Bellas Artes
«Un mínimo bien usado es suficiente para todo».
Julio Verne
En el desarrollo de las artes plásticas contemporáneas hemos visto varios ejemplos en los que el boceto se convierte en la obra. Y es bastante razonable porque… ¿no es acaso allí donde ocurre la creación? Si imagino una escultura, o una instalación, y la dibujo primero para tener una guía para construirla, la obra terminada que haré luego no será más que una réplica de lo que he creado en mi proyecto, y aunque será la obra «terminada», la visible al público, la edulcorada y realizada con el material adecuado y el formato concebido, no es donde realmente el artista manifestó su primera idea.
No importa que sea la que pose ante las cámaras para un dossier, la que salga en las publicaciones, la que se exponga, la que se venda quizás, y la que con suerte trascenderá en un museo o en los libros de Historia del Arte, porque esta obra, maquillada para el público, nunca encarnará la energía depositada en el proyecto.
Michel Antonio Torres Lobo (Santa Clara, 1991) es un artista que sabe aprovechar muy bien las cualidades estéticas de los proyectos, el valor expresivo de un borrón, el sfumato de la perspectiva, la espontaneidad de un trazo. Estamos ante un artista de una inquietud creativa muy poco frecuente, cuyas ideas están en constante ebullición, es por eso que se le da tan bien este tipo de dibujo rápido y seguro, dinámico y poderoso.
Tal vez esa energía plasmada en lo que hace para sí mismo, es la que ha provocado una suerte de «estética de proyecto» en su obra, que tiene su base histórica —aunque no tenga similitud morfológica— en los dibujos que Leonardo hacía para sus inventos, exhibidos hoy en día como obras de arte, pero que no lo eran para él.
Históricamente, para el artista los trazos, las saetas con indicaciones de medidas, las líneas de ejes visibles que tienen los bocetos, siempre fueron su intimidad, su bloc de notas, lo que para Duchamp sería luego su «caja verde». Tal vez Christo y Jeanne-Claude, hayan sido de los primeros en aprovechar estéticamente sus proyectos y darles la connotación de obras de arte, y para ellos fue bastante conveniente hacerlo en el sentido comercial, porque no hubieran podido vender el Reichstag empaquetado, por ejemplo, pero sí un dibujo de esta intervención a manera de proyecto. Y con frecuencia ni siquiera se trataba de proyectos reales, sino de dibujos hechos a posteriori, luego de que las obras ya habían sido ejecutadas.
El cubano Kcho es otro que ha explotado este recurso con sus botes, dibujos a manera de proyectos hechos incluso en litografía ¿Acaso un boceto necesita ser reproducido como un original múltiple? Es otro ejemplo de que no estamos ante proyectos, sino ante obras que explotan la cualidad estética fundada en los bocetos de los artistas.
Con la sólida base de un gran dibujante, Michel Antonio va proyectando lo que deriva de su mente y surgen deliciosos dibujos que a veces toman forma de esculturas o instalaciones, pero que son en sí mismos, además de hermosos, muy certeros a la hora de trasmitir sus ideas; su serie Proyectos sobre artefactos y maquinarias inverosímiles es un título que nos aclara bastante su propuesta artística. En su mundo imaginario las hélices, las ruedas, las alas… recrean aquella época de los grandes inventos, cuando el ser humano intentaba volar o construir un artefacto submarino como el Nautilus de Julio Verne. Aquellas máquinas también parecían inverosímiles y se convirtieron en realidad. Nuestro artista hace el camino contrario, en un juego con el absurdo que tiene mucho de surrealista: desde un mundo tecnológico desarrollado, en el que ya todos aquellos sueños han sido realizados, decide volver a la fantasía de la invención y recrearse en aquel universo de tornillos, ruedas y zepelines.
Hoy en día está sucediendo con la tecnología digital, es un apasionamiento parecido a lo que en tiempos del surgimiento de la Revolución Industrial emocionó a tantos artistas, al punto de incluir el dibujo técnico en sus obras. Michel Antonio prefiere la gracia de Chaplin en Tiempos modernos, o aquel mundo de ruedas dentadas que tan bien recreó Fernand Léger. Y por supuesto, como una referencia histórica de maquinaria inverosímil, es imposible dejar de mencionar La novia desnudada por sus solteros, incluso, obra conocida como El gran vidrio de Marcel Duchamp.
Con una obra cargada de inventiva e imaginación, y utilizando muy pocos recursos (solo los necesarios) el artista Michel Antonio Torres Lobo, va transitando su carrera con la seguridad y parsimonia de un inventor renacentista. Es cierto que no tiene pretensiones de inventar aparatos prácticos porque, como dice aquella vieja canción de Silvio, ha preferido hablar «de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado».[1] ■
1._Fragmento de la canción Resumen de noticias, de Silvio Rodríguez.
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