BELLAS ARTES
Integración al mundo natural en la obra de Yoandy Suárez
«Mantén tu amor por la naturaleza, porque esa es la verdadera
manera de entender el arte cada vez más».
Vincent Van Gogh
Ya se ha dicho que el material utilizado en la producción de una obra de arte tiene un peso importante en cuanto a su contenido; la representación de una manzana, por ejemplo, una persona, o un animal… es muy diferente en una acuarela si la comparamos con un cuadro al óleo. Esta diferencia se extiende también al campo de la abstracción. El color, la textura, el peso o la fragilidad de un material, pueden provocar diferentes sensaciones y respuestas emocionales en el espectador. Pero cuando se trata de materiales no convencionales, la importancia de los mismos como emisores de contenido resulta mucho más protagónica, pues centramos en ellos nuestra atención. Si el uso de materiales suaves y delicados, como la seda o el encaje, pueden sugerir fragilidad, feminidad o elegancia, utilizar otros elementos ásperos y pesados como el metal o la madera puede evocar resistencia, solidez o fuerza.
Yoandy Suárez (1984) suele utilizar materiales no convencionales; la combinación de la fibra vegetal con un elemento sintético como la resina epóxica, sugiere la conexión entre lo natural y lo artificial, reflejando la interacción entre el ser humano y el entorno. El contraste entre ambos materiales puede simbolizar la dualidad de la vida, la fortaleza frente a la vulnerabilidad o la coexistencia de opuestos, ya que el artista los integra de forma armoniosa con los contornos de sus figuras. Esta fusión entre lo matérico y el dibujo no es frecuente; si bien Alberto Burry o Antoni Tàpies agregan líneas a sus pinturas matéricas, estas forman parte de una misma estructura abstracta. En el caso de Suárez estamos ante una combinación de figuras humanas, representadas con líneas y volúmenes, que establecen una especie de danza orgánica con los elementos que las rodean y se funden con ellas.
Desde la gama de color utilizada hasta la manera en que distribuye los aditamentos naturales superpuestos, desde la atención a los cuerpos hasta los ojos cerrados de los rostros, todo apunta a la sensualidad. Nada es aquí gratuito y nada traiciona el sutil, pero a la vez potente, erotismo que emana de estas piezas. Las sutiles degradaciones de los matizados ocres y sienas, que por momentos se dirigen hacia los tonos rojizos y otras veces se tornan verdosos, hacen un efecto dorado que seduce al espectador. «El color ámbar de la piedra —manifiesta el artista— es la paleta fundamental sobre la que combino el resto de mis colores, lo que da como resultado una impresión dorada, antigua y translúcida».
Este efecto dorado también lo lograba Gustav Klimt. Pero Yoandy Suarez está muy lejos de aquel maestro, pues si el austriaco se inspiraba en el arte y la cultura de la antigüedad, así como en las tradiciones orientales y bizantinas, el cubano deja muy claro su condición latinoamericana a través de otro tipo de erotismo más cálido y cercano. Por otro lado, sus reflexiones nos ilustran acerca de su propuesta, cuando manifiesta que el ámbar es una sustancia que se forma por el endurecimiento de la resina de los árboles, algunos de ellos hace 130 millones de años.
Los títulos de sus obras nos clarifican sus intenciones. En el caso de la presente serie, Sexu Plantarum, hace referencia a De sexu plantarum epistola (Epístola sobre el sexo de las plantas). Se trata de una obra escrita por Rudolf Jakob Camerarius, quien descubrió la reproducción sexual en las plantas(1).
El simbolismo de esta serie de Yoandy crece al emplear figuras humanas bajo este título, exploran estos cuadros la sensualidad, la feminidad y el vínculo entre el ser humano y la naturaleza de la que forma parte. Estamos ante una obra que apuesta por la disolución de la frontera entre los rígidos conceptos naturaleza y cultura. Se nota en este artista una reacción ante la palabrería racional que ha predominado en el mal llamado arte contemporáneo, término que suele segregar cualquier investigación que, por profunda y visceral, no se protege con las palabras, sino que apuesta por la autenticidad, por aquella belleza que no necesita justificaciones. Aquí no necesitamos textos al lado de la obra explicando las intenciones del autor, práctica que se ha vuelto tan común como aburrida en casi todos los museos. En estas obras podemos comunicarnos con el artista a través de una mirada que aparte de nuestra mente todos aquellos prejuicios que suelen frenar el goce de la interpretación.
La propuesta artística de Yoandy Suarez pone énfasis en la humanidad y su relación con la naturaleza, explorando los estados mentales, las emociones y sus repercusiones en las interacciones humanas. Desde su statement el artista nos dice: «Aunque mi estilo de trabajo es figurativo, simultáneamente me recuerda el mundo mineral del que todos somos originarios, y estoy conectado con ese aspecto físico de la vida». Esta mirada hacia nuestros orígenes revela su visión y su posición humilde ante la naturaleza. De esta manera se aleja el artista del egocentrismo occidental, acercándose a la sabiduría de otras culturas que han sido marginadas, silenciadas y hasta aniquiladas.
Con su auténtico y muy personal trabajo, híbrido de dibujo, pintura y materia orgánica, Yoandy va abriéndose camino en el complejo mundo del arte, y cada vez son más los espectadores, coleccionistas y galeristas que se interesan por su magnífica obra.
1._ La comprobación de la existencia de sexualidad en las plantas fue un descubrimiento científico fundamental, no solo para la Botánica, sino para toda la Biología, ya que demostró la existencia de fenómenos fisiológicos comunes a las plantas y a los animales (Wikipedia).
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