PER VIAM

Una exposición peregrina

Por: Cristina Sierra Villegas

Hace algunos años decía Juan Miguel Bueno, a propósito de una exposición del artista leonés Ángel Cantero, que «el dominio de su oficio no es fruto del azar, sino, más bien, de muchas horas de paciente estudio y dedicación». Puede parecer extraño que en una época que persigue de forma obsesiva la premura en la realización de las cosas, y la inmediatez en los resultados, siga habiendo creadores que no miran el reloj ni el calendario, porque su idea del arte es precisamente tomar el camino donde los «me gustas» duran siglos y no instantes pasajeros que apenas dejan huella digital. 

Per Viam es una exposición individual de pinturas e instalaciones artísticas que comenzó su recorrido itinerante por la provincia de Palencia en 2021 en el Centro Expositivo ROM de Aguilar de Campoo, para después pasar a la Fundación Díaz-Caneja de Palencia en 2022, y que continuará su camino hasta el Museo de Arte Contemporáneo de Carrión de los Condes.

De paso

La expresión pictórica de Ángel Cantero podríamos definirla como figurativa dentro de un Realismo Simbólico, con una epidermis de texturas en sillares y capiteles que invitan observar de cerca, hasta que nos cuestionemos si realmente lo importante es el armazón interior que sostiene el discurso que nos conducirá a otras percepciones más escurridizas. A poco que profundicemos, tomaremos distancia respecto a lo puramente visible para encontrar el camino hacia un terreno donde los significados se amplían y tienen más que ver con el conocimiento que con lo meramente sensorial.

En todo caso, Ángel mira como un científico analista a través de su microscopio la piel de las piedras que nos acerca, es un pintor que saca todos los matices posibles en su excelente uso cromático, tallado a golpe de pincel o de plumilla, haciéndonos viajar a otras épocas con la erosión del paso del tiempo, recogida en sus obras como homenaje a lo perdurable y a lo efímero a partes iguales. Piedras de otras épocas con su lenguaje simbólico, que Cantero actualiza llenándolo de conceptualidad y sellándolo como un barniz de forma clásica. Así, perdure el lenguaje y su obra.

La obra de Cantero es mística rozando el misterio en su conjunto en el uso de claves puestas con el deseo de descubrir e interpretar diferentes signos, a modo de herencia matemática, haciéndonos saltar con Fibonacci en una secuencia numérica, en un juego entre Arte con-Ciencia, o mediante guiños a Fulcanelli. El arte como proporción divina, al que Cantero nos acerca de forma magistral hacia una semiótica contemporánea, en un principio de siglo XXI donde es casi imposible ya observar estos guiños, desde una obra trabajada a conciencia.

No puede, por lo menos, venirme a la cabeza Humberto Eco, cuando escribía: «los objetos están semánticamente desgastados antes de su materialidad». Esto pasa con la obra de este artista, que nos transporta a otra época donde el arte ocupaba un lugar importante tanto en colecciones privadas como públicas. Pero hoy es una obra atemporal, disfrutemos de ella, de esta magia que Cantero crea, un artista intelectual —entendiéndose como alguien que trabaja con su mente— en este caso maridando arte y ciencia, en un proceso de comunicación donde crea sistemas. La didáctica entre estos sistemas y su proceso nos lleva a un trazo firme entre mensaje y código, en un recorrido en el que sólo está la madera llena de óxido de hierro, amarillos cadmio, diferentes sienas, carmín de garanza o violeta de cobalto.

Es un recorrido en el que sólo está el artista, en un paseo donde únicamente está el espectador y, en algún momento, me gusta pensar que hay un diálogo entre ambos, sin palabras… de comprensión muda. •

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