BELLAS ARTES
La obra de Jesus M. Redruello
«El arte es una conquista del silencio interior que lleva al diálogo con uno mismo».
Wassily Kandinsky
Durante el desarrollo de la historia del arte, hemos asistido a una constante evolución en la representación de la realidad. Desde las simplificadas —y a menudo poseedoras de un gran poder de síntesis— figuras de la prehistoria, hasta la precisión del clasicismo, la práctica artística ha sido un reflejo de la sociedad; de la relación dinámica y cambiante entre el ser humano y el mundo que lo rodea. En el Siglo XX, la abstracción emerge como una ruptura con la tradición figurativa, rompiendo con la necesidad de imitar la realidad. Redruello, en su práctica artística, parece dialogar con estas dos vertientes, creando un puente entre la abstracción y la figuración.
La obra de Redruello se presenta como un enigma visual que desafía la percepción del espectador. Sus creaciones invitan a una contemplación profunda donde la naturaleza y el arte se entrelazan en una danza de formas y colores; esto es posible precisamente porque oscilan entre la abstracción y la figuración. El artista captura la esencia del mundo natural a través de un muy personal tratamiento del color y la línea.
Cuando las figuras en la obra de Redruello no son inmediatamente reconocibles, nos sumergimos en un ambiente en el que se respira el mundo natural; hay algo de biomorfismo en su obra, aquella corriente en la que los artistas utilizaban formas fluidas que guardaban similitud con organismos unicelulares, plantas, animales… Este estilo buscaba imitar los procesos biológicos y el crecimiento natural, creando composiciones que parecían estar vivas y en constante movimiento.
Jean Arp, Joan Miró o Henry Moore han explorado este estilo a través de esculturas, pinturas y dibujos. Redruello también explora la conexión entre la naturaleza y el arte; realzando la belleza y la complejidad de las formas orgánicas nos exhorta a encontrar significados más allá de lo evidente. Él sabe que la pretendida forma pura, que buscaban los artistas concretos, no pasó de ser una utopía, ya que es imposible desconectarnos del mundo que nos circunda. Por muy abstractas que parezcan las formas, siempre subyace en ellas la referencia al mundo real. Jesús aprovecha esta libertad para sugerir, más que para definir, la presencia de elementos naturales en sus obras.
Por otro lado, cuando el artista nos presenta una figura claramente definida, como una flor, no estamos ante una simple representación. Sus pétalos, aunque reconocibles, llevan consigo la energía y el dinamismo del dripping, técnica popularizada por Jackson Pollock, que consistía en dejar caer pintura sobre el lienzo de forma espontánea. Hay en las líneas que bordean los planos de color una reminiscencia del action paingting, pues parecen dibujadas con los chorros de una jeringuilla en vez de un pincel. Hay en estas líneas un movimiento danzante lleno de energía y vitalidad. La libertad expresiva que contienen sus cuadros, trasciende la mera imagen y hace emanar de ellos una sensación de fluidez; son obras acuosas y frescas, que parecen no haberse secado nunca
Resalta especialmente, la manera en que elabora sutiles juegos de luz y sombra en los márgenes de las áreas coloreadas, provocando una percepción de profundidad, brindando a las formas —por momentos un tanto geométricas, pero sin llegar a serlo del todo— una impresionante ilusión de tridimensionalidad. En ocasiones ejecuta sutiles claroscuros hacia los bordes de los planos de color que producen un efecto volumétrico, acolchado, que rememoran las esculturas de tela y otros materiales blandos. Este recurso crea una sensación táctil ante los ojos del espectador que despierta el deseo de tocar las obras, pues aunque sabemos que son pinturas planas parecen tener el relieve de los cuadros matéricos.
La obra de este artista se caracteriza por una precisión y expresividad que atrapa la atención del público. Sus pinturas, frecuentemente plasmadas en cartulina o papel, reflejan una técnica impecable y un control medido que pone de manifiesto su habilidad y sinceridad, evitando cualquier exceso de pomposidad. En sus propios términos, su arte es una manifestación de intimismo y esmero, que prescinde deliberadamente de formatos extensos. Esta sencillez facilita un diálogo más íntimo y directo con quienes observan su trabajo.
Redruello nos ofrece una obra que es tanto un homenaje a la historia del arte como una exploración personal de la expresión artística. Al transitar entre la abstracción y la figuración, nos invita a participar en un diálogo visual donde cada observador puede encontrar su propio significado. En última instancia, nuestro artista nos recuerda que el arte es un reflejo de la vida: complejo, multifacético y eternamente fascinante.
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