(espinelas efrásticas)
Vibra el naranja en el mar,
y en amarilla simbiosis,
el agua es una apoteosis
de vida unicelular.
La diosa azul en su altar,
verdes peces alimenta,
y en su mirada se asienta
el violeta del deseo,
como un pagano trofeo,
en una ninfa sedienta.
Altiva se alza en su trono,
Náyade, coral y gema,
para pintar el poema
donde ella misma es icono.
Y sobre el dorado tono
de este mar tan idealista,
ella es musa de un artista
que la dibujó extasiado,
como un ente alucinado,
con un pincel surrealista.
Ella en su vivo color,
es un canto a la esperanza;
sus peces tejen la alianza
que la alejan del dolor.
Mas todo el mar es deudor
del génesis fabulario,
porque un toque literario
hay en cada veladura
de esta exótica pintura
y su místico ideario.
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