Como la vida misma

Una nota sobre el perfomance

Por: Emiliano Fajardo Sotelo / Obras: Alexia Miranda

Recientemente leí un artículo titulado Preguntas para comprender que el Arte Contemporáneo es el resultado de nuestra envidia. En el texto, el autor afirma, con una pericia profundamente disminuida que, partiendo de su etimología, el Arte Contemporáneo es lo plasmado y la interpretación de aquello que corresponde a nuestro tiempo.1

No pude evitar pensar que solo un supino ignorante puede atreverse a afirmar, sin más, que el arte consiste en lo que se plasma. ¿Es que este subyugado nunca ha escuchado hablar de las obras conceptuales, del performance?

Inmaterial, incoleccionable e imposible de evaluar, así define Pablo Helguera a las obras conceptuales, continúa dictando que se refiere a toda aquella obra cuya realización está primordialmente basada en una idea, de manera que es la idea misma lo que constituye la esencia de la obra. Sigue, respecto del performance, prescribiendo que se asemeja al teatro experimental, en el que se presenta una acción con, o ante, un público explícito, solo que el primero no suele incluir una narrativa o actores y no pretende recrear un mundo ficticio en el escenario, o lo que se podría denominar «un cuarto muro».2

Vaya, las obras conceptuales y los performance, no son entonces otra cosa, pero algo fugaz, etéreo, que no es susceptible de apropiación, o sea, algo que no existe, pero un instante. No son algo que se puede plasmar, como en el caso de las representaciones pictóricas o en el de las esculturas. Pareciera más bien que el perfomance y las obras conceptuales no son otra cosa sino tal vez una reinterpretación de la vida misma.

¡Eso! Como la vida misma. Es el arte conceptual, eso es un performance: un acto irrepetible. Son una grafía de expresión elevada de sentimientos que se diluye de la memoria de quienes se encuentran en el momento correcto, en el lugar indicado, que, sobre todo, no pueden ser reproducidos una y otra vez con la misma identidad que les dio nacimiento.

Marina Abramovic, la madrina del arte del performance, como con acertada soberbia se ha hecho nombrar en su autobiografía, afirma que el arte no está en el resultado, si no en el proceso. Así, en el caso del perfomarce, toda vez que no tenemos un resultado tangible, más que la impresión del espectador, el propio desempeño del artista al ejecutar su obra es el propio producto.

¡En efecto! Como en la vida misma, no hay una meta a la cual llegar, la meta no es otra cosa que una ilusión. Eso pasa en el arte, el proceso de creación del artista en realidad provoca un resultado en la obra objetual (como la pintura o la escultura), pero estas condiciones no se cumplen en el caso del performance toda vez que la obra es el propio proceso. ¿Me explico?

De eso pretendo hablar, de cómo el arte conceptual y el performance, son una breve entidad inmaterial no susceptible de apropiación individual, son una idea, una nube indivisible, incapturable fugaz, que no espera a quien desea espectar.

La abstracción conceptual de estas expresiones artísticas es difícil de concebir sin atender a ejemplificaciones memorables, vale con recordar la obra 4:33 de John Cage y la primera labor de Marina Abramovic como artista de performance (Rythm 10) para entender el concepto y, comulgar conmigo en que en arte conceptual y el arte del performance no es otra cosa si no una representación de la vida.

Cage, escribió las partituras de una obra musical para piano con una duración de 4 minutos y 33 segundos, en la cual, no existe ni una sola nota que tocar. Es decir, la obra de Cage consta de solo silencio, o eso sucede bajo una dudable apariencia que hace titubear sobre si tal vez y solo tal vez, sí puede existir música sin sonido alguno.

Víctor Manuel Villegas nos ayuda a comprender la obra:

«(…) durante el primer movimiento se escuchaba el viento de afuera de la casona.

Para el segundo movimiento, ya se escuchaba el golpeteo de la caída del agua, ya que era una tarde lluviosa, así como la respiración y el latir del corazón de la gente; alguno que otro toser del público y, paulatinamente el cuchicheo entre risa y frustración, tanto como el andar de las personas que se enfilaban con enojo hacia la salida del recinto.

(…)

John Cage, tratando de apaciguar los ánimos de los espectadores, se dirigía al público con la explicación: “El silencio, no existe”».3

Por su parte, así lo explicó Marcelino Mora, en su breve artículo 4´33: Silencio:

«A simple vista, y si el oyente no conoce nada de este compositor, pudiese parecer una tomadura de pelo o una broma de mal gusto. Sin embargo, esos 4 minutos y 33 segundos encierran en sí mismos una lección magistral sobre la importancia que tiene el ser consciente de nuestro entorno sonoro, que gran parte de nuestra vida está relegado a un segundo plano».

Esta ejemplificación del performance nos da claridad en cuanto al alcance de la trascendencia de una obra a pesar de su ficción, sin importar que exista un legado material de 4:33, el artista acierta y transmite su mensaje que es todo menos transitorio. En la elaboración de la obra, se encuentra el resultado.

Por su parte, la serbia Abramovic, a través de su obra llamada Rythm 10 realizó una videograbación de sí misma interpretando este performance, el cual consistió en clavar un cuchillo entre sus dedos al son de una cinta musical. Una vez terminó la grabación por primera vez, rebobinó la cinta y transitó el cuchillo por las heridas que se había hecho la primera ocasión, hasta cortarse un total de 20 veces, siempre en los mismos sitios.

El mensaje es claro, el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces; qué frase más gastada.

Es difícil aprender la lección, por eso, el mensaje del performance busca ser contundente, como lo explicó la propia Abramovic al referir lo que refirieron los espectadores que observaron su obra:

«La sensación de peligro en la habitación nos había unido a los espectadores y a mí en ese momento: el aquí y ahora, y en ningún otro lugar».

¿Cómo voltear la mirada y despejar el pensamiento cuando alguien, de forma voluntaria, se está haciendo daño a sí mismo una y otra vez, sin razón aparente? ¿Qué tal si guiáramos la lección de Abramovic a nuestro propio obrar? Tal vez, caeríamos en razón de que la circunferencia incorruptible de la repetición de nuestras jornadas que tanto nos lacera no es culpa de nadie, sino nuestra. ¡Enseñanza la de Abramovic!

Estas icónicas obras nos sacuden de manera estrepitosa para adoctrinarnos: pon atención, nos dicen. Y dejan claro que, el arte, no es lo plasmado, por lo menos en una facción material, tal vez pueda ser aquello que se plasma en la memoria de quien lo aprecia.

No sé si ya lo dije, el perfomance, es solo un acto artístico de reflexión que se parece tanto a la vida misma, que se diluye y confunde cuando sucede con la propia medianía con la que trasciende y transcurre una existencia promedio.

Fernando Pessoa con alta definición dijo que «El arte es la demostración de que la vida no basta». Aparece lo asentado por Pessoa como una estrella entre la bruma que conforma los pensamientos de quien se atrevió a garrapatear que «el Arte Contemporáneo es lo plasmado».

Por cierto, el idiota que erró al decir que el arte es lo plasmado soy yo mismo, espero también haberme equivocado en este acto. •

1._ Fajardo E. (2016, octubre 4). Preguntas para comprender que el Arte Contemporáneo es el resultado de nuestra envidia. Culturacolectiva.com; Cultura Colectiva. https://culturacolectiva.com/arte/preguntas-para-comprender-el-arte-contemporaneo/

2._ Helguera, P., & Castrejón, D. (2015). Arte contemporáneo en México (1.a ed.). Travesías Editores.

3._ Villegas, V. (2020, agosto 29). Descifrando el silencio. John Cage y su 4′ 33″. VicManMusic / TIEMPO DE MÚSICA Y UNIVERSO. https://vicmanmusic.wordpress.com/2020/08/29/descifrando-el-silencio-john-cage-y-su-4-33/

4._ Mora M. 4’33”: Silencio. (s/f). Lavozdepuertollano.es. Recuperado el 4 de abril de 2022, de https://www.lavozdepuertollano.es/web/contenido/vidas-sonadas/4-33-silencio14652.html

5._ Abramovic, M. (2017). Walk through walls: A memoir. Penguin Books. La traducción es propia.

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