Cine
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En los años iniciales de los 90, la cineasta polaca Agnieszka Holland se interesó por llevar a la pantalla la vida de dos poetas: Arthur Rimbaud (Charleville, 1854) y Paul Verlaine (Metz, 1844). De ese interés dejó constancia en un film que refleja aspectos biográficos de ambos, una pieza que, a pesar de sus excelencias, muestra algunas escenas innecesarias, como aquella en la que vemos a un Arthur Rimbaud, subido a la mesa de un cafetín parisino, repartiendo estocadas como si fuera D´Artagnan. La invención parte de un hecho real: la cena de los vilains bonshommes durante la cual, Rimbaud, ebrio, hirió con un bastón estilete al fotógrafo Étienne Carjat.
Graduada de la Academia de Cine y Televisión de Praga en 1971, Agnieszka Holland (Varsovia, 1948) inició su trayectoria en el cine como asistente de dirección de dos experimentados e importantes directores polacos: Krzysztof Zanussi y Andrzej Wayda. Y, aunque desde la década de los 80 comenzó a llamar la atención de la crítica con sus primeras películas —algunas tan impactantes como Kobieta samotna (A Lonely Woman, 1981)—, la que logró internacionalizar su nombre fue Europa, Europa (1990), nominada al Oscar de la Academia por el mejor guion adaptado. Le seguirían, entre otras, Olivier, Olivier (1992), Total eclipse (1995), Julie vuelve a casa (2006), y la última, por ahora, Charlatán (2020). Tratados siempre de manera dura e implacable, pero a la vez con auténtico humanismo, los temas de sus films se inspiran en personajes y sucesos reales, lo que da realce a la fuerte personalidad y al magisterio artístico alcanzado por Agnieszka.
En los créditos del film se explica que Total eclipse es la historia de Rimbaud «extraída directamente de sus cartas y sus poemas», intención apreciable en los diálogos, pero difícil de creer como estructura del largometraje. Los primeros poemas escritos por Arthur Rimbaud en Charleville son recuerdos e impresiones de su infancia y adolescencia[1]. Algunos —como el soneto Le dormeur du val (punto de referencia en el largometraje)—, brotan del trauma de la guerra franco-prusiana, o tienen que ver con la Comuna de París no mencionada en la película. De septiembre de 1871, es su poema más célebre, Le Bateau ivre, que impactó en el círculo de amigos de Verlaine, hecho que tampoco aparece reflejado en la historia. Respecto a Une Saison en Enfer (único libro publicado por Rimbaud, en 1873) e Illuminations (publicado en 1886 por gestiones de Verlaine), no tienen un peso significativo en la historia narrada. Vayamos ahora a su correspondencia: la de su primera etapa (1870-1875) contiene alrededor de 28 cartas. De estas, a Agnieszka solo le interesan las de su época parisina, belga y alemana, en particular una que Rimbaud escribió a Delahaye desde Stuttgart narrándole, con bastante sarcasmo, la visita que le hizo Verlaine tras su salida de la cárcel. En la película, el encuentro se aborda de manera bastante elíptica, soslayando la pelea que hubo entre los dos poetas. El resto de las cartas son las de su estancia en Chipre y África (1880-1891).
Los agujeros negros en la vida de un creador (y en la de Rimbaud abundan) dan pie a la invención. Es el caso de la inglesa Enid Starkie, conocida especialista en la obra de Rimbaud. Primero, por dar como cierta una supuesta violación sufrida por él en su adolescencia. La segunda, como participante del tráfico de esclavos en África. De la supuesta violación no existe constancia alguna; Starkie solo se basa en especulaciones sobre el poema El corazón robado, fechado por Rimbaud en mayo de 1871, luego de ser testigo de la Comuna de París. Charles Nicholl, biógrafo también de Rimbaud, desmiente lo del tráfico negrero. Según explica, la confusión procede de un documento expedido desde Adén en 1888 y hallado por la inglesa en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores británicos. En él se informa de la presencia del comerciante francés, Remban», como parte de una «gran caravana conducida por Ibrahim Abu Bekr»[2], conocido traficante de esclavos en Abisinia. Pero en la fecha que se redactó el informe original (Starkie solo leyó —según Nicholl— una copia, traducida semanas después, y con fecha de la traducción) Rimbaud se encontraba en Harar, en viaje de negocios con otros comerciantes de la región. Comprobado está que Rimbaud traficó con armas entre 1885 y 1886[3]. En cambio, la acusación de la investigadora inglesa sobre un supuesto Rimbaud traficante de esclavos, resulta falsa.
Aparte de los documentos oficiales, una zona de la información sobre la infancia y la juventud de Rimbaud procede de fuentes como la familia de Arthur, los amigos, o las personas que mantuvieron algún contacto —directo e indirecto— con él. Pudiéramos pensar que, por su cercanía, la fuente parental es la más confiable de las tres, pero no es así. Isabelle Rimbaud —hermana menor del poeta— y su marido, Paterne Berrichon, tras el fallecimiento del genio pretendieron ofrecer de él una versión demasiado idealizada: Isabelle en Mon frère Arthur (1920); su marido, en La vie de Jean Arthur Rimbaud, le poète (1912). Lo peor fue que, guiados por una mentalidad excesivamente conservadora, intentaron expurgar todo signo de irreverencia, ateísmo y amoralidad de su poesía, algo que aflora al inicio del film. Se trata de una escena en la que Isabelle le pide explicaciones a Verlaine por haber publicado una versión de la obra poética de Arthur «no autorizada» por ella y su madre.
Una fuente importante de información sobre la vida del joven Rimbaud se obtuvo a través de su antiguo profesor y confidente: Georges Izambard —Rimbaud à Douai et a Charleville (1927)—; otra procede de su amigo de la infancia y paisano, Ernest Delahaye —Rimbaud (1923); Souvenirs familiers (1925)—. Y la que aporta Paul Verlaine en Mis prisiones (1893), y demás textos (donde no faltan poemas). Imposible ignorar que Mathilde Mauté, esposa del autor de Fiestas galantes, destruyó casi toda la correspondencia cruzada por ambos amigos y que entre esos papeles se perdió La chasse spirituelle, texto desconocido de Rimbaud calificado de genial por Verlaine. Pero en el film estos referentes no son utilizados. En cambio, el testimonio que ofrece Mathilde en su libro Mémoires de ma vie (1935), sí lo tiene para la historia porque en ella se ofrece su versión acerca del conflicto matrimonial que tuvo con Verlaine. Y Agnieszka se vale de él en varias escenas.
Tiene tres partes o momentos: se inicia con el viaje de Rimbaud a París en 1871, invitado por Verlaine y la vida escandalosa que ambos llevan en esa ciudad; una segunda parte en Bélgica, donde se narra el conflicto de los poetas, asunto que culmina con el balazo que hiere en la muñeca a Rimbaud. En esta parte, Agnieszka deja constancia del trato humillante sufrido por Verlaine durante el juicio y luego en la cárcel, escena esta última que recuerda el óleo La ronda de los presos (1890) de Van Gogh. Por último, África, la enfermedad y la muerte del poeta en un hospital de Marsella. Explicado de modo tan sucinto, imposible mostrar las sutilezas y riqueza de tonos del film, o el sentido que adquieren las reiteraciones de imágenes. El personaje de Rimbaud fue entregado al norteamericano Leonardo Di Caprio (1974), de quien la cineasta polaca obtuvo una aceptable caracterización del Rimbaud juvenil. El de Verlaine correspondió al británico David Thewlis (1960), actor de teatro, cine y televisión quien, a pesar de su larga experiencia, mostró algunos desaciertos, el mayor de todos reducir su personaje, en ocasiones, a una simple caricatura, como en las escenas del tren en Bélgica.
A Total eclipse se le señala el defecto de no haber profundizado en el trabajo literario de ambos poetas y centrar demasiado el interés en las relaciones que sostuvieron. Desde mi punto de vista, sin embargo, lo menos logrado de la película tiene que ver con la presencia de Rimbaud en África (escenas filmadas en Djibouti). Estamos, ahora, ante un Di Caprio envejecido a fuerza de maquillaje y superado por un personaje que se halla en la antípoda del anterior. En estas escenas, Djami, su sirviente y fiel amigo, todavía es un niño; pero el verdadero, el que en la vida real acompañó al poeta enfermo desde Harar hasta Adén, junto a dieciséis porteadores en un agónico viaje en camilla que duró doce días, era ya un joven de veinte años, casado y con hijos. Rimbaud le dejó como herencia tres mil francos que la familia de Djami recibió cuando éste último, a causa de la hambruna que azotó a Etiopía, había muerto.
La obra y la personalidad de Jean Arthur Rimbaud siguen marcando el interés de los creadores. No solo poetas, escritores y artistas plásticos, sino también músicos y cantantes se han inspirado a menudo en los textos poéticos del francés. Primero apareció la Pastorale d´été, poema sinfónico, compuesto en 1920 por el suizo Arthur Honegger, con una partitura para cuerdas, instrumentos de viento, madera y trompa. La pieza lleva de epígrafe un verso del poeta: J´ai embrassé l´aube d´été. En 1964, Leó Ferré musicalizó diez poemas de Rimbaud, entre los que se encontraban Les Assis, Les poètes de sept ans y Ma Bohème, tres de los más hermosos de su etapa juvenil. Más tarde puso música también a Le Bateau ivre y a textos de Une Saison en Enfer (1982). Bob Dylan es otro cantautor fuertemente atraído por la obra del poeta, lo que se refleja en la conocida pieza You Gonna Make Me Lonesome When You Go, del album Blood on the Tracks (1975). Curiosamente, el único largometraje de ficción sobre el poeta, hasta ahora, es el de la directora polaca, coproducción realizada por Reino Unido, Francia, Bélgica e Italia. •■
Notas
1. Existen algunos poemas escritos en latín de su época de estudiante que solo interesan a los biógrafos y especialistas en la obra rimbaldiana.
2. Charles Nicholl, Rimbaud en África, Anagrama, 2001 (págs. 371-377).
3. «No penséis —le advierte el poeta a su familia desde Tadjourah, Abisinia, el 3 de diciembre de 1885— que me he convertido en un traficante de esclavos. Las mercancías que importamos son fusiles (viejos fusiles a pistón reformados hace cuarenta años que valen en los antiguos comercios de armas viejas en Liege o en Francia 7 u 8 francos por unidad) para el rey de Choa, Menelik II, al que se los venden por unos cuarenta francos». (Arthur Rimbaud, Prometo ser bueno. Cartas completas. Barril Barral editores s. l., 2009, pág. 180).
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