Bellas Artes
A priori, unir los términos subversivo y belleza idealizada resulta muy arriesgado. Aquí, lo más adecuado es entender que la belleza idealizada también puede ser subversiva, rompedora de esquemas, si se la concibe de forma diferente desde el inicio. La artista barcelonesa Carmen Dacal es capaz de moverse en este controvertido campo de la belleza transgresora a través de su praxis artística. Su principal estrategia es trabajar con la perspectiva feminista, rechazando los cánones de la historia del arte que consideraban a la mujer principalmente como sinónimo de belleza, en calidad de musa. Objeto, nunca sujeto; pasiva y jamás actante.
Conociendo bien la problemática, nuestra protagonista crea varias series de collages, destacando City Cinema, la cual rinde tributo a las ciudades que acogen festivales de cine. Sin embargo, las deuteragonistas son mayoritariamente mujeres, en concreto, personalidades del mundo de la interpretación. Pero, la identidad de cada actriz es solo posible de saber mediante el título de la obra, pues en la labor de collage, Dacal elimina los detalles del rostro, del cuerpo de las intérpretes, dejando solo la silueta y el cabello, además, evidentemente, la ropa que visten. Una labor anicónica muy necesaria; palabra acertada si se tiene en cuenta que la mujer ha sido y es adorada también bajo formas sagradas, como la Virgen María, o encarnando conceptos, por ejemplo, la Alegoría de la Verdad —esta última habitualmente representada desnuda o semidesnuda—. Resulta capital destacar esta idea final porque rechazar la representación real, dejando solo los contornos de las mujeres, es una manera útil de evitar la cosificación; de ir más allá respecto a la simpleza de encontrar la belleza de las mujeres únicamente en su apariencia física.
Sin embargo, Dacal desvela en la ausencia la presencia de la belleza idealizada. Por belleza idealizada no entendemos que se nos muestre una imagen retocada, con filtros; equiparamos este concepto con el de belleza artística del filósofo Friedrich Hegel, el cual hablaba acerca de que «[e]l contenido de este mundo [el mundo de las artes y sus obras] es lo bello, y lo bello verdadero, según veíamos, es la espiritualidad configurada, el ideal y, más en concreto, el espíritu absoluto, la verdad misma»(Lecciones de estética, Friedrich Hegel, 1832-1845). La «verdad misma» es descubrir la reificación femenina y poder combatirla; darse cuenta de la importancia de crear un arte con perspectiva de género. En los collages de la serie City Cinema, las urbes que amparan los festivales cinematográficos se muestran en los cuerpos recortados de las actrices, aludiendo a la belleza interior y a la trascendencia de estos lugares maravillosos que promueven el séptimo arte. Aprendiendo la técnica del collage con referentes de la talla de la artista dadaísta Hannah Höch, Dacal no recurre a las «muñecas grotescas que [Hannah Höch] engalana con toda clase de baratijas de colorines» (La historia del collage: del cubismo a la actualidad, Herta Wescher, 1968) porque no necesita atacar a la estética bella para apelar a un mensaje de igualdad universal. Eligió estudiar a una Maestra Antigua como Höch para partir y mejorar su práctica artística.
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