Nuestra contraportada ostenta esta vez una obra muy fresca -e impactante al mismo tiempo- de Noel Morera, artista que también está presente en este número con tres obras más; dos de ellas emitiendo un discurso visual paralelo a un texto reflexivo que acompañan y la tercera en la sección Literatura Artepoli, en la que uno de los poemas de Ovidio Moré le va a tal exacta medida que sospecho que esta vez, en vez de la imagen ilustrar el texto, ha sido el poeta quien ha escrito inspirado en su pintura.
Conocemos ya la obra de Noel por haber estado en nuestras páginas cuando en el número XXVIII salió a la luz un artículo sobre su obra, en el que se manifestaba que estamos ante un artista «libre hasta de sí mismo», porque no se encasilla dentro de unos límites estilísticos limitados sino que su constante investigación lo lleva a improvisar todo el tiempo. Desde este punto de vista su pintura es como el jazz, no encontramos en ella dos interpretaciones iguales.
La espontaneidad es la primera posición que salta a la vista en toda su producción. Como declara Carmen Pallarés en su artículo sobre el artista en C de Cuba. Cuban Art Magazine «Las obras de Noel Morera son bravas. Desprenden una ajenidad al sometimiento que, en los tiempos que corren, resulta admirable.»
En esta obra específica, titulada Yo varias veces, el artista parece afirmar su versatilidad, es un autorretrato de su pluralidad, incluso de las contradicciones que implica ser tan inquieto. Parece encarnar a Walt Whitman cuando afirmaba lo positivo de esta condición y decía «Sí, me contradigo. Y ¿qué? (Yo soy inmenso, contengo multitudes)» en su poema Canto a mí mismo.
El uso del plumón aporta a esta pieza un sabor de atrevimiento grafitero, se afirma como un valor expresivo la intrascendencia; lo abierto y natural del sencillo trazo nos habla de la ausencia de pretensiones con que fue realizada la pieza. La falta de planificación, la inmediatez, la falta de afeites… manifiestan sinceridad.
Como bandidos nos aprovechamos de esta muy bien diseñada obra para llevarla a nuestra contraportada y contaminarla con las letras de nuestro sumario, diseño integrador que nos favorece. Por eso, además de exhibirla por fuera, aquí la ofrecemos por dentro, intacta, para que el espectador pueda disfrutarla tal como es, habiendo salido ilesa de nuestras tergiversaciones en la contracubierta.