En la frontera del miedo
En la frontera del miedo
Estamos hartos de sacralizar el silencio
Transgredir es un acto que en Latinoamérica es inherente al ser humano. Nuestros territorios cargan con una historia larga de dictaduras y atropellos desde el momento primario de la idea de las colonias y luego, su paso por las diferentes conformaciones de los estados/nación.
La conformación de estas patrias -en su sentido estructural- se da sobre ciertos andamiajes muy bien pensados, con actores que definirán el futuro de los pequeños y grandes territorios de estas latitudes. En nuestro caso específico de estudio, Guatemala, el actor principal fue el económico. Su ánimo independentista de la corona española fue eminentemente monetario, fundando así un estado/nación exento del tributo colonial y sentado sobre bases poderosamente excluyentes, racistas y clasistas. Uno de los aliados principales fue la religión, cuyo instrumento de dominación fue el miedo.
El arte contemporáneo en Guatemala posee ciertas características que, son necesarias de mencionar, para poder abordar con propiedad el trabajo de Álvaro Sánchez. En Guatemala vivimos en un pequeño feudo por su modelo económico y religioso, en una modernidad tardía producto de la cooptación de los espacios de pensamiento y la desarticulación de la colectividad y en una visión posmoderna por sus aspiraciones. De todo este contexto, vivimos en un aparente ambiente de tranquilidad plagado de violencia sistémica.
I. ¿Cómo se aborda la obra de Sánchez bajo estos antecedentes?
En principio, afrontar lo que se ve. Lo que se ve, remueve, incomoda. Sánchez no resuelve sus piezas en el marco de la belleza tradicional o la experiencia estética que tanto reclaman muchos pintores, dibujantes y escultores desde la academia y desde el ejercicio de producción de arte de vanguardias y modernismo en la contemporaneidad. ¿Hay técnica? La hay ¿le importa al artista? En su calidad sí, en su finalidad no. El collage es un medio de constante exploración y experimentación que utiliza para comunicar.
Se sabe con certeza que Sánchez no explora estéticas personales en la búsqueda de un reconocimiento como la tradición de las formas modernistas que han predominado en Guatemala. Abordar la obra de Sánchez por periodos es conocer a diferentes artistas que, resultan ser uno solo.
Dentro del marco de este escrito, podemos mencionar las etapas del artista a la brevedad: Collage digital (originales múltiples de series cortas), pintura gestual, collage a mano sobre madera, retrato anónimo contemporáneo y collage a mano sobre papel. Se menciona la salvedad del collage sobre madera y sobre papel porque, técnicamente son un mismo medio pero discursivamente son diferentes.
La obra que nos atañe en este momento, es un manifiesto.
II. En la frontera del miedo.
En un sistema que se sostiene con el miedo y la coacción en diferentes expresiones de sus relaciones de poder y de dominación, suceden implosiones en las dinámicas sociales y la cotidianidad de las personas. Los rompimientos de las estéticas también deben suceder en la cotidianidad, puesto que han formado parte de los statements del poder tradicional.
Un claro ejemplo de ello son las estéticas corporales, los íconos religiosos, los códigos de color y las maneras de abordar la forma del paisaje y del territorio. Cuando nos referimos a la obra de Sánchez, es justamente eso, una manera de romper con el esquema de tradición estética corporal, religiosa, territorial y colorista.
En el artista en general (como sujeto económico), la retribución económica es un sinónimo de validación por parte de quien colecciona o adquiere las obras. Por lo general, en nuestro territorio, el artista cede al cumplimiento de las estéticas convencionales para asegurarse un flujo monetario más o menos estable. Por otro lado, en el caso específico de Sánchez (y de un grupo de artistas contemporáneos de Guatemala y Centroamérica) la experiencia estética es distinta, ya que no corresponde en absoluto con los cánones de belleza de occidente en general. De ninguna manera se afirma que por ello, el trabajo de Álvaro y de los otros artistas de los que se hace la salvedad, sea un trabajo mediocre o malogrado, al contrario, el nivel técnico y el refinamiento son indiscutibles (como Bacon por ejemplo).
En la frontera del miedo, se transgrede el temor económico e ideológico. En ella se encuentra el salto de fe, la certeza del camino recorrido y la valentía por las palabras pronunciadas ¿quién las puede devolver a los labios? ¿Quién retorna las balas a la pistola? Porque tener un manifiesto artístico es afrontar una estructura social y económica con la palabra y las ideas.
III. Estamos hartos de sacralizar el silencio.
Lo sagrado es un instante, el momento en que el creador da la vida a la obra y trasciende a partir de ella. Y no, no es un pensamiento que busca romantizar el oficio artístico o convertirlo en experiencia mística. Lo sagrado es, lo que alguien debe, en su escala de valores, resguardar. El arte en todas sus manifestaciones es, en su sentido utilitario, un amplio registro historicista. Todo arte es político e incluso, cuando se ignora esto, se convierte en un silencio cómplice de un sistema. Hay arte político y arte panfleto, hay arte que desde la degradación de su forma muestra la de la sociedad (si no lo cree así, observe con detenimiento las fotografías).
¿Por qué validamos arte mudo? ¿Por qué se promueve arte “bello” pero vacuo? ¿Quién posee la valentía de tener un cristo mutilado o un sujeto descarnado como los que Sánchez propone en este momento? ¿Será porque des-sacraliza el concepto que el símbolo ha resguardado? O estamos tan acomodados que preferimos obviar los símbolos y conservarlos. Quizá el crucifijo pasó a ser un adorno, ya no un símbolo. Siempre es más fácil transgredir cuando no se es el transgresor. El crucificado fue un transgresor y su condena fue la tortura y la muerte.
Nos dicen que nos callemos si no podemos aportar nada. Nos hacen creer que no se puede criticar sin tener una propuesta, pero nadie nos dice que la crítica es una propuesta, desde el análisis de las situaciones. Estamos hartos de sacralizar el silencio y hacer pasar este silencio por sabiduría. Desde las paredes, la obra de Sánchez grita, anula el silencio.
Hay quienes hablan desde sus privilegios y quienes, cuestionan sus privilegios, pero es necesario estar consciente de ello. Nuestro artista en cuestión, hace constantes cuestionamientos sobre el acceso a muchísimas fuentes de información, educación formal, formación artística, viajes y entendimiento de otros artistas y otros sistemas. En este entendimiento, el artista reconoce que después del techo de cristal hay una atmósfera, de la cual respiran todos. Después del techo de cristal está la cima y después de la cima no existe nada…
Por: Diego Ventura Puac-Coyoy
Lo sagrado es un instante, el momento en que el creador da la vida a la obra y trasciende a partir de ella. Y no, no es un pensamiento que busca romantizar el oficio artístico o convertirlo en experiencia mística. Lo sagrado es, lo que alguien debe, en su escala de valores, resguardar.