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Bellas Artes

Con las mismas manos

(y licencia de Roberto F. Retamar)

Por: Nelson Herrera Ysla

04:07

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Desde el corazón de Trinidad, una de las ciudades coloniales más importantes de Cuba, El Caribe y América Latina, ubicada en el sur y centro de nuestra Isla, Yudit Vidal desarrolla su creación a partir de una innata vocación artística y, en ciertas ocasiones, mediante la colaboración modesta, silenciosa y entusiasta de artesanas que ella ha sabido nuclear en torno a su obra y su entorno urbano, comunitario y familiar.

Dotada de una rica sensibilidad hacia las tradiciones y la manualidad, hacia las diversidades de la naturaleza humana y las prácticas artísticas, Yudit es un caso singular en el panorama visual cubano contemporáneo. Representa un eslabón sensible del arte realizado por mujeres quienes, desde la década del 60 del pasado siglo, decidieron expresarse a través de los numerosos lenguajes de la pintura, el grabado, la fotografía, la escultura, la instalación y los nuevos medios aportados por la tecnología.

Ha sabido deslumbrarse con los tiempos y épocas pasadas gracias a ese entramado urbano y arquitectónico que le rodea, y a una innumerable sucesión de muebles, objetos, vestidos, peinados y adornos personales que pueblan el imaginario de grupos sociales que habitan esa villa colonial y sus alrededores. A ellos acude siempre para complementar lo aprendido en su enseñanza y formación académica, y en la interrelación con otros creadores a lo largo y ancho de la Isla, lo cual logra plasmar en obras bidimensionales —en las que últimamente comienza a predominar una variante de las mismas y que podemos calificar como pintura objetual— junto a una mezcla de otros lenguajes estéticos hasta alcanzar extensiones y espacios urbanos en balcones, techos y fachadas de edificios.

Yudit apuesta por redimir, reevaluar, repensar, rearticular, elementos formales que parecían olvidados en el fárrago y dinámica de la vida actual donde advertimos, sutilmente, lo femenino sin llegar a exageraciones de género, partidismos trasnochados ni exclamaciones tremendistas. Los tejidos propios del arte de bordados, específicos de la villa y región de Trinidad, son asumidos por Yudit como componentes esenciales de su obra, ajena a artificios o facilismos de corte y pega, tan habituales en collages realizados por otros artistas desde tiempos atrás. Se apropia de las tradiciones, eso sí, como lo más natural del mundo, sintiéndose humilde heredera en operaciones similares a las que hacen muchos de nuestros músicos cubanos y que suele denominarse fusión.

En sus obras percibimos señales, cercanas o lejanas, de la Historia del Arte asentadas en determinados períodos del Renacimiento italiano y el Barroco, transitados con grácil imaginería de camafeos y portarretratos familiares, hasta la contundente y poliédrica heterogeneidad del siglo XX, especialmente en Cuba. De manera constante se muestra sensible a ciertos gustos de las clases sociales, sin dejarse vencer por prejuicios estéticos o dogmas que invaliden cualquier acercamiento sincero y honesto al universo de lo popular o elitista, en el mejor sentido de estos términos tan conocidos. No cree en estilos ni identificaciones personales a ultranza, aunque por momentos podamos percibir un sello propio de ella en sus lienzos, sean éstos pintura o dibujo, o en objetos donde hasta atisbos de lo abstracto se observan.

Cualquier época pasada fue buena, provechosa, parece decirnos, y cualquier momento del presente también, para expresar sentimientos y emociones, ideas, en este contexto cultural en que nos movemos, cuyos límites son puestos a prueba cada día dada la rapidez con que se desenvuelven los acontecimientos en los planos económico, científico y cultural. Yudit pasa por al lado de las redes sociales, la telefonía móvil, los NFT, Instagram, Facebook, los ChatGPT, sin ceder a sus fascinantes tentaciones y sus bien logrados cantos de sirena. Su sensibilidad está enraizada en expresiones de una cultura visual que mantiene viva su legado histórico y sus complejos entrecruzamientos con la contemporaneidad, al tiempo que establece conexiones con otras manifestaciones de la música, la danza, el teatro, la arquitectura, la poesía, en esa suerte de retroalimentación tan necesaria a toda creación.

Ya sean alas, hilos y pinceles, tramas y urdimbres, rostros, columnas y tejados, fuentes y patios, agua en calles y plazas, azoteas, jardines invisibles, etcétera, lo cierto es que Yudit no discrimina la rica y deslumbrante variedad de soluciones formales e imaginación de tantos hombres y mujeres que habitan estas regiones: explora y se sumerge en casi todos sus territorios hasta alcanzar su definición mejor como artista.  ■

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