cabecera 2023 logo

BELLAS ARTES

Nu au chat

Por: Emilia Echezarra

ARTÍCULO. (Versión digital)

Haciendo una selección personal de todas las obras de arte que más me sugieren, no quisiera olvidarme de hablar de una muy especial, de un pintor que en la totalidad de su obra me emociona. Lo descubrí cuando estuve estudiando en París. Supe de este magnífico pintor y fui descubriendo toda su obra y su quehacer. Mis críticas de arte son, para evitar cualquier confusión, desde la mirada de una pintora. Lo que a mí, como artista, me aportan.

De familia de intelectuales, tuvo influencias directas de Derain Y Bonard y heredó de su madre pintora, la creatividad y ese punto de genialidad que está por encima de la técnica. Su padre le aconsejó que se fuera a Roma a beber de la fuente de los clásicos donde asimiló la luz de Caravaggio.

A pesar de los vínculos que le unían al movimiento surrealista y recibir importantes elogios de Antonin Artaud, se mantuvo fuera de toda vanguardia y muchas veces por ello fue criticado. Según mi interpretación de pintora, sí que adoptó una cierta influencia surrealista, aunque muy sutil, en su contenido. En su pintura existen detalles que se distancian de las formas realistas que, fusionados con el academicismo clásico —aprendido de los grandes maestros italianos— se traduce en situaciones que podrían ser irreales, simulando la vida cotidiana.

Alejado de toda moda, se ciñó a su mundo interior lleno de sus sueños y dotó a sus criaturas de un cierto misterio mágico y onírico. Pero no se puede considerar surrealista de una manera concluyente, porque no cumple con las características formales de ese movimiento, ni tampoco refleja la percepción de la realidad intrínseca de una manera evidente.

Sus temas de ámbito doméstico encajan perfectamente con los temas clásicos, añadiendo la particularidad de sus muchachas virginales de dudosa inocencia y mirada soñadora, en contraposición de la mujer adulta, vestida y vigilante. Por estos temas fue criticado y tildado de pederasta, opino que sin fundamentos, porque la ingenuidad e inocencia de estas muchachas se transmite por la serenidad de sus cuerpos. Muy al contrario, podemos decir que supo transferir esos sentimientos ingenuos de la primera juventud. También en sus otros temas donde incluye grupos de figuras vestidas, paisajes, bodegones y flores y amigos que juegan y animales; todos ellos llenos de misterio. 

Toda su obra es muy plural en la temática y en las miradas que las figuras se dirigen, cargadas de significado psicológico. Balthus muestra su percepción extraordinaria en captar la personalidad, el poder, la atracción, el esoterismo, de una manera contundente y a la vez, sutil.

Para mi —y coincido con Balthus en una entrevista que le hicieron poco antes de su muerte, en el año 2001— la comunicación pictórica está por encima de los estilos y las anécdotas formales que explican un cuadro.

La pintura es un medio creativo donde se transmite la inquietud existencial o sensitiva del artista, implícitas en su obra. Nu au chat es el cuadro que más me emociona de Balthus y me recuerda los sueños de los surrealistas, sin ningún discurso que se asemeje formalmente, pero sí con la interpretación —según mi punto de vista y lo que me sugiere— de un mundo interior personal, con las connotaciones que nos transportan a un mundo paralelo.

Es la muchacha que sueña, juega con el gato y se deja ir. El gato —siempre mitificado como símbolo de independencia— en el mismo plano y la mujer que abre la ventana para que la luz envuelva el espacio, en segundo plano. Protectora, controladora y vestida, como antítesis. Nu au chat es, de alguna manera para mí, el despertar, alargando ese momento quieto, prolongando, tal vez, el sueño de los surrealistas.

El tiempo detenido en el anhelo de una adolescente que aún se puede escapar de la rigidez del mundo adulto —la mujer que le ayuda y prepara su toilette— en segundo plano. Su rostro risueño por encima del tiempo. Y la luz que lo modela todo.

Formalmente, se puede apreciar la diagonal que forma el cuerpo de la muchacha, que incluye, intrínsecamente al gato, en primer término, dividiendo el espacio en dos mundos diferentes, el onírico y el mundo cotidiano. Este interior, donde la luz entra por la ventana, me recuerda, al Vermeer legendario, de la luz de oro. Los colores armónicos llenan todo el espacio dando calor a esta escena sugerente. El cuerpo desnudo a contraluz, resalta un perfecto equilibrio entre la luz y el movimiento. El brazo al aire, el pie apoyado en el sillón, rompen la monotonía del espacio. Y los demás elementos en segundo término, junto con la figura del balcón, completan la justa composición.

Probablemente, Balthus no fue consciente de todo este mundo onírico reflejado en la ingenuidad adolescente. A mí me transmite el espacio mágico donde la imaginación juega con el sueño del espectador. Es el momento quieto, íntimo, que pertenece al ser humano y como consecuencia al mundo del arte. •

COMPARTE, DALE ME GUSTA, REPITE

¡Nos gustaría saber tu opinión!

Comenta el artículo. Gracias