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El mundo poliédrico de Ángel Alonso

El mundo poliédrico de Ángel Alonso

Por: Sandra González 

El profesor, crítico e investigador del arte italiano Gillo Dorfles (1) , en su libro “Últimas tendencias del arte de hoy”, advierte de los riesgos y límites del conceptualismo puro y afirma que “puede ser considerado como ejemplo de una reacción a la excesiva objetualización mercantil de la obra artística tradicional”, de estos y de otros excesos se ha salvado Ángel Alonso (La Habana, Cuba, 1967), gracias a una educación artística formal iniciada cuando aún era casi un niño en la Escuela Provincial de Artes Plásticas de La Habana y continuada en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, la más antigua y acreditada escuela de pintura de Cuba. Numerosos viajes a Europa, América Latina y Estados Unidos y una personalidad inquieta y creadora le han permitido desarrollar en la actualidad no sólo una rica actividad como pintor y videoasta, sino también en el ámbito del arte digital, la curaduría y la crítica del arte dentro y fuera de su país natal. Por eso, aunque es difícil referirse al conjunto de su compleja actividad creadora, todos sus trabajos contienen rasgos distintivos que se mantienen inalterables en el tiempo y hacen posible la identificación de su autoría.
En su pintura, más allá del conceptualismo, interpretado con rasgos propios y distintivos, la evidente influencia de esta corriente se mezcla con elementos de diseño gráfico, el grafiti y figuras esquemáticas que recuerdan a los hombrecitos del artista norteamericano Keith Haring. Entran en comunicación inmediata con el espectador por la forma y por el mensaje que transmiten. Sus figuras lineales y escuetas, solo demarcadas por el contorno externo con una línea gruesa, generalmente negra, y elaboradas en su interior con zonas de sombras y luces, contrastan con fondos trabajados con evidente dominio del color que añaden dinamismo, ejercen un poder comunicativo y ponen de manifiesto la formación académica de su autor. Además, no escapa al análisis profundo una influencia más adyacente y de seguro involuntaria del pintor cubano Marcelo Pogolotti (La Habana. Cuba, 1902-1988), considerado uno de los primeros pintores modernos en la historia del arte cubano. La síntesis de la figura humana para referirse no a una persona determinada sino a toda una colectividad, el sentido social de la obra, su interés por los problemas del entorno específico del momento histórico en el cual el artista vive inmerso, son rasgos comunes que, salvando las distancias epocales y estilísticas que los separan, constituyen puntos de contacto innegables.
Los videos de Alonso encajan perfectamente con su labor pictórica por el tratamiento de las figuras y los temas, pero revelan otra faceta importante de su creatividad porque el autor ejecuta la animación, el guión y, en la mayoría de las ocasiones, la banda sonora. El argumento de las historias es a veces satírico, otras reflexivo, casi siempre irónico; sirve para hacer reflexionar sobre los mecanismos de la sociedad moderna, los elementos de poder, los medios de comunicación y las alternativas, muchas veces dramáticas, a las que todos nos enfrentamos cotidianamente.
En el ámbito del arte digital ha participado en numerosos eventos donde ha sido también jurado. Igualmente, dentro y fuera de Cuba, ha expuesto y obtenido premios en exposiciones personales y colectivas. En sus trabajos digitales Alonso emplea colores fuertes y figuras expresivas creadas a partir de las nuevas tecnologías, utiliza efectos creado por él e incluye personajes femeninos, hasta el momento ausentes en su obra pictórica. Sobre el uso de la computación en función artística ha dictado conferencias y publicado artículos adentrándose en el complejo mundo de la teoría en este ámbito y en la defensa de su función como una nueva herramienta al servicio del talento creador de los artistas. 

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