UN UNIVERSO NO TANGIBLE DE AROMAS

Por: La Redacción

Rolando Paciel entre Oriente y Occidente

Para nuestra publicación es un honor presentar la obra de Rolando Paciel Gonzáles Morales (La Habana , 1952), artista finalista de Cintas Fundation Miami (Miami, Florida, 2015) en la categoría de Arquitectura (junto a Carlos Freitas) y ganador del primer premio en el Concurso Nacional de Arquitectura Hotel Topes de Collantes (Cuba, 1985). En la Historia del Arte sobran ejemplos de artistas multidisciplinarios y versátiles, capaces de desarrollarse en más de una manifestación artística.

No cabe duda de que sus conocimientos de arquitectura han influido en la espacialidad que se respira en sus obras, para él se trata de una traducción plástica de su concepción del mundo, vinculada a la filosofía del Tao. En un texto sobre su obra, titulado Un olor es lo más parecido al universo el artista nos confiesa:

«Mis imágenes, en muchos sentidos, son paisajes sinestésicos. Son colores, formas que fluyen, pero también veo y represento olores. Creo, hago y siento como real, un universo no tangible de aromas. Estas obras tienen una contradicción intrínseca, por un lado el sentir del Oriente, formas en que todo fluye en un eterno cambio, la unidad absoluta y mutable en que las cosas existen, las fuerzas que conforman el todo y su carácter simbólico en la filosofía del Tao. El aroma arrastrado por el viento.

Y por otro lado Occidente, la geometría de Euclides, líneas rectas, planos dividiendo la naturaleza para su análisis. Alquimia. El trabajo de un perfumista encerrando galaxias en un frasco.»

Desde su blog Encomio de la imagen, en un texto publicado en 21 de enero de este año, titulado Paciel. Pedrada prodigiosa y muerte en el columpio, Jorge Tamargo argumenta una de sus series más representativas:

«Qué energía, y la vez, qué delicadeza. Estas imágenes contienen el irrespeto activo de Occidente, moderado por el respeto pasivo de Oriente. Tal vez por eso, y por otras cosas que diré después, además de atemporales resultan universales. Es como si un aluvión de impacientes y caóticos cuantos imaginarios se aviniera a un orden totalizador que lo dota de armonía resolutiva. Resolutiva, sí, pero también capaz de deshacerse en cualquier momento. Qué tensión. Y qué equilibrio. Es como si Van Gogh y Hokusai hubiesen pactado un punto medio para abordar la abstracción que quizás intuyeron, y hubieran soplado a Paciel las claves de tal pacto. Van Gogh y Hokusai apuntando al expresionismo abstracto de Pollock, y también renunciando a la parte más individualista de su temperamento, para que la obra, cargada de una extensión y una duración tan humanas como divinas, dijera: “todo / siempre / ubicuo”.

DIOSES
PARA OTROS DIOSES, impresión sobre lienzo 2020, 100 x 50 cm

Qué giro el de Paciel en esta serie. Él, que ha trabajado muchas veces con un afán deconstructivista, aquí construye como un relojero. Si bien en otras ocasiones su imaginario ha rozado el escepticismo y el nihilismo propios de una visión postatómica, aquí se aferra a un plan casi agustiniano: « ¡Qué haya variedad en el vestido, pero no roturas!», decía el santo de Hipona. Cada lámina en sí misma es a la vez un evento resuelto (una suerte de minitodo) y una parte inseparable de la totalidad que la incluye trabándola con el resto. Estas láminas pudieran funcionar muy bien de manera aislada. Sin embargo, es bajo la disciplina de la serie donde mejor lo hacen. Porque aunque cada una de ellas exprese un submundo bastante, la serie completa recrea un arjé en el que tierra, aire, fuego, agua, logos y número quedan definitivamente encadenados. Todo. Uno. ¿Dios?… Y esto, tanto si nuestra imaginación flota en un medio estelar, como si se sumerge en otro celular, porque las imágenes tienen la capacidad de sugerir tanto visión telescópica como microscópica. Es más, sugieren ambas cosas a la vez.»

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