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Pedro Ávila Gendis

Visita de Artepoli a la colección del museo MOCAAMERICAS, hoy hablaremos de uno de sus exponentes: Pedro Ávila

Por: Redacción

ARTÍCULO. (Versión digital)

En el vasto panorama de la historia del arte, la abstracción ha emergido como un reino supremo de libertad para el artista. A través de la eliminación de elementos figurativos, el artista abstraccionista se enfrenta a un lienzo en blanco con un amplio campo de posibilidades, donde la imaginación y la intuición pueden fluir sin restricciones. Pedro Ávila Gendis (Camagüey, 1959) es un artista que ha explotado el fértil terreno de la expresión pura y la experimentación visual; sumergido en un mar de formas, colores y texturas, se ha labrado un lenguaje propio, enigmático y conmovedor. En este reino de lo abstracto, este artista escribe poesía visual sin palabras, comunicando emociones y sensaciones que trascienden los límites de lo tangible y lo concreto.

Para él la abstracción es un acto de emancipación, este deseo de libertad creativa establece un paralelo metafórico con su propia vida, en la que siempre ha estado presente ese deseo de libertad que lo llevó a emigrar. El arte abstracto no es mudo, permite una comunicación con el espectador en la que muchas veces se dice más que a través de lo figurativo.

La pintura que hoy protagoniza nuestra portada comienza a comunicarse —de forma muy sugerente— desde su propio título: La luz del viejo espigón. El impacto de la mancha amarilla diagonal que preside la zona superior, es lo que primero nos hace pensar en la luz, que aunque está rodeada de una matizada atmósfera no deja de resaltar. Dentro de la extensa obra de Gendis, pensamos que es uno de sus cuadros más sorprendentes. 

Es curioso cómo en él habitan dos zonas muy diferentes en cuanto al tratamiento, el uso del color y las texturas. Estos dos ambientes que parecen tan distantes se conectan mediante una frontera escalonada de carácter arquitectónico. Los planos negros, en contraste con las texturas vecinas, se reparten de forma equilibrada, permitiendo un descanso en el recorrido de la vista. Ellos endurecen las formas pedregosas que habitan la parte de abajo, actúan como las sombras cortantes de esos bloques de cemento que sugieren edificios. Vemos incluso una suerte de escalera, y es que hasta las más puras abstracciones están conectadas con el mundo real; resulta imposible dejar de establecer analogías con nuestras referencias. 

Aunque pueda parecer que la abstracción nos sumerge en un mundo de formas puras, es importante recordar que —incluso en su más sublime expresión— no puede desligarse por completo del mundo real. La experiencia estética que nos ofrece esta obra está anclada en nuestra relación con el espacio, la luz y nuestra propia existencia en el mundo. Y es que, en última instancia, la abstracción, por más pura que sea, sigue siendo una expresión de la relación entre el artista y el mundo que le rodea.

Muy diferente a este mundo de concreto que encontramos en la parte de abajo, es lo que ocurre en la parte superior del cuadro, cuyas degradaciones de color resultan especialmente atractivas. La atmósfera lograda nos sumerge en un ambiente muy armónico, en el que cada pincelada colabora para destacar la mancha amarilla; las tonalidades que la rodean establecen un equilibrio preciso para que ella pueda protagonizar el cuadro. Pero lo que verdaderamente enlaza las dos zonas y equilibra la composición, es el juego de líneas que trasciende la frontera escalonada; certeras curvas que amarran mágicamente todos los elementos y polarizan hasta las zonas más planas, encauzando el recorrido visual. La gracia con que están trazadas estas líneas nos recuerdan aquella máxima de Klee: «Una línea es un punto que salió a pasear».

Desde la fundación del grupo Los Once, primero, y de los Diez Pintores Concretos un poco después, nunca ha desaparecido la producción de arte abstracto a manos de los artistas cubanos. Si bien en los años 80 amainó bastante, a partir del nuevo milenio hubo todo un resurgimiento de la abstracción, tanto dentro del país como en el exilio. Acercarnos a la obra de Pedro Ávila Gendis significa conocer una de las voces vitales de la actual abstracción cubana.

Obras pertenecientes a la colección del museo MOCAAMERICAS / Rodríguez Colleccion

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