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Bellas Artes

El impulso, la expresión y la satisfacción

Breve asomo a la obra de Hermes F. Hernandez

Por: Ángel Alonso

«El arte es lo que dejas salir».
Andy Warhol

Con frecuencia las mezclas de colores, el control sobre ellas y la utilización de las mismas como vía para crear un determinado discurso, distingue la profesionalidad del artista y su singularidad. No se trata de un dogma, pues los fauves utilizaban colores brillantes y más grande que Matisse hay pocos pintores, pero al mismo tiempo, lo cierto es que los aficionados temen a las mezclas y suelen colocar el color sin matizarlo. 

En la obra de Hermes F. Hernández, artista cubano radicado en New York, la particularidad de las tonalidades que logra juega un papel protagónico. Podemos asegurar que es este el aspecto que más lo distingue, pues si bien es cierto que ha logrado una personalidad propia en el campo de las formas, es su uso peculiar del color el aspecto que nos adentra en su mundo, mezcla de figuración y abstracción, de figuras humanas y animales, a veces más realistas, a veces un tanto humorísticas, pero siempre realizadas bajo el tratamiento que lo distingue. «No busco la perfección, busco el impulso, la expresión y la satisfacción» —nos dice el artista—.

La técnica del pastel suele ser su aliada para lograr estas atmósferas que le identifican, esta expresividad que prima por encima de la perfección. Ya en otra ocasión he citado el comentario que me hizo el desaparecido crítico cubano Rufo Caballero sobre la película Te llamarás Inocencia, de Teresa Ordoqui: «No es una película perfecta, pero es una película preciosa», de esa misma manera pudiéramos definir estas piezas, porque la ternura que emana de ellas está precisamente en no perseguir una perfección técnica, más bien ocurre, como en la obra del norteamericano Edward Hopper, que las soluciones representativas son sencillas y poco elaboradas. 

Hermes sabe, como lo sabía Hooper, que las soluciones demasiado detallistas y perfectas —cuando son innecesarias— crean distancias con el espectador, provocando que este mire la obra de abajo hacia arriba, con la reverencia de quien  tiende al endiosamiento. El artista no quiere que su obra se convierta en un alarde, sino que utiliza, con pericia y sin pasarse, un proceso técnico que viene bien a ese acercamiento que logra con el receptor.

Con cierta herencia del cubismo en ocasiones, con elementos de la caricatura a veces, o con representaciones un tanto naturalistas en otra zona de su trabajo —como en su paisaje Horizonte, por ejemplo— Hermes mantiene una manera fresca de accionar en el arte, ajena a los intelectualismos y a las propuestas que se encierran en un solo tema. La sensación de misterio que trasmite cada imagen, está condicionada por esa utilización de las gamas agrisadas en las que no hay un blanco puro ni un negro absoluto. No hay notas discordantes, todo se mueve en una escala de valores que, como en el románico, elude el alto contraste, las luces demasiado fuertes y las sombras demasiado acentuadas. 

En una obra como Anatomía 2, por ejemplo, elige conscientemente superponer las formas de modo que unas penetren a las otras, acción que nos hace recordar aquellos círculos que superponía el pintor francés Robert Delaunay. La composición adquiere aquí un papel importante, el juego de líneas diagonales dinamiza su estabilidad rompiendo con el aburrimiento en el que suelen caer los diseños estáticos. «La fusión de abstracto y realismo hace de mi trabajo un estilo de arte contemporáneo donde los colores y las imágenes juegan un papel importante». Así manifiesta el artista en su statement, y esta obra es muy representativa de esta idea.

No es frecuente, actualmente, encontrar a un artista tan desprejuiciado, que afronte la creación sin demasiadas preocupaciones, con el carácter lúdico inherente al arte, ese que parece haberse perdido entre tantas directivas, entre tantas «estrategias curatoriales», mecanismos que terminan siendo instrumentos de coacción.

Lo lúdico se considera una función esencial de la vida y la cultura humanas. El  gran Marcello Mastroianni se asombraba de que los demás actores tomaran tan en serio sus carreras y declaró, en una entrevista, que el arte es un gran juego. Hermes no corta las alas a su libertad creativa, ni se esclaviza en un tópico específico. Sin embargo, realice un paisaje, una figura humana, un animal, una abstracción o la  mezcla de todo ello, siempre identificamos su impronta, caracterizada por ese cuidadoso uso del color que define su personalidad.

Además de estudiar Artes Gráficas en la Academia San Alejandro, Hermes ha sido dibujante técnico profesional y ha trabajado junto a arquitectos e ingenieros en La Habana. Actualmente desarrolla su obra en New York,  donde ha expuesto en varias ocasiones. También ha publicado su trabajo en la revista Modern Artist, de esa misma ciudad. Su obra es un ejemplo de cómo la creación desprejuiciada hace libre a un artista.  ■

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