Reviviendo Armero
Reviviendo Armero
Bibiana Cervantes
Por: Felipe Alarcón
La tragedia de Armero fue un desastre natural producto de la erupción del volcán Nevado del Ruiz el miércoles 13 de noviembre de 1985, afectando a los departamentos de Caldas y Tolima, Colombia. Tras sesenta y nueve años de inactividad, la erupción tomó por sorpresa a los poblados cercanos, a pesar de que el Gobierno había recibido advertencias por parte de múltiples organismos vulcanológicos desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica en septiembre de 1985.
Bibiana, en su obra pictórica se propone rescatar las cenizas de su pueblo, ese que fue borrado literalmente de la faz de la tierra y lo hace con fotografías y collages de ese trágico suceso que marcó el devenir de su obra. Una obra visceral donde la artista va traspolando la materia fértil y combinándola con el color fovista, que se asemeja al expulsado por ese feroz volcán que en 1985, despertó de su letargo.
Bibiana Cervantes, lo cuenta en sus lienzos y mixtas en cartulinas como un suceso cronológico de una obra que bucea en los símbolos y la memoria de las víctimas; frases, cartas o fotografías familiares y algunos objetos personales, que han sido despojados de sus dueños, pero que ella en su gran rompecabezas pictórico lo alinea una y otra vez. Se convierten en una revelación de un pueblo que se quiere volver a dibujar y crear a través de su inquieto pincel, que se zambulle una y otra vez en relieves y formas abstractas en forma de símbolos, que nos revelan su dolor, ese dolor colectivo, expuesto en su país natal haciendo homenaje a sus víctimas a través de su obra
Su obra que ha sido expuesta en distintos países del mundo entre ellos España, USA, Colombia, China y a todos ha llevado su obra, cargada de color y esperanza, reviviendo su pueblo representandolo a través de símbolos. La memoria colectiva, esa que un día perdieron sus habitantes y que ella se empeña en sacar a la luz. Podemos decir que estamos ante una obra que se apodera de la materia simbólica, que recorre su pueblo, su gente, su tierra, llevada al color y a contrastes rojizos que recuerdan las desesperadas lavas del volcán, ese que no pudo borrar de la faz de la tierra la memoria de su gente.
En su obra utiliza los colores tierras, para darle una fusión a su obra con esa madre naturaleza, que un día se enfureció y trato de aniquilarlos de la faz de la tierra, esa madre naturaleza que los vio crecer y que los acompaña en su día a día. Ella se inspiró y comenzó a representar esa materia, convertida en dolor en una serie de obras, con gran carga emotiva y con unas pinceladas desesperadas, que buscan a los desparecidos, a los muertos de su gente, su familia, a una memoria que rescata una y otra vez gracias a la sabia de su pincel, ese que ya no puede dejar olvidado, porque es parte de su vida. Incorpora la simbología y sus meditaciones de una forma coherente y gráfica, ya que utiliza el texto, la memoria colectiva de un pueblo que aún sigue llorando a sus desaparecidos.