Bellas artes
Como un desafío perenne, la artista María del Rosario, conocida artísticamente como Mi-Cha, guía sus resortes creativos hacia un pulso de preocupaciones invisibles, latentes, las que logra hacer disfrutar en segmentos visibles-obras, en las que el dominio de la abstracción intuitiva se desborda en piezas emocionales donde la subjetividad aparente nos lleva a contemplar, con pasión, los misterios de la realidad que se abraza a lo cotidiano. Ella, a través de sus obras, se convierte en una traductora confidencial de esas realidades, y nos hace cómplices de ese disfrute sublime.
Además de las herramientas de la abstracción intuitiva, que sabe manejar con oficio y profesionalismo, Mi-Cha gravita por momentos en un conceptualismo de espíritu grafitero, de homenaje sutil a Basquiat, pero con su sello original, tampoco desdeña moverse entre los hilos de una neofiguración metafórica, una especie de quiasmo que devela la reversibilidad entre lo visible y lo invisible. Sabe crear planos, superponerlos para inducirnos, provocativamente, no solo a mirar, sino también a ver con hondura en el laberinto de francas y al unísono frescas imágenes del entorno que nos revela, sin pedantería ontológica. En sus obras se aprecia una vibración armónica contenida y elementos anecdóticos arropados en un personal estilo pop art.
Toda su gráfica, hasta ahora, montada sobre un legítimo soporte fotográfico que permite una movilidad de formatos en sintonía con la calidad de las imágenes, trabaja no sobre los colores originales, sino que los trasiega a su antojo para transparentar las superposiciones de las imágenes reales y las implantadas, la aparente sencillez del resultado, precisa de un serio y fatigable proceso creativo que lo sustenta.
Aunque trabaja piezas impares en el sentido de únicas, de síntesis, su método más generalizado, es el de crear y desarrollar series que permitan expresar un relato, contar anécdotas visuales como en la serie: Retazos de una Vida donde la secuencias parecen rozar las sinfonías de colores de Kandinsky que se cubren en transparencias de una ciudad que se desdibuja; lo alegórico termina siendo una serie que agrada porque produce un descanso retiniano en medio del torbellino contemporáneo,
Sobresale en esta serie la número III, la V, IV y en la que apunta Entrada en el Universo donde se corrobora lo anterior, también en la serie Pájaros de acero se aprecia un toque de sinfonía de colores que llega hasta los grises, es una serie con una tensión discursiva mayor donde figuración y paisaje se ciñen a veces en sentido de alerta, a veces de ubicación, a veces en sentido virtual, entre las obras que la integran se pueden mencionar En los límites del Edén, High Tension, Frontera del Oeste o El Móvil.
Otras de sus secuencias es la que titula Estaciones Humanas en la que sale a buscar detalles arquitectónicos de los espacios que se habitan, se sueñan; asume cada detalle en la amplitud visual en un ritmo contenido por los propios espacios, no físicos sino mentales, en la obra fichada con el número X el blanco y negro reflejan el contraste y la apertura a un escape posible, en el resto de las piezas de la serie, los cristales absorben y fulguran lo que la artista quiere que se muestre. En cambio en la serie Desiertos de Azul y Sal el discurso se pega a la piel de la artista, que vive cabalgando entre un archipiélago y tierra firme; los referentes son evidentes en títulos como Pleamar, la marea alta, uno de los ciclos que marcan la vida de los isleños y donde se filtra el azul, el movimiento en arabescos. Por su parte, la carta esférica es, figurativamente, la búsqueda y el encuentro sobre el cilindro tangente, el punto donde ha echado raíz o las ha sembrado. En esa sintonía de ubicación se inscribe la obra Azules lazos de memoria y sal, allí está quieta, marcando el rumbo, la rosa náutica como rosa de los vientos que la guía hasta El Mar de los Sargazos II, deshaciendo el miedo prístino de los hombres que acompañaron al Gran Almirante desde donde creció la fabulación y la memoria.
Las anteriores secuencias sirven de presentación al régimen de visualidad del que es dueña la creadora, que en noviembre de 2024 expuso junto a otros 18 artistas en la sala Aires de Córdoba, como parte de la muestra colectiva y de carácter internacional titulada Alegorías, que buscó reunir artistas que manejaran las metáforas, los símbolos como expresión artística. Mi-Cha es una artista que atesora el hechizo sublime que le tributan a sus obras los dones de la gracia creativa. •
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