Por: Ángel Alonso

Honestidad y transparencia en la obra de Laura Actis Danna

Estamos ante la contemplación de un universo, sutil y visible, penetrando ese velo, ilusorio, allí donde se encuentra el origen mismo de su significado simbólico.

Ricardo Isidro Castiglia

La intervención transformadora del espacio, el papel fundamental que juega la iluminación en muchas de las piezas, el juego con la sombra como parte de la obra, la presencia del círculo y su cualidad sagrada, su simetría perfecta, su condición ilimitada al no tener principio ni fin, las delicadas y sutiles transparencias, la presencia del cuerpo humano fragmentado, concebido como recipiente del espíritu y un uso muy consciente del color -casi siempre neutro, precisamente para resaltarlo cuando se requiere- hacen de Laura Actis Danna (Córdoba, Argentina, 1960) una artista contundente, provocadora de una experiencia estética que ennoblece a quienes sean capaces de recepcionarla.

La mirada torpe del espectador apresurado, aquel que acostumbrado al arte como espectáculo (y al cine hollywoodense) sólo pide estridencias, no podrá disfrutar de esta obra, que amerita una contemplación detenida, sosegada, tranquila y silenciosa como una meditación. Estamos ante una de esas creaciones que miran hacia lo interno, que no buscan aplausos sino reflexiones, contiene aquella belleza que no compite, que no está a flor de piel ni excita los sentidos.

El acercamiento a la cultura oriental está muy lejos del uso que habitualmente vemos en las galerías, no se trata de aquellas aproximaciones frívolas que caracterizan a los artistas occidentales cuando se apropian superficialmente de símbolos asiáticos. Existe, en este caso, una asimilación profunda de los conocimientos orientales para ponerlos en función de un discurso propio, en principio simbólico y personal pero que a veces rebasa lo espiritual y se convierte también en social. Si bien ya sabíamos que «lo personal es político1» Laura aborda, mediante un proceso de representación consciente -y no exento de dolor- hechos reales que le conmueven y nos hacen reflexionar.

«En La casa de un pie (2013) empiezo a unir mi obra simbólica con la crítica social- nos cuenta la artista- (…) Esta muestra fue una instalación que hice en la Capilla del Buen Pastor. El Buen Pastor fue un convento de monjas utilizado como cárcel de mujeres durante la dictadura militar. En el ala de la capilla donde hice la instalación iban las reclusas a misa. La obra constaba de mesas circulares iluminadas, tenían impresas imágenes de deidades femeninas de Oriente y Occidente asociadas con la compasión ; se hizo una limpieza energética con cuencos…»

Para Laura Actis Danna la práctica artística va más allá del resultado visual, es una vivencia, un proceso en el que la experiencia espiritual cuenta, no es solo lo que el espectador encuentra sino lo que allí ocurrió. La intervención del espacio arquitectónico no es arbitraria ni puramente formal, hay una simbiosis entre la historia del lugar y la mediación plástica, entre el significado histórico y la acción artística.

En la muestra Relatos de viaje (2016), la artista aborda profundamente uno de los temas que han sido foco del arte latinoamericano: el desarraigo. No podía ser de otra manera, entre tantas dictaduras y problemas económicos emigrar ha sido la única salida para muchos, y al irnos a otros países de diferentes culturas, el cambio llega a ser tan violento que puede compararse con la muerte de quien eras y al mismo tiempo con un nuevo nacimiento. Así lo concibe Laura, al imaginar el viaje -y el desarraigo que este implica- como un canal de parto, pues acontece en el emigrante una disociación que fragmenta su personalidad. Una de las obras de esta exposición aborda específicamente el auto exilio de quienes parten tras nuevos horizontes; la instalación, que se titula Sur, hace referencia a aquellos lazos que nunca se rompen y que la artista ve como «cordones umbilicales invisibles».

El uso de las transparencias aporta a sus obras una sensación de lejanía, son velos nostálgicos que metamorfosean esos recuerdos que se nos confunden, o esa falta de claridad con la que nos acercamos a lo desconocido. Lo impreciso, lo que apenas vemos en penumbras, lo indefinido…son recursos que aplica la artista para hacernos sentir la incertidumbre del viajero, la inseguridad del emigrante. En la misma exposición otra de las obras, el tríptico Norte, hace referencia a los viajes de los vikingos en busca de tierras más amables, menos heladas.

Laura Actis Danna es una artista que no se encasilla en un solo modo de hacer o en un solo tema, trabaja con todo tipo de medios, desde los más tradicionales hasta los digitales, vuelca su alma en todo lo que hace exigiendo lo máximo de sí misma para que sus obras, bien estructuradas, tengan exactamente los elementos que le aporten a su discurso artístico. Opera vigilando que las piezas no se pasen, que no contengan nada gratuito.

Son obras hermosas pero no para decorar sino para pensar, se dirigen a la mente a través de los sentidos y contienen aquella belleza que emana de la inteligencia, de lo bien pensado, de lo bien puesto. Son ante todo obras cargadas de honestidad, limpias y redondas como las mesas de sus instalaciones y los abundantes tondos que utiliza como base para sus pinturas.   

1._Frase de Carol Hanisch, figura prominente del Movimiento de Liberación de las Mujeres de Estados Unidos, en su artículo Lo personal es político de 1969.

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