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Guggenheim Bilbao
Georges Seurat / Enganche de dos caballos (Attelage à deux chevaux), / Crayón conté sobre papel. / 23 x 30 cm. 1882–83 / Musée de la Faïence et des Beaux-arts Frédéric-Blandin, Nevers Foto © RMN-Grand Palais / Gérard Blot

Bellas Artes

SERRA/SEURAT

Departamento de Comunicación y Marketing del Museo Guggenheim Bilbao

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SERRA SEURAT

El Museo Guggenheim Bilbao presenta Serra/Seurat. Dibujos , la exposición que reúne una selección de 22 dibujos del maestro de finales del siglo XIX Georges Seurat, que a su vez dialogan con los dibujos de Richard Serra, gran admirador del anterior y, sin duda, uno de los artistas más relevantes de nuestros días. A pesar del tiempo que les separa, ambos artistas coinciden y destacan por haber trabajado el dibujo como un fin en sí mismo y haberlo llevado a nuevos niveles, dotándolo de unas características innovadoras y extrapolándolo a otros ámbitos de su obra.

Los dibujos de Georges Seurat fueron muy valorados por artistas de su época como Maximilien Luce, Vincent Van Gogh, o Paul Signac, quien en 1899 los describe como “los dibujos de pintor más bellos que existen”, y siguieron siéndolo por parte de artistas posteriores como Henri Matisse, Pablo Picasso, Henry Moore, Bridget Riley o el propio Richard Serra.

Seurat fue capaz, con medios muy simples, de hacer surgir formas de la oscuridad del conté sobre el papel blanco. Esto es a lo que se refería Serra al decir ““El peso del dibujo se deriva no solo del número de capas de pintura, sino principalmente de la forma particular del dibujo. Es obvio —desde el Cristo de Mantegna hasta las manzanas de Cézanne— que las formas pueden implicar peso, masa y volumen”.

En los dibujos de Seurat tiene especial importancia el soporte que utiliza, el papel. En la mayoría de las ocasiones elige un papel francés hecho a mano, el Michallet , que se caracteriza por sus irregularidades, su textura pesada y sus ondulaciones o crestas, casi imperceptibles a la vista, pero no para la barra de conté que desliza sobre su superficie. Más allá de su destreza técnica en la ejecución, podría decirse que Seurat “siente” el papel y lo dota de vida, dejando que absorba la cantidad de crayón justa para crear las luces, volúmenes y contrastes que hacen que pueda considerarse uno de los maestros del dibujo.

Este conocimiento del material que distingue a los grandes artistas lo descubre Richard Serra ya en su etapa de estudiante junto a Josef Albers, expresándolo con estas palabras: “Una vez que se entendía la lección básica de que el procedimiento estaba dictado por el material, uno también se daba cuenta de que el material imponía su propia forma a la forma.” 

Así, Richard Serra ve pronto que la escultura no se somete solo a la talla, el modelado o la fundición, sino que los materiales tienen gran influencia en la experiencia espacial que generan. También dota al dibujo de una trascendencia y, más allá de servirle como medio para otros fines, lo convierte en un lenguaje autónomo y va sometiéndolo a nuevas técnicas, formatos y materiales. En sus dibujos Ramble, serie que inicia en 2015, Serra, al igual que Seurat, se recrea en los materiales, como el papel japonés hecho a mano cuyo proceso de fabricación hace que las fibras generen diferentes “accidentes” y cada hoja sea distinta a los demás. Así, ningún Ramble es igual a otro, tanto por la manera en que el artista incide sobre el papel como por el modo en el que éste reacciona.

En los dibujos Ramble Serra aplica el crayón litográfico con dos métodos diferentes, uno de transferencia y otro de marcado directo sobre la hoja. En el primero, el grado de presión determina el mayor o menor grado de la transferencia y, por lo tanto, lo que en unas obras parece una ligera bruma, en otras se convierte en una masa oscura y borrosa. 

Por su parte, la aplicación directa permite que la cantidad de material graso empleado sobre el papel sea más controlable y genere un resultado muy diferente y fascinante en todos sus matices. Serra crea estas obras en una escala ponderada, si bien no se resiste a dotarlas de cierta monumentalidad al disponer 33 de los dibujos Ramble más pequeños en una retícula definida por tres bandas de once. Con esta configuración, el artista comparte con el espectador el proceso seguido para realizarlas, llevándole a percibir los efectos que cada impresión genera sobre los papeles únicos.

Una actividad esencial

Como el mismo Serra explica en 1977, “el dibujo es el espacio más directo y consciente en el que puedo trabajar. Puedo observar el proceso de principio a fin, y a veces mantener la concentración durante largo rato. Es reparador. Es una de las pocas circunstancias en la que puedo entender la fuente de mi trabajo”.

También para Seurat el dibujo también es una actividad esencial, y así lo demuestra lo tarde que empezó a pintar y la escasez de sus pinturas, frente a los cientos de dibujos que realiza. Su coetáneo Paul Signac ensalza y reconoce su importancia: “el resultado de los estudios de Seurat fue su juiciosa y fértil teoría del contraste, a la que sometió todas sus obras. Primero lo aplicó al claroscuro: con estos sencillos recursos, el blanco de una hoja de papel Ingres y el negro de un lápiz Conte, hábilmente degradado o contrastado, ejecutó unos cuatrocientos dibujos, los dibujos de pintor más bellos que existen. Gracias a la perfecta ciencia de los valores, podemos decir que estos blancos y negros son más brillantes y coloridos que muchas pinturas.”

El dibujo y la pintura de Seurat pueden parecer mundos separados, pero su profundo conocimiento del color, que aplica fragmentado en sus lienzos, se refleja antes en sus dibujos en blanco y negro. Como el color no deja de ser un efecto de la luz, conocer a fondo las gradaciones y combinaciones cromáticas sirve para, en ausencia de color, iluminar la máxima oscuridad del negro.

Estas palabras de Serra del año 2000 redundan en esta idea sobre el negro: “it’s definitely a color. (…) As soon as you think of Seurat drawings you think of black as a color”. Georges Seurat es un maestro iluminando tanto la oscuridad como la claridad, una labor si cabe más complicada ya que cuando el contraste es menor resulta más difícil conseguir ese efecto. Su uso casi puntillista del granulado del papel le permite en ocasiones trabajar “en negativo”.

En constante evolución

En esta exposición puede apreciarse la evolución de los dibujos de Seurat tras su paso por la escuela de Lehmann y su posterior abandono de la misma y, con ello, de la senda “tradicional”. Atrás quedan también los dibujos que realiza, algunos con lápices de colores, durante el servicio militar, en los conocidos cuadernos de Brest, que suponen el camino hacia la ruptura definitiva del artista con el academicismo y el inicio de su lenguaje maduro.

Los pequeños dibujos, probablemente también procedentes de un cuaderno, Pareja sentada (Couple Asiss, ca. 1881) y En mangas de camisa (En bras de chemise, ca. 1881) evidencian sus intentos de ruptura con el delineado tradicional, mediante un sombreado rayado diagonal, enmarcado por breves líneas entrecortadas. En Enganche de dos caballos (Attelage à deux chevaux, 1882–83) bosqueja con movimientos cortos y enmarañados la masa de la forma principal, la de los dos caballos y el cochero, ocupando toda la hoja con trazos similares -pero con menos densidad de crayón- y creando un continuum solo matizado por el cambio de dirección en la ejecución y la concentración de material. Algo similar sucede en La lámpara (La Lampe, 1882–83), si bien el resultado es más pronunciado al hacer desaparecer el cuello y la barbilla de la figura femenina en la oscuridad profunda del crayón, dejando que la lámpara enmarque su rostro y tome presencia a pesar de que apenas se proyecta luz en el resto de la escena.

El dibujo de Seurat evoluciona en su etapa de madurez de forma vertiginosa, como atestiguan no solo los paisajes en blanco y negro de esta época, de una modernidad impresionista—como El muro del camino (el bosque) [Le Mur du chemin (La Forêt), ca. 1883] o Troncos reflejados en el agua (Homenage a Stéphane Mallarmé) [Troncs d’arbres se reflétant dans l’eau (Hommage à Stéphane Mallarmé)], 1883–84)—, sino también las figuras tumbadas, sentadas o paseando por un camino en una noche clara, como las de Paseo nocturno (Promenoir, ca. 1882).

Seurat sigue experimentando y trabajando sobre el papel hasta al final de su breve trayectoria, lo que se manifiesta claramente en su pintura y se hace palpable en obras de esta exposición como Estudio para Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte: detalle de falda (Étude pour “Un Dimanche d’été à la Grande Jatte”; détail de jupe, 1984-85) o Una noche, Gravelines (Un Soir, Gravelines, 1890).

Seurat bosqueja este paisaje rápidamente, pero sin perder la oportunidad de crear claroscuros y ocupar toda la superficie del papel. Finaliza este recorrido la bella escena La vela blanca (Le voile blanche, 1890), uno de sus últimos dibujos, en el que la luz emana de una pequeña vela que domina la composición, para la que el artista francés no escatima en detalles y emplea hasta el último rincón del papel, algo que conecta con los dibujos Ramble de Richard Serra, en un diálogo estimulante. •■

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