GALERÍA ARTEPOLI
TANIA ROSA: ¿Qué importancia concedes a las expresiones artísticas en la sociedad?
MARÍA MORENO: Los infantes poseen una capacidad innata y maravillosa para evocar con facilidad los objetos de su deseo y anhelo. Sin embargo, en el ocaso de su infancia, aquellos que conservan este don exuberante, son catalogados por la sociedad como poetas, artistas o, a veces, como locos.
Es esencial que cada ser humano disponga de un medio para articular y expresar sus emociones, no limitándose únicamente al lenguaje verbal, sino abriendo un espectro de manifestaciones simbólicas o codificadas que permitan comunicar su mundo interno. Se hace imperativo fomentar un diálogo a través de las artes: la música, la danza, la pintura… todas ellas son vehículos de creación e ilusión.
Expresarse libremente es una necesidad vital. A través de la música y la paleta de colores, busco plasmar aquellos sentimientos que emergen de las profundidades de mi ser, clamando por liberarse. Al trasladar a un lienzo un retrato auténtico de mi alma, me permito explorar una diversidad de técnicas y corrientes: ya sea en lo abstracto, lo figurativo, lo conceptual o lo surrealista.
En esta sinfonía de ideas, donde sueños oníricos y visiones místicas convergen, se despliega una energía interna que brota de lo más profundo del alma. Esta fusión de la pintura y la poesía se convierte en un verdadero proceso de sanación, una terapia impregnada de luz y color. La pintura me brinda la capacidad de elevarme hacia esas dimensiones donde los sueños son inalcanzables, permitiéndome trascender los límites y convencionalismos impuestos. Pienso que los sueños son posibles. ¡Se pueden realizar!
TANIA ROSA: ¿Cómo ves tu propia obra?
MARÍA MORENO: El color es un elemento crucial en mi trabajo, puedo utilizar colores cálidos, diferentes tonalidades o saturaciones para crear una atmósfera o un sentimiento específico. En mis mundos oníricos es una manera de conectarme con algo más grande que nosotros mismos, de entender el mundo y nuestro lugar en él, un catalizador de emociones profundas y una fuente de conexión.
El arte trasciende más allá del tiempo, más allá de nuestra existencia, descodificando patrones que ya no nos sirven en la necesidad de plasmar, para canalizar, todo lo que como observador no me identifica. Un artista es un lobo solitario, incomprendido. Cada trazo es una decisión, un mensaje subliminal. •
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