Para conocer a fondo la obra de Patrizia Casagranda debemos operar con el cuidado de un arqueólogo que rescata de la tierra un escondido, valioso, desconocido y delicado esqueleto fósil. Y esa actitud de investigar, de profundizar, no es frecuente en nuestros tiempos, la mirada del espectador tiende a ser cada vez más inmediata y su lectura cada vez más fragmentada.
Lo primero que salta a la vista en sus obras es el carácter urbano de las mismas, se trata de piezas matéricas en las que lo táctil -el relieve- juega un papel tan importante como el uso de las letras. Aquí es frecuente el uso de la tipografía como parte del retrato, de estos retratos que hace a mujeres de mirada inteligente y de belleza interna. La base fotográfica de sus imágenes gráficas nos revela su formación como diseñadora. Solo que los recursos del diseño no están empleados de forma utilitaria o informativa sino como expresión plástica que remite a la urgencia, a la condición inmediata de la denuncia. Hay una semejanza visual con el mundo de la gráfica, pero sus piezas no pretenden funcionar como carteles, solo juegan a serlo desde la condición de obras de arte.
Por su factura recuerdan aquellas paredes que nos gritan cargadas de carteles superpuestos y arrancados, paredes que casi se derrumban en ciudades como Berlín y muchas otras a causa de la multitud de capas de papel con las que cargan. Y como protagonista de ese fondo siempre está la mujer; la mujer real, alejada de toda cosificación, la mujer en toda su amplitud y diversidad, no aquella de los anuncios comerciales, imagen de debilidad y dependencia perpetuada por el patriarcado.
Patrizia representa a la mujer en todas sus facetas, subvierte la condición de objeto a la que ha sido confinada por la historia de la representación y la hace protagónica, porque se refiere a ella como ser pensante, activo, que observa a la vez que es observado.
A través de una malla de anchos agujeros, reproduce figuras que parecen salidas de una imprenta, ampliaciones de figuras formadas por tramas de puntos típicas de la imagen impresa, como en sus tiempos hizo Roy Lichtenstein a partir del cómic. Es una obra fuerte, irreverente y muy política, pero no panfletaria, nos interpela y nos hace reaccionar ante nuestros propios prejuicios.
El lenguaje del graffiti no es aquí un fin en sí mismo sino un recurso. Incorpora el sabor del arte urbano a sus piezas, pero rebasa la inmediatez del mismo para entregarnos un producto mucho más complejo, un producto artístico que no se deja descifrar a la primera mirada. Sus obras necesitan ser observadas por el espectador de manera mucho más pausada que la de un graffiti común.
Gratitud es el título de su muestra-instalación colateral a la Bienal de la Habana. Este proyecto será expuesto en la Galería Kahlo durante el presente año. Estos trabajos muestran la relación de esta artista alemana de origen italiano con Cuba. Es a través de Rober González, representante-gestor de arte en ARCH-Always on Target, que la creadora ha materializado estas exposiciones en la isla, quien desde el primer momento prestó atención a la obra de Patrizia y pudo augurar lo importante que puede ser su presencia para el evento. A su vez, la artista ha recibido total apoyo e ideas para exponer su proyecto-instalación Gratitud por parte del especialista y anfitrión de la galería Kahlo, Yuniel D`Casal.
Sobre su reciente trabajo la artista nos dice: «Me ocupo de temas sociales y actualmente estoy trabajando en una serie llamada Diversidad: retratos de diferentes culturas y religiones del mundo»1 . Su instalación Humanity será presentada también durante el presente año. Retratos de mujeres cristianas, judías, islámicas, budistas e hindúes dialogan aquí como una propuesta de respeto y comprensión entre las religiones. En esta extensión de la XIV Bienal de la Habana, a celebrarse en la ciudad de Matanzas, dentro del macro proyecto especial Ríos intermitentes de la profesora María Magdalena Campos Pons, en el que participan diversos artistas nacionales y foráneos. Patrizia Casagranda expondrá la ya nombrada instalación en la Oficina del Historiador de la cudad. La muestrá se realizará en espacios abiertos ( una propuesta de Erich González Triana, artista contemporáneo matancero, quien colabora con la creadora en lograr que su arte llegue también a la Atenas de Cuba).
La artista apuesta en su trabajo por la equidad entre las diferentes creencias y religiones, por un pensamiento de justicia y reivindicación de la mujer que supera los prejuicios con respecto a los cánones de belleza y al racismo que en estos patrones abunda. La calidez humana de su trabajo nos hace sentir cerca de sus creaciones porque se trata de un discurso horizontal, muy alejado de aquel otro «artista-genio» que mira desde arriba. La artista escapa de todo tipo de manierismo, de todo tipo de edulcoración, se distancia de lo postizo, de las poses, vibra con nosotros y nos hace vibrar con un optimismo más real que utópico y más auténtico que soñado. Con un balance muy sólido entre lo expresivo y lo conceptual Patrizia Casagranda, sin afeites, nos ayuda a construir un mundo más desprejuiciado y humano. •
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