Contraportada
Las obras de Ruslán González Korets emergen como un intenso recorrido emocional. Sus escenarios y personajes se distancian de la rigidez del arte académico, logrando una autenticidad que se siente tangible. No se trata meramente de un ensamblaje fortuito de elementos visuales, sino que estas entidades parecen poseer una vida propia, experimentando emociones y sueños que reflejan la condición humana. A través de su creación, Korets ofrece una representación honesta de nuestra propia esencia, que descubrimos al interactuar con su arte a través de la mirada y la contemplación.
Este joven artista, que ha partido de su formación en la Escuela de Instructores de Arte y complementado por su licenciatura en Psicología, se establece como una figura única en su entorno artístico. A diferencia del concepto convencional de arte naif, comúnmente asociado a quienes carecen de instrucción formal, ha encontrado en el arte popular un espacio fértil que le permite romper las cadenas de las convenciones. Este enfoque lo libera, facilitando un proceso de autoexploración y autenticidad en su expresión creativa. Tal como se evidencia en el trabajo de artistas como Paul Klee o Henri Matisse, quienes también jugaron con la simplificación de formas y colores para expresar emociones complejas, Korets se aleja de las limitaciones para explorar un lenguaje visual que resuena con el espectador en un nivel visceral.
La presente obra, que protagoniza la contraportada de este número de ARTEPOLI, es representativa de su propuesta artística, caracterizada por esa fusión entre la gracia heredada de la pintura ingenua y la profesionalidad de la realización formal. •
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