Esencia y Vida

La obra de Abelardo Molina es el reflejo de unas manos que han sabido acariciar la vida. Entre dibujos, pinturas y esculturas el artista ha construido un camino que recorre más de cincuenta años de carrera artística profesional, razón que se convierte en un motivo para conmemorar. A propósito, en el mes de julio quedó inaugurada en la Casa Museo Oswaldo Guayasamín (La Habana, Cuba) la exposición Esencia y Vida,(1) una muestra que resume una parte de la creación plástica de Abelardo Molina durante sus años de oficio. 

En la exhibición se advierte el interés del autor hacia la escultura, en especial la talla en madera, una zona dentro de su quehacer que bebe de los referentes de la pintura y el dibujo. El artista se ha concentrado en explorar las formas tridimensionales y las texturas para transformar la sobriedad y la dureza de la materia en movimiento y armonía. La pincelada y el tallado se convierten en cómplices en el acto de concebir una pieza.                

A través de sus obras ha sabido proyectar su verdad, una que es creadora y apasionada, que se apoya en sus experiencias. Cada una es como un portal hacia el mundo de Abelardo Molina, para expresar y confrontar las interioridades más profundas de su ser y las inquietudes sociales. De esta manera, plasma sus visiones más audaces y consecuentes con su tiempo y su país. Su poética nos introduce en los senderos del surrealismo y de la abstracción, sin negar su formación académica. Sin embargo, la exposición ofrece una búsqueda de paisajes emocionales que trascienden el tecnicismo de las obras. En cada línea tallada hay una expresión auténtica que nos lleva a la serenidad y a la contemplación.

Las líneas onduladas son las protagonistas, se entretejen unas con otras para fundirse en una danza. Son las encargadas de las formas, para dar movimiento y suavidad a las piezas y, en consecuencia, a la exposición. A su vez son seductoras como si quisieran dibujar el vuelo de un ave, el nado de un pez o la silueta de una mujer. A simple vista son esculturas que causan gran placer estético. Llama la atención las fragancias que se desprenden de las obras, pues el aroma del cedro y del ébano nos transporta a los campos cubanos.