Yoko Ono y el Fluxus

Por: Sonia Barroso

En la década de los sesenta y setenta Yoko Ono juega un papel protagonista y realmente influyente en la gestación y desarrollo de las tendencias más carismáticas del arte vanguardista de entonces: el arte conceptual y el movimiento Fluxus. 

Su papel en Fluxus empieza en los propios inicios del mismo, en la configuración y desarrollo de un grupo cuyas actividades comienzan en el ámbito de la música pero con horizontes multidisciplinares. En contra del capitalismo y la idea del arte como objeto, los artistas de este movimiento hacían obras imposibles de vender. Debido a ello nacieron los conocidos happenings, manifestaciones artísticas en las que el público lograba una interacción con los intérpretes, y entre esa relación se creaba una obra que se disfrutaba por medio de los sentidos; al finalizar la pieza esta ya era solo un recuerdo.

Los Chambers Concerts, que son considerados hoy como el catalizador inicial más importante en la aglutinación de Fluxus, fueron planificados por Yoko Ono. Se desarrollaron en doce fines de semana a lo largo del periodo de 1959 a 1961. Estos eventos se convirtieron en un magnífico foro de intercambios entre los artistas más vanguardistas del momento, en los que la experimentación y la búsqueda de nuevos caminos para el arte fueron la constante. Los artistas de Fluxus rompieron las fronteras del arte, utilizando sonidos cotidianos y ampliando el campo perceptivo de los espectadores. 

Adepta del arte conceptual, en el cual las ideas son el motor y la esencia de la obra de arte, Ono llegó a organizar conciertos en los que el público tenía que imaginar por sí mismo la música. Gran parte de la obra de la artista trata de temas como la libertad de pensamiento, la paz, la lucha contra el racismo, la homofobia o el sexismo. Además, los trabajos de Yoko Ono supusieron las bases para el desarrollo posterior del Performance Art.

En el otoño de 1955, Yoko Ono escribió su primera obra de instrucción, titulada Lighting Piece. La pieza consistía en encender un fósforo y observarlo  hasta que se consumiese.

En el periodo de los sesenta y setenta Ono realizó sus piezas más significativas. Instructions for Painting (1962) fue desarrollada en una galería en la que solo se encontraban recortes con ciertas instrucciones para crear una pintura única, imaginaria o atemporal. Muchas de las reglas escritas en esas hojas necesitaban del viento o algo más para ser compuestas, por lo que nunca se obtendría la misma pintura aunque se intentase.

Una de las obras de arte conceptual que ha pasado a la historia ha sido Cut Piece (1964). Yoko Ono se sentaba en el lugar del performance mientras los espectadores podían tomar unas tijeras y desgarrar su ropa. La artista buscaba que las acciones de aquellas personas marcaran la verdadera obra. 

En Promise Piece (1966) Yoko Ono rompía un jarrón en el escenario pidiendo al público recoger los trozos del mismo, prometiendo volver a reunirse al cabo de diez años para recomponer el jarrón. Un año después realiza la pieza Half-A-Room, desarrollada en una habitación donde todos los objetos estaban partidos por la mitad y pintados de blanco, representando así la ambigüedad humana.  

En los años setenta destaca Air Dispensers (1971), obra que versa sobre el aire. Según Yoko Ono el aire es lo único que todas las personas compartimos. En este mismo año también realizó Water Event. Amigos de la artista, como Andy Warhol o Bob Dylan, participaron en esta obra llevando agua para completar la exposición, representando de esta forma el igualitarismo.

Más tarde, ya en la década de los noventa, compone Blue Room Event (1996). En una habitación las paredes sirvieron de soporte a breves textos, escritos por la misma artista, para que el espectador,  a través de su imaginación, crease un espacio ideal  en su mente.    

Arising (2013) o Action Painting (2014) son dos de las últimas obras fundamentales de Yoko Ono. En la primera, la artista pedía a varias mujeres que mandasen una foto de su mirada y añadiesen un testimonio propio en el que narrasen un episodio de violencia de género. En la última pieza Ono pintaba con tinta varios lienzos de grandes dimensiones. 

En definitiva, Yoko Ono es considerada una de las artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, ya que a partir de sus múltiples innovaciones en diversos campos artísticos ha ampliado las fronteras del arte, dejando así un terreno fértil para las generaciones futuras.  •

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