Arts Santa Mònica
por: Manel Vallés
Arts Santa Mònica, es en la actualidad un espacio dedicado a la exploración de la creatividad y la innovación de la cultura digital y sus múltiples formatos y lenguajes artísticos. Inaugurado en 1998 con el nombre de Centro de Arte Santa Mónica, pasa desde entonces por diversas etapas hasta llegar a ser lo que es hoy. Así, desde que en el 2009 dejara de ser un centro de arte, cultura y pensamiento bajo tres ejes temáticos fundamentales: arte, ciencia y comunicación, atraviesa una etapa de reactivación y ajuste en relación con otras instituciones similares del estado catalán. Aunque, de hecho, este aspecto es visto por algunos artistas y colectivos artísticos con aparente recelo, pues como centro de las artes era apreciado dentro del circuito del arte contemporáneo de Barcelona.
Sin embargo, en el marco de la representación multiartística de la ciudad,la finalidad no reside solo en aquellas cuestiones artísticas complejas a partir de objetivos comunes, sino en el ir resolviendo esas mismas manifestaciones culturales desde una óptica voluntarista por parte de las autoridades; lo que significa de entrada un planteamiento diferencial como lugar de concentración y análisis. El hecho de que, finalmente ahora, un equipo de gobierno defina ese marco diferencial como centro de la creatividad, viene a confirmar que, más que otros espacios de arte contemporáneo, lo que necesita esta ciudad es un lugar en el que se desarrolle esa cultura contemporánea en toda su plenitud, sin caer por ello en reduccionismos de ninguna clase.
Evidentemente, esto no implica que no se puedan reivindicar más espacios artísticos para la ciudad, pero lo que queda claro para nuestras autoridades es que no se puede jugar con el modelo y marco referencial político y social en el que se van a desarrollar determinadas propuestas futuras (algo que para quien haya trabajado en algún organismo público entenderá perfectamente). Si esta es además una cuestión de procedimiento, entonces quizás, deberíamos dejar que dirigiera Arts Santa Mònica un sociólogo, un antropólogo o, incluso, un psicólogo del arte. Pero no se trata aquí de herir susceptibilidades, sino de encontrar la mejor manera de proyectar un concepto concreto. Así, desde el ámbito de la sociología o la psicología, se establecen parámetros de su misma condición a partir de las artes y de sus adhesiones estéticas; como en el caso del coloquio organizado por el Departamento de sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), «Crisis cultural y cambio artístico», o el organizado por el Grup de Recerca en Antropologia i Pràctiques Artístiques, «Llindars entre l´antropologia i l´art», en el cual se analizaron los lazos que unen a ambas disciplinas (arte y antropología) con relación a su campo conceptual, tecnológico y metodológico.
Como apunta Pierre Bordieu: «una de las causas principales del error en sociología reside en su relación incontrolada con el objeto». Podemos extraer, así, la conclusión dialéctica de este formato que supone un arreglo a partir de una cierta dosis fenomenológica. Pero quizás, quien mejor expone el caso es Kant, el cual, según diversos autores, inaugura la disciplina estética tal y como la conocemos hoy en día en relación, sobre todo, a la apariencia de la realidad objetiva y su experiencia a partir de las facultades del conocimiento. Tampoco podemos dejar de lado (si queremos resumir la cuestión de la creatividad) su enfoque, sobre todo a partir de modelos fisiológicos de conocimiento. Como el del caso de Francis Galton, pionero sobre los estudios de la inteligencia en los que desarrolla sus teorías a partir del marco naturalizante de la época. En ese sentido, otra lectura añadida sería asociar la idea de la creatividad con el de la creación y conservación de las cosas o, incluso, con el de la interpretación de la evolución del mundo (aunque esta acabe siendo una descripción de hechos más que una teoría explicativa propiamente dicha). Pero el caso es que por muchas referencias que podamos tener, no es sino el entorno quien decide dichos objetivos, quien revaloriza una determinada escena.
La idea de cultura que nace en el Renacimiento a partir de la confluencia de intereses entre la burguesía pujante y la comunidad artística, es un primer paso hacia una sociedad del conocimiento que ya percibe el sentido de pertenencia de unos valores temporales en absoluto erráticos. Poco a poco, el paso del tiempo hace que esta relación se vaya estrechando hasta el actual marco de la cultura contemporánea, donde la creatividad aspira a desarrollarse desde su génesis marcándose el objetivo de influir decisivamente en la concepción básica de la realidad y, consecuentemente, en la inteligencia y verdad del hombre. Esta actitud acaba convirtiéndose en eficiente a partir de su apreciación didáctica i/o lúdica, ya que si por algo se distingue esa misma creatividad es porque acoge normas y valores para entregarse a la labor creadora, a la vez que combate la actividad manipuladora y la falta de orientación.
En realidad, el papel de la creatividad reside, precisamente, en su bagaje específico dentro del canon cultural. De ese particular, se entiende que no es una realidad dentro de otra realidad, sino que representa los polos ontológicos en un contexto x determinado. Aparece, pues, no como un significado, sino como una entidad. Así, la creatividad es interacción no lineal entre la inteligencia y la ética (toda persona ética es creativa). De esta relación se deducen unos principios básicos: información, predicción, control, ambiente, verdad, falsedad, creatividad, destructividad, trivialidad, felicidad, infelicidad… A partir de aquí, la creatividad vendrá dada por la relación entre la inteligencia y ética de esa persona.
Para algunos teóricos, la creatividad es una subdimensión de la inteligencia. Sin embargo, J.P. Guilford se refiere a ello como producción divergente. Con esto, el autor considera un error ciertas teorías que confunden imaginación, creatividad e inteligencia. Basta con añadir a ello, que funciona como un barómetro que mide la actividad social y el nivel cultural de un país, pues bajo su influencia hay fuerzas que participan en resolver el eje central y los conflictos que se van sucediendo en esa misma sociedad. Por otro lado, representa también la excelencia de la imagen al margen de su representación, sin por ello caer en derivas iconoclastas. En cualquier caso, es el museo quien garantiza la continuidad de ese juego y quien tiene, tambien, la capacidad de alterarlo.