Gloria Grau

De-construir como una estrategia para construir.

Por: Ángel Alonso

En la película Blow Up, Michelangelo Antonioni se basa en un cuento de Julio Cortazar para descubrir al espectador, mediante la ampliación de una foto, la presencia de una historia escondida; la artista Gloria Grau Ruiz, en su serie Deconstruyendo mis caminos, amplia  pequeños fragmentos de sus obras anteriores para ofrecernos nuevas imágenes  «mucho más dinámicas y modernas», según sus propias palabras. 

Estas versiones ampliadas y transformadas de lo que antes pintó es lo que origina el título de la serie, un recurso que le sirve para establecer nuevas formas de comunicación con las nuevas generaciones, pues en el camino de concebir la nueva imagen participan procesos digitales, filtros que transforman el fragmento original para luego dar paso nuevamente a la pintura. Lo digital participa únicamente en el proyecto, pero no en la ejecución de la obra, que se mantiene ciento por ciento pictórica. 

Lo sorprendente es la dimensión semántica de este recurso que, al menos en sus manos, deriva en una abstracción de trasfondo figurativo. La nueva imagen, con sus ondulaciones y riqueza plástica, nos deja sentir más a fondo aquello que la representación figurativa no nos dejaba ver a causa de lo anecdótico.  Lo que la artista llama deconstrucción se emparenta aquí con el concepto de Jacques Derrida cuando utiliza este mismo término, pues lejos de desmantelar o destruir lo anterior lo que hace es transformarlo, construir algo nuevo con lo viejo. El fragmento se recicla ampliando no solo sus dimensiones sino también sus significados no verbales, aquellos que hacen de la interpretación de la obra de arte un positivo juego, una fruición estética enaltecedora y enriquecedora de la imaginación.  

Desde los tiempos de Piero de la Francesca y sus experimentos anamórficos hasta nuestros días, existe una gran atracción por aquella imagen que esconde un secreto. Como aquella cortina que ocultaba La maja desnuda tras La maja vestida a los ojos de un esposo celoso, o como aquella calavera escondida en el cuadro  Los embajadores de Hans Holbein el Joven, que aludía a la vanidad de los retratados, los artistas se han procurado -con diferentes propósitos- diversos modos de producir una imagen a partir de otra. Sea por un efecto óptico o por la ampliación, sea por anamorfosis o por repetida reflexión, la esencia de una imagen está siempre allí, no importa cuanto se transforme. Así, el fragmento madre del nuevo cuadro, mantiene en su transformación una escondida vigencia; no perece, se hace mas grande en todos los sentidos.

Ya la serie Colors of dreams (ejército de almas) con texturas de formas circulares, que tanto atrajo la atención del Museo de Arte Contemporáneo de Shangai -al punto de tenerla en su exposición permanente- había demostrado la capacidad de la artista en el terreno de la abstracción. Las formas circulares, en oposición a las cuadradas, encuentran terreno fértil en la cultura oriental y sus símbolos gráficos. Lo redondo es cíclico y continuo, como el yin y el yang. 

Por otro lado no es extraño que China (junto a otros países orientales como Corea) sea uno de los destinos constantes de las obras de Grau, pues la cultura de ese hemisferio ha estado siempre integrada al mundo natural. La serie Caminos de flores atestigua la importancia que otorga la artista a la naturaleza, a la paz y belleza que emanan de ella. 

No podemos dejar de nombrar aquí su trabajo con la figura humana, especialmente la figura humana femenina, de grandes ojos, de mirada oblicua, que remite a un mundo personal cargado de poesía, pues estamos ante una artista inquieta que no se conforma con una única forma de hacer, que no se encierra en un único tema y siempre está explorando. Su obra figurativa también ha sido muy reconocida. Si me he enfocado más en la serie De-construyendo mis caminos es porque advierto en ella unas especificidades mucho más complejas como lenguaje, pues ni siquiera se trata de una abstracción convencional, sino de una investigación plástica que integra al mismo tiempo figuración (ya que nace de un detalle de un cuadro figurativo) y abstracción (por el resultado visual).

La sensualidad de la pincelada en estas piezas, la armonía lograda entre ellas, el ritmo, la fluidez de las líneas…son elementos que trascienden el original motivo ampliado  y deformado. Son pinturas, pero como en su conformación han estado presentes los recursos digitales -filtros que deforman la imagen haciendo surgir una nueva- la artista integra así en su pintura, indirectamente, elementos visuales más afines a las nuevas generaciones. De una manera sutil, sin obviedades, el proceso digital que imitaba originalmente a la pintura es emulado por ella misma, se establece así un diálogo entre lo tradicional y lo contemporáneo, vínculo que termina reclamando la atención de los más jóvenes, pero no bajo la imposición sino bajo la seducción. Una seducción sutil e inteligente que discursa ampliamente sobre el presente y el pasado, conciliando el mundo digital con el de la pintura y acomodando el curioso ojo del espectador entre la figuración y la abstracción.   

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