Por: REDACCIÓN
Kancis nos vuelve a sorprender!!! El artista uruguayo nos aporta esta vez una obra para nuestra contracubierta titulada The Lunch. Se trata, como suele ocurrir en su propuesta estética, de una reflexión plástica sobre nuestra relación con los objetos. En este caso específico se crea una historia en primera persona, ya que los elementos están organizados de manera que el espectador se sienta como si estuviese ante ese acto tan definitorio de la vida que es comer.
El interior del plato está ocupado por un conjunto de piezas mecánicas —tornillos, esferas, ruedas dentadas, engranajes de relojería… —acompañado de elementos orgánicos cuya textura y distribución evocan elementos culinarios. Esta desconcertante yuxtaposición transforma el acto de almorzar en una metáfora visual cargada de significados: aquí, el tiempo se convierte en alimento y lo mecánico se transforma en visceral. Estamos ante la representación de una posible historia personal en la que el tiempo es protagonista y a la vez es devorado.
El artista se inscribe dentro del variado panorama de las artes plásticas contemporáneas como un maestro elocuente de la resignificación de los materiales, aquí el gesto artístico se manifiesta a través de la reconfiguración de objetos desechados. Realizada íntegramente con materiales reciclados, esta pieza en técnica mixta (acrílico sobre madera y collage) opera como un comentario visual crítico y poético sobre el tiempo, el consumo y la memoria.
Los cubiertos, intervenidos con pintura y materia, aportan a la escena una disposición simétrica que acentúa la teatralidad de la composición; al fondo, como en una especie de mantel, se advierten fragmentos de partituras musicales, cuyas líneas pentagramadas introducen una dimensión rítmica y evocan la idea de un tiempo estructurado, medido y musicalmente disfrutado. La pieza se erige como una naturaleza muerta de nuestros tiempos, que subvierte las convenciones tradicionales del género: no hay botellas ni manzanas, tampoco racimos de uvas ni copas de vino, sino fragmentos de aquello que alguna vez fue útil y funcional, pero que ahora aparece reconstruido como alimento simbólico para la reflexión.
Kancis propone una estética de la memoria residual que se actualiza en cada obra, abriendo nuevas posibilidades para leer el mundo desde lo que se deja atrás. Su obra contiene una implícita dimensión ética, pues al reutilizar objetos descartados, el artista plantea una crítica al modelo de consumo de las sociedades actuales. Su trabajo contiene cuestionamientos sobre la relatividad de lo que se considera valioso, permanente o en estado de transformación. Se establece aquí un diálogo entre el pasado y el presente a través de los elementos reinventados, reparados desde la ruina, que utiliza para narrar sus historias. Lo tecnológico no se presenta como funcionalidad, sino como metáfora poética de una era en decadencia que pudiera ser transformada a través del arte. ■
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