Bellas Artes
«No es, pues, la luz natural la que originó la pintura, como se hace bien patente en la pintura egipcia que decora las tumbas, sino más bien la sombra desgarrada por un rayo de luz en un instante para que el misterio de la imagen, […]. Cosa del otro mundo, aparición que se hace visible hiriendo las pupilas y el ánimo».
María Zambrano. Algunos lugares de la pintura (1989).
La filósofa María Zambrano consideró a la pintura como una suerte de revelación. Alude a esa luz especial que de pronto se proyecta para enseñar una faceta «del otro mundo»; una existencia a priori desconocida que eleva a quien se le presenta.
El pintor Miguel Ángel Pérez Uría (Oviedo, 1977) vive un estado de iluminación en su carrera. Tras cultivar una plástica de inspiración velazqueña, postimpresionista, se encamina hacia la abstracción plena. Su extenso y arduo trabajo de experimentación a lo largo de los años, además de los avatares de la vida, le han permitido percatarse de los valores más puros del arte pictórico.
En la abstracción plena no se trata de dar con lo elemental de la pintura desde el aspecto apariencial, suprimiendo o diluyendo la figuración, ni tampoco de potenciar las técnicas, lo material, por encima de la imagen resultante en sí. Es cierto que el autor tiene una serie de obras realizadas mediante formas cuadradas, la cual representa la transición hacia la abstracción plena mediante la esquematización de la realidad visible.
Partiendo de lo ya explicado, aunque abstracción y figuración son términos enfrentados, les une tanto su carácter artificial como la manera en la que se nos muestran: la luz. Sin iluminación, no podríamos ver; la luz moldea y hace factible la realidad visible.
En el arte pictórico, la luz está doblemente presente; primero porque de no haberla, lógicamente no se podría contemplar la pieza. En segundo lugar, debido a que la luz siempre importa de cara a concebir la obra. Una de sus principales funciones es definir los contornos y volúmenes de lo representado. Aparte, los colores adquieren una tonalidad u otra dependiendo en buena parte de la iluminación disponible.
La luz vertebra todo lo existente, por lo que a nivel plástico resulta crucial comprender su valor. Pérez investiga esto mediante su serie Con una luz diferente; cómo la luz trabaja la realidad y la exhibe; la hace visible. La abstracción plena no significa que nuestro protagonista sintetice la realidad o que huya de lo visible, sino que decide renunciar a lo superfluo con el propósito de mostrar la trascendencia de lo que hay más allá, gracias al juego inteligente con la luz, su presencia y ausencia en la obra. Las formas emergen y se ocultan a conveniencia. Atestigua la manera en la que la luz determina la realidad visible en una composición pictórica. En definitiva, Pérez está logrando hallar, gracias a la abstracción plena, la esencia de la pintura. Igualmente, ha alcanzado una nueva comprensión de lo que le rodea; «el misterio de la imagen», la trascendencia frente a la inmanencia.
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