Hoy los medios de comunicación son la principal fuente que forma el cuadro de la realidad humana, a través del mecanismo de proyección de los hechos ocurridos. En este sentido, los problemas de la percepción objetiva y la necesidad de una comprensión crítica de la información recibida son más notables que nunca.
Roman Kazus encuentra tramas para sus obras en fragmentos del flujo de medios. Le interesa el fenómeno del consumo de la información. Así, el concepto de su proyecto El extraño, presupone la división de personas en participantes directos de los hechos y observadores extraños, para quienes los medios de comunicación forman una imagen diferente del mundo que es paralela a la realidad.
«Cuando nosotros consumimos el contenido de los medios, casi nunca somos testigos de lo que se nos muestra. Solo vemos una cierta secuencia de eventos. La presentación depende de muchos factores: la perspectiva, las cosas que quedan detrás de escena, así como los comentarios que describen lo que está sucediendo» -explica el artista-.
Las pinturas de Kazus se basan en contrastes, lo que demuestra la oposición entre fuerzas de seguridad bien equipadas y las figuras desnudas de personas indefensas, que en su mayoría son mujeres. Obviamente, la desnudez simboliza la impotencia del hombre común que intenta resistir la presión del poder. Sin embargo, tanto estos intentos, como su despiadada represión llevan impulsos de destructiva energía bárbara.
El efecto aterrador es reforzado por la disonancia plástica entre el elemento abstracto del color y los fragmentos de la realidad objetiva que lo atraviesan. Algunas composiciones son francamente delirantes y, en algunos lugares, incluso obscenas. El sugestivo y pastoso tejido de las pinturas le lleva gradualmente a remolinos de horror, dolor y gritos. El artista apela a sujetos y poses deliberadamente duros y desafiantes, como si quisiera mostrar algo que haría al espectador especialmente ansioso y desagradable. Sin embargo, no especifica por completo qué es exactamente, lo que nos sugiere que completemos, de forma independiente, los vacíos semánticos que dejó a propósito.
Al mismo tiempo, las «pesadillas» visuales de Roman Kazus están muy lejos de los grotescos fantásticos «espacios negros» y pretenden ser una expresión metafórica de una noche aburrida y desesperada que se espesa sobre la comunidad humana. Se trata del enfrentamiento existencial, expresado en los contrastes de lo tecnogénico y la carne, lo abstracto y lo figurativo, lo narrativo y lo incoherente, realza notablemente la sensación de un oscuro «mundo-calabozo», donde es vital, sin ahondar en ninguna de las posibilidades de elección, convertirse en un «extraño», incluso con relación al mismo ser.
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