cabecera 2023 logo

Bellas artes

Un mundo

Obra de Ángeles Santos

Por:Emilia Echezarra

ARTÍCULO. (Versión digital)

Ángeles Santos Torroella nació en la localidad gerundense de Portbou, el 7 de noviembre de 1911. Hija de Julián Santos Estévez, oriundo de Salamanca y funcionario de aduanas y de Aurelia Torroella, fue la mayor de ocho hermanos, entre los que destaca Rafael, el gran intelectual, poeta, historiador y crítico especialista en Dalí. De niña fue internada en las Concepcionistas de Sevilla, donde demostró gran interés y talento para el dibujo. En Valladolid, en casa de sus abuelos, recibió clases del pintor italiano Cellino Perotti, conocido restaurador. El marqués de Alquibla le encargó un retrato de su esposa, siendo Ángeles todavía una adolescente, precoz en su vocación. En la misma ciudad conoció a Cristóbal Hall, un pintor inglés; con los hermanos Cossío —uno de ellos escritor y el otro pintor— organizaron tertulias donde se sumó, cuando llegaba a la ciudad, el poeta Jorge Guillén, quien más tarde le abrió las puertas de la Generación del 27 y le presentó a los poetas Lorca, Alberti, Gerardo Diego, Salinas y Ramón Gómez de la Serna, entre otros. Para ellos, Ángeles era una muy joven pintora a la que considerar.

Este mundo intelectual influyó en ella, así como el libro del historiador de Arte Franz Roh, Realismo Mágico(1). Gracias a estas nuevas relaciones, fue incluida en el movimiento de la Generación del 27 con su versión de Las sin sombrero, grupo de mujeres valientes que desafiaron el mundo establecido. Ellas, significativamente, se quitaron los sombreros en los teatros y después en la vía pública como símbolo de protesta. Federico García Lorca, Salvador Dalí y Margarita Manso las acompañaron en las manifestaciones de la calle.

En octubre de 1929 la artista participó en el IX Salón de Otoño, celebrado en el Palacio de Exposiciones del Retiro en Madrid, presentando dos de sus obras maestras, Tertulia y Un mundo, siendo esta última la que le abrió las puertas del X Salón Otoño de Madrid de 1930, en el que expuso 34 obras.

Siguió con 19 años pintando en la casa de sus padres y deprimida de la vida de Valladolid, de su propio existencialismo y ante las presiones familiares, huyó de su casa, pero unos agricultores la encontraron y la devolvieron al hogar; como consecuencia de aquella escapada, su padre la internó en un manicomio de Madrid y muchos de sus cuadros fueron destruidos como «pago» por su rebeldía.

Ramón Gómez de la Serna, indignado cuando supo dónde habían metido a su amiga, escribió públicamente un artículo-denuncia. Así logró que su padre la liberase después de dos años de encierro. Desde ese momento, más destrozada anímicamente, no pudo ser la misma. Como consecuencia, en 1932 viajó a Barcelona, donde expuso en la Galería Syra, emblema del vanguardismo catalán. Allí conoció al pintor Emili Grau Sala con el que se casó en 1936. Por desidia personal y por los cambios sociales, su pintura surrealista fue cambiando y tuvo épocas de escasez pictórica. En 1937, por causas de la guerra, Grau Sala tuvo que exiliarse en París. Ángeles, embarazada, se quedó en casa de sus padres. Estuvieron separados veinticinco años. En 1966 su obra volvió a aparecer de la mano de su hermano Rafael Santos Torroella, quien como historiador e intelectual tenía mucha influencia. En los años ochenta su obra fue nuevamente considerada, aunque su pintura ya se había alejado del surrealismo de su primera etapa. En 1997, el Museo Reina Sofía adquirió los dos magníficos cuadros, Un Mundo y Tertulia.

Su interés pictórico cambió y se interesó por las marinas, pintura del natural, colorista y retratos. En los años 90 publicó, junto a su hijo Julián Grau Santos y su sobrino Antonio Santos, una magnífica carpeta de serigrafías, y en el año 2003 le invitaron a una Exposición-Homenaje, en Valladolid, en el Museo de Arte Contemporáneo Español, Patio Herreriano, donde se exhibió una selección importante de sus obras.

Su muerte aconteció en el año 2013 en Madrid. Tenía 102 años. Jamás había dejado de pintar.

Un Mundo

Como pintora —no como historiadora— me gusta analizar esta magnífica obra, ya que me aporta mucho conocimiento. De la parte formal de este majestuoso cuadro, entiendo que analizar es descifrar en primer lugar el esqueleto, o sea, la composición, cuando la mirada del espectador sigue la dirección en espiral y en el centro, ocupando protagonismo, la deformación cúbica, del mundo.

Me asombró esta obra de 1929 pintada a gran tamaño por una mujer, vanguardista, clasificada como surrealista y que a mí me evocan muchos conceptos existencialistas, que van más allá de un lenguaje surrealista. Me quedé impresionada y por ello he querido hablar de esta pintora, revolucionaria para su época, joven para saber lo que quería plasmar y sin duda pionera.

Si describimos los elementos del cuadro, aparte del mundo distorsionado, podemos ver unas nubes transparentes que envuelven la tierra, unas estrellas que iluminan parcelas del cubo terráqueo y unas escaleras que quieren subir al sol y a ese espacio que ya no llamamos cielo, al que tampoco quieren ir esos ángeles que salen por una de las caras laterales del cubo. También, y en direcciones opuestas a los ángeles, bajan por la escalera seres de otro mundo fantástico, reteniendo a todos los humanos en un mundo terrenal y cúbico del que queremos huir, donde se erigen las casas donde habitan.

En la parte inferior derecha al pie de las escaleras hay varios personajes, dos de ellos son músicos. La primera de estas figuras muestra una cara de extrañeza o desagrado. En el fondo se ven dos figuras contemplativas. Todos tienen niños. Ángeles Santos las denomina Madres de otro planeta: Marte.

Así explicaba la autora esta escena: «Entonces se hablaba de ir al planeta Marte. Yo imaginaba que allí existirían unos seres extraños y así me inventé los que hay en la parte inferior del cuadro: las madres de los espíritus que realizan el milagro del sol. Ellas no tienen oídos, están con los ojos cerrados y en lugar de esqueleto tienen un armazón de alambre, ya se ve… como una especie de hierro oscuro, y unas manos puntiagudas. Me lo inventé así, sin pensar».

Un mundo es una pintura que posee influencia de la obra de Franz Roh Realismo mágico, quien pudo conocer la obra de Joan Miró y la acercó a los miembros de la nueva objetividad alemana.

Todas estas tertulias pictóricas y conceptos nuevos, dieron a Ángeles escape y vía a la persona que era. Se le abrieron los sentidos; la nueva percepción le hizo ser una artista diferente y avanzada, probablemente sin ella saberlo. Su mundo interior, sus preguntas, su curiosidad, los fantasmas que a veces aparecen por las noches y su deseo de pintarlos, jugaron a tildarla de excéntrica, en una época en que la mujer debía ser solo una sombra.•

1._ Franz Roh fue un historiador, crítico de arte y fotógrafo alemán que acuñó el término realismo mágico en 1925 para describir un movimiento artístico que se centraba en la representación de lo cotidiano con un toque de magia y maravilla. Su enfoque estaba muy relacionado con la fenomenología y la percepción de lo fantástico en lo ordinario.

COMPARTE, DALE ME GUSTA, REPITE

¡Nos gustaría saber tu opinión!

Comenta el artículo. Gracias