Menos mal que esta mujer escribe como pinta
Menos mal que esta mujer escribe como pinta
Menos mal que los amaneceres me salvan
Por: Fidel Ginoris Rodríguez
Así comienza un poema de Odalys Hernández Fernández una mujer que pinta desde la sangre no como símbolo de algo sino como promesa inamovible de ese todo que la puebla. La pintora que desencadena en sus dibujos una avalancha de historias bien contadas con la pulcritud indiscutible del artista que domina la técnica y la disfruta, también escribe, como si fuera poco.
Detenerse ante un dibujo de Hernández es pararse sobre la poesía, un destello de luz que sobrecoge nos invita al silencio, unos trazos casi mágicos que abundan en destrezas, suficientes y generosos trazos que dejan al descubierto el oficio del maestro.
La misma mano que ejecuta el dibujo es la que un rato antes escribió sobre el amor, desde el amor y lo hizo en versos que comienzan bien y terminan de una manera impecable dejando a su paso el poema todo cubierto de ese misterio que provoca el saberse dueña de una estética explosiva y provocadora. Una muy personal estética. Su iconografía, su lenguaje y esa fuerza con la que dibuja semejan abrazar los dolores hasta convertirlos en suavidad que emancipa, la mujer que dibuja es la mujer que escribe y pareciera que su pluma flotara sobre las atentas texturas de la cartulina, el lienzo y el papel, no importa que sea tinta o acuarela, la misma necesidad de confirmarse en la palabra es la que lleva a la artista a consumar con finísima soltura y pulcritud un dibujo que no deja a nadie indiferente.
Odalys Hernández Fernández se instala en el mundo del arte con la seguridad de los grandes y la sencillez de quien se sabe poseedora de una herencia cultural vastísima y de una sensibilidad única y lo hace parecer tan fácil, que de alguna manera nos sentimos también dueños de ese mundo interior que se desborda con lucidez en sus creaciones.
Menos mal que mis manos
agrupan secretos de tantas vidas pasadas
y dibujan tus alas de memoria
menos mal.