Bellas artes
«Aceptar el papel de dibujante nos introduce de inmediato en la esencia de esta historia, trazada a mano alzada». Así nos manifiesta Yuque, artista cubano nacido en 1966. Y agrega: «El dibujo, un componente fundamental dentro de las Artes Visuales, es el camino por el que todos debemos transitar; es la sustancia primigenia que determina los senderos futuros. Este fundamento revela, desde el principio, el carácter creativo del individuo, quien se presenta ante el mundo a través de un lenguaje universal que trasciende fronteras».
Para la mayoría, el dibujo es solo un capítulo entre muchos en la vasta novela de una vida dedicada al arte. Sin embargo, para algunos, es el nutriente eficaz que hace germinar la semilla de un compromiso profundo, sosteniendo sobre un tallo sólido toda una arquitectura vital, cuyos valores estéticos y conceptuales resplandecen con singularidad.
Este estado, que a veces encierra a quienes crean y recrean objetos artísticos, se convierte en un capítulo que define a todos los demás. Para el artista, optar por este camino representa un contraste entre una rareza fluida y un dominio pleno de la temática que explora. Según confiesa, en su caso particular, el dibujo llegó con facilidad durante los primeros pasos de su carrera—quizás un don—. Recuerda una frase de alguien muy autorizado que le dijo: «Eres tan atrevido que tu dibujo se ha presentado en tu defensa, evitando que te propinemos una golpiza crítica» (Bosh).
En aquel momento, intuyó que se abría un horizonte de oportunidades; se le señalaba un camino en una industria que, por lo general, permanece oculta, que no tiende a regalar nada que no hayas ganado. Desde un principio, fue bendecido por la compañía sabia de la palabra exacta, que le ubicó en el lugar que debía defender, y que, a la vez, le devolvía en su defensa. Desde entonces, apostó por la ilustración, dedicándose a ella con fervor y conviviendo con el dibujo como compañero de travesía.
La ilustración es un terreno aún pendiente, que durante mucho tiempo ha estado sujeto a debates teóricos. Hasta la fecha, no hay consenso sobre su papel dentro de los procesos artísticos, en su visualidad y percepción. Reservarle un espacio respetuoso en el ámbito editorial sería la opción ideal. No obstante, la situación se complica cuando el ilustrador, armado con sus herramientas, decide no someterse a un texto y navegar en solitario hacia su propio argumento. En este punto emerge la cualidad de dibujante, que estimula al creador justo antes de lo que, por definición, se considera arte real.
Sabemos que para integrar el staff de ilustradores, en cualquier editorial, no es imprescindible una formación académica en dibujo; más bien, se necesita una sintonía firme con la línea editorial, una manera personal y distintiva de abordar el dibujo, y una madurez estética acorde con los perfiles de cada publicación. Esto nos lleva de regreso a Yuque como creador y artista en la industria de las Artes Visuales.
Desde 1991, en La Habana, Cuba, este creador ha transitado desde la publicidad y la gráfica hasta el ámbito editorial, laborando en un entorno visual insular que le ha permitido forjar una sólida obra, respaldada por más de veinte exposiciones individuales tanto dentro como fuera de su isla natal. Su trabajo, que abarca el periodo 2004-2024, sostiene la tesis de lo comunicacional dentro de la planimetría y la visualidad en las artes.
Hoy, observamos a un comunicador firme en su oficio, que alguna vez se destacó en departamentos con especificaciones particulares y que ahora se manifiesta de manera independiente en un ámbito al que llega con todas sus herramientas. Yuque no produce obras ancladas en postulados rígidos ni se limita a un estilo visual específico. Es un narrador de escenas, plasma en lienzos y papeles eventos oníricos que dialogan y se entrelazan en su propia existencia, justificándose en la realidad contemporánea.
Según sus propias palabras: «La polisemia envuelve el discurso en una obra de arte, pero prefiero, en lo que me toca, incluir una voz explícita en mi puesta en escena; no suelo dejar nada al azar de la especulación o del rumor que viene con la interpretación; mis imágenes se mueven acompañadas por una palabra que no se oye ni se lee… pero está. En este complejo juego, me presento ante el desguace de voces con peso, sin sentir el más mínimo temor ante el hecho. La imagen avanza, con la ayuda de la palabra». •
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