Poesía sin palabras

Códigos secretos en la más reciente obra de Ana Novella

Por: Ángel Alonso

Hay artistas que realizan cambios bruscos durante su carrera, otros se mantienen coherentes desarrollando su propio camino y sacando, como si de mineros se tratase, todo el valioso metal que puedan extraer de la veta encontrada. Menos inquietos en la superficie pero trabajadores incansables bajo la roca, estos creadores corren el riesgo de que, comparándolos con el arquetípico Picasso y bajo una muy epidérmica mirada, se les acuse de estancamiento; nada más lejos de la verdad, ya que la afirmación de una forma de hacer no es sinónimo de monotonía sino de continuidad concienzuda, de investigación.

St Pere Pescador
Codis secrets del riu Fluvià – (60 x 80 cm) – Tec. Mixta sobre lienzo – 2020

Explorar al máximo los recursos utilizados es sinónimo de depurarlos y personalizarlos, siempre que tal labor no consista en repetirlos mecánicamente; indagar con insistencia y tesón permite enriquecer las posibilidades expresivas de un modo de hacer. Los cambios frecuentes, más que una inquietud picassiana lo que suelen demostrar es una falta de auto-confianza y de seriedad. Porque el aburrimiento al ojo del espectador no ocurre cuando los canales expresivos son similares, o cuando se utiliza una misma figuración o paleta de colores, sino cuando no podemos aprender algo nuevo de una obra a otra del mismo artista.

Siempre aprendemos algo nuevo cuando trasladamos la mirada de un cuadro a otro de Ana Novella (Barcelona 1968), y como sus gamas azules y violáceas siguen siendo muy parecidas a las de hace unos años constituye un reto para el crítico detectar cuales son los elementos nuevos, las características que definen esta nueva etapa de su obra. Al no existir cambios visuales fehacientes, ni saltos obvios, la mirada del crítico debe penetrar por debajo de la superficie, debe adentrarse con tino y agudeza en la zona del contenido que ahora encarnan las muy personalizadas formas, similares a su obra anterior. Es muy posible, si comparamos (por ejemplo) su etapa sobre los extraterrestres y el románico, con sus más recientes obras, que los temas que aborda hoy estén relacionados con el acto de vivir en un entorno mucho más tranquilo que las grandes ciudades donde antes habitó, dígase Londres o Barcelona.

San Pere Pescador, un pueblo de sólo 2040 habitantes y bordeado por el río Fluvià, tiene que haber ejercido una influencia muy grande en el hecho de que sus cuadros actuales sean mucho más meditativos, mucho más íntimos y sosegados. Y es que llegó un momento de madurez en el que la artista decidió pintar para sí misma, cansada quizás de la inercia competitiva del arte en las grandes ciudades. Porque si es cierto que el humano es un ser social, entonces es imposible que las características de su entorno y sus relaciones sociales no influyan en cada cosa que hace. Ya Ana sabe que para ser artista no hace falta ir a New York ni a París, ni hay que residir en Londres ni en Barcelona.

bandoleres
Setge i la conquesta de St. Pere dels francesos – (29 x 42 cm.) – Tec. Mixta sobre papel. – 2020.

Priorizando la sencillez, simplificando la vida diaria, despojándola de lo superfluo y procurándose una paz interna y externa en la medida de lo posible, Ana pinta ahora mucho más relajada que antes, y eso se nota en sus nuevas pinturas, aparentemente iguales pero contenedoras de temas más internos y espirituales.

Con menos elementos proclives a la elaboración de una tesis y sobre todo mucha menos referencialidad a sus herencias del surrealismo y Chagall (de quien sí conserva el optimismo y la ingenuidad infantil de la figuración), ahora la atención se dirige a la intimidad y a la contemplación. ¡Si es que se ve en muchos de los títulos de las obras actuales!: Codis secrets del riu Fluvià, por ejemplo, un cuadro muy misterioso que abre nuestra curiosidad y que evoca un diálogo con la naturaleza; el agua, que de forma mucho más tormentosa habitaba en sus antiguos cuadros, regresa protegida bajo un manto de oraciones de carácter budista, pacífico ensimismamiento que remite al mundo de los sueños. También en First dream, cuyo título corrobora esta sospecha, la figura protagónica posee los ojos serenamente cerrados. Y un cuadro como Pequeñas civilizaciones… ¿no pudiera interpretarse precisamente como una búsqueda de paz, la de aquellas sociedades pequeñas que Claude Lévi Strauss llamaba «relojes mecánicos» comparándolas con las grandes sociedades a las que llamaba «máquinas de vapor»?

Y no es que Ana no siga interesada en la Historia, solo que ahora en vez de referirse al románico o discurrir acerca de potenciales visitas extraterrestres prefiere aquellas otras historias ignoradas, como la de La Comtessa de Molins. Una bandolera del siglo XVII de St Pere Pescador.

Comtessa de Molins
Inici d’activitat bandoleres de la Comtessa de Molins, el gigant i la colla – (29 x 42 cm) – Tec. Mixta sobre papel – 2020

Teresa Molins, utilizaba el título de condesa como «nombre de guerra». Cuenta la historia que después que las tropas francesas abatieran Sant Pere Pescador en la Guerra del Francés, perdió todo lo que tenía y se convirtió en bandolera. Junto a su banda, siguiendo la tradición de otros personajes como Robin Hood, saqueaba a ricos que viajaban por los caminos y después repartía lo obtenido entre los pobres. Incomodada por la dureza de aquella vida, intentó pasar el resto de sus días en un convento, pero la echaron al poco tiempo por su pasado y su mala notoriedad, así que resolvió continuar con los bandoleros y volvió al Castillo de Que rmançó donde éstos moraban. Pero el tiempo separados había destruido la buena vibra con sus compinches. Se produjeron traiciones, divergencias…y la Condesa pegó fuego al castillo y desapareció. En esta historia se ha adentrado Ana y la ha recreado en hermosas pinturas que delatan una comunión con el arte cada vez más sana, cada vez más auténtica y menos pretenciosa.

Recordando a su admirada Georgia O’Keeffe, artista estadounidense considerada la madre del modernismo en su país, también a Ana Novella le fascina la idea de adentrarse en las plantas para descubrir, despojada de nombres y miradas distantes, ajena a aquellas precisiones del botánico, un microcosmos escondido, un universo ignorado. Porque Gautama el Buda, cuando encontró su árbol y se integró a él mediante la meditación, supo que la primera condición para este vínculo era olvidar la palabra «árbol». Así, despojada de conceptos racionales, la visión del poeta ve lo que no ve el científico, y Ana, cada vez está más claro, realiza sus cuadros con una visión poética.

Además de pintar la artista cultiva la escultura; se trata de representaciones zoomorfas igualmente poéticas y vinculadas a ese tipo de figuración que caracteriza sus cuadros. El escritor Henry Miller decía que Chagall era «un poeta con alas de pintor», siguiendo esa misma pauta pudiéramos decir que Ana Novella encontró en las artes visuales un modo de hacer su propia literatura sin necesidad de palabras. 

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