Por: Andrea Cobo Pérez
Ilustraciones: LEGNA OSNOLA
El alcance de la cultura japonesa ha experimentado un apogeo en la última década en países como el nuestro. No obstante, siempre son los mismos productos los que acaban llegando al público: su gastronomía, el manga, el anime y los videojuegos. Otros ámbitos, como el arte, siguen siendo unos grandes desconocidos. Es verdad que un interesado por el arte contemporáneo podrá conocer a algunos de los artistas japoneses más internacionales y comercializados, como lo son Yayoi Kusama o Chiharu Shiota, pero la realidad es que en España no se ha profundizado prácticamente nada en el terreno del arte japonés. Si se menciona al grupo artístico Gutai, pocas serán las personas que lo conocerán, aún siendo un grupo que logró cambiar varios paradigmas de la escena artística del momento, surgiendo directamente de la posguerra japonesa.
Gutai fue fundado en agosto de 1954 por Jirõ Yoshihara y otros dieciséis artistas que residían en la región de Kõbe y Osaka. Kazuo Shiraga fue uno de los integrantes más importantes de este colectivo, pero no fue hasta abril del 1955 que, junto a los demás integrantes de otro grupo artístico conocido como Zero Kai, se une a Gutai. Este colectivo aparece durante la época inicial de la posguerra japonesa, momento en el cual el país está sufriendo las transformaciones más trascendentales en su sociedad y cultura. Japón debe en este momento transformarse íntegramente para poder salir a flote tras la derrota de la Segunda Guerra Mundial.
La posguerra es un fenómeno histórico que marcó y sigue marcando hasta la actualidad la sociedad japonesa. El arte fue un ámbito gravemente impactado. Los componentes de Gutai fueron algunos de los responsables de crear nuevos discursos en la escena artística japonesa, dejando atrás todo aquello que les había precedido, para dar lugar a nuevos métodos, nuevas maneras de crear, que les permitieran tanto expresar su realidad histórica como destacar entre los creadores coetáneos internacionales. Estos artistas lograron incorporar en sus diálogos artísticos las consecuencias más devastadoras de la guerra. Uno de los elementos más característicos del grupo Gutai fue la utilización de la violencia como mecanismo de representación. Kazuo Shiraga fue un claro representante de esta nueva mirada artística.
¿Por qué es tan importante la violencia en la obra de Kazuo Shiraga? La violencia es el vehículo idóneo para que un artista canalice sus preocupaciones más agresivas, y en el caso de la obra de Shiraga se encuentra la combinación perfecta: violencia y acción. Esta combinación es la que permite a Gutai, y en especial, a Shiraga, plasmar su rabia, intentar recuperar aquello que había perdido como consecuencia de la guerra: su heroicidad y masculinidad.
Esta pérdida de la masculinidad y heroicidad, no solo de los soldados, sino de todos los hombres japoneses, fue uno de los efectos más dañinos que la guerra tuvo en la sociedad. La sociedad japonesa había quedado impregnada por el abatimiento de la guerra, y esto afectó directamente a la figura del hombre. Kazuo Shiraga emplea la violencia de tal forma en sus obras que esta le sirve para expresar su deseo de restaurar la masculinidad y la heroicidad que habían perdido, él y todos los hombres japoneses.
Kazuo Shiraga concibe sus obras a partir de acciones agresivas, que revelan y cuestionan tanto los riesgos como las posibilidades del sujeto masculino en Japón durante la posguerra. No solo utiliza el cuerpo como arma -e instrumento para representar- , sino que también utiliza martillos, arcos o flechas. Como en la performance conocida en inglés como Please Come In, representada por primera vez en 1955, en Ohara Kaikan (Tokio), que consistió en una estructura hecha por troncos rojos en forma de cabaña india. La acción consistió en el artista dando vueltas dentro de la estructura, sujetando un hacha en las manos, marcando y clavando el arma en los troncos.
Shiraga es un artista polifacético, pero todas sus obras comparten ciertas características. Por ejemplo, el proceso creativo siempre está protagonizado por la acción corpórea, y esta siempre es visible en el resultado final de la obra. Esta acción corpórea siempre está motivada por la violencia, hilo conductor en la mayoría de las obras más representativas del colectivo Gutai.
Una de las obras más significativas de Kazuo Shiraga es la performance conocida en inglés como Challenging Mud. Data de 1955 y fue representada en el Ohara Kaikan Hall de Tokio. Esta performance no solo destaca por su innovación, sino también por su simbología. Consistió en un recinto lleno de barro, cemento, rocas, grava y arena, donde el artista, casi desnudo, se enfrentó a los materiales como si de una lucha se tratara, dando golpes, patadas, e intentando a su vez moldear los materiales lo máximo posible. Cuando salió del recinto, herido, colocó una placa en el sitio donde ocurrió la acción, y se hizo una fotografía para conmemorar el momento. El artista quiere demostrar que la creación también nace de la destrucción. Shiraga se convierte en un material más, su cuerpo se funde con los materiales, y la violencia es el detonante que hace surgir la creación. No solo es una obra innovadora, sino que su modus operandi se construye bajo un discurso de intento de recuperación de la masculinidad y la heroicidad. La violencia como mecanismo de representación transmite un mensaje de comprensión hacia la población.
Kazuo Shiraga es uno entre muchos artistas que ha dedicado su talento para alzar la voz en contra de los horrores que la guerra provocó en su entorno y en él mismo. La posguerra como estímulo artístico es una realidad visible en todas las culturas que han sufrido un período tan traumático como el de una guerra. El arte siempre ha sido y será un refugio donde expresarse no será jamás juzgado, y donde cualquier individuo es capaz de compartir su dolor convirtiéndolo a su vez en belleza.