, aunque conducía a toda velocidad hacia la muerte. Pero el hispano-cubano ALARCÓN lo hace resurgir desde su prisma y concepción propias para entender su misterio, porque una rabia ansiosa le embarga al percibir que una acción y experiencia artísticas como las del neoyorkino todavía eran el camino en dirección a un ulterior paso hacia delante.

Sin embargo, no hubo tiempo, como tampoco lo hay para alcanzar la utopía, sea cual sea. Al final el dios de la muerte es implacable de tanto invocarlo. Y en esos retratos del casi haitiano canonizados por Felipe, se la ve marcando a unos de sus hijos más queridos. En esa lucha de sufrimiento y creación, plasmada con la ya delirante maestría de un artífice del mundo antillano, él lo representa como un espíritu en constante búsqueda de sí mismo, de su quehacer, de su historia, de su futuro, con el que él mismo hubiese querido conectar y compartir en aras de un intercambio mutuo de sensaciones, reflexiones y modos de concebir sus respectivas obras.

En la mente de Basquiat existía un aura de primitivismo y negritud que lo hacía fácilmente identificable, en lo concerniente a la del hispano-cubano está enriquecida como fruto de un homenaje de sensibilidad renovada, vivificada, fructificada en su sentido plástico más natural, pero también en el histórico y cultural. Como si un lazo del destino los uniese, se dijo para sí mismo Felipe, pues llegó a captar, siendo consciente del contexto de su época, su gesto visionario, rebelde, manifiesto en su condición de artista marginal de la calle.

Conforme a los orígenes de ambos, participan de las mismas fuentes e inspiraciones americanas y africanas, si bien, en esta serie, Alarcón pone la realización del icono del de SAMO con su letra, cerebro, preguntas y enigma (está palpitante en esos rostros que nos miran). No había espacio para él ante el predominio de un solo color y una violencia institucional y elitista, motivo por el que a duras penas caben sus caras y bustos en esas superficies simbolizadas.

Por eso, para Felipe le sigue en esa evidencia al plantear su praxis: la de que no puede haber limitaciones, ni reglas, ni maneras predeterminadas de funcionamiento; lo que debe de haber es creatividad, expresión, imaginación y un hacer dentro de su propio ámbito artístico. Así que escuchando a Hegel y prestando oídos a Basquiat, ha emprendido esta acción rememorativa de homenaje y reconocimiento.

AUSENCIA CON LA QUE ME DESPIERTO

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