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Museos

Viaje al corazón del retorno al orden

Redescubriendo a Rosario de Velasco

Del 18 de junio al 15 de septiembre de 2024

Por: Pierre Rivero

ARTÍCULO. (Versión digital)

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y el Museo de Bellas Artes de Valencia unen sus fuerzas para presentar una exposición esencial en la recuperación de la memoria artística. Recordaremos con esta exposición a Rosario de Velasco (Madrid, 1904 – Barcelona, 1991), pintora figurativa cuya obra representa un exquisito ejemplo del retorno al orden en España, movimiento que resonó paralelamente con la Nueva Objetividad alemana y el novecento italiano.

La muestra comisariada por Toya Viudes de Velasco, sobrina nieta de la artista y Don Miguel Lusarreta, expone una selección de obras claves creadas entre los años 20 y 40, periodo de mayor esplendor creativo de la artista. Entre las piezas destacan Adán y Eva, conservada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y La matanza de los inocentes, del Museo de Bellas Artes de Valencia. La exposición también incluye algunas obras menos conocidas, recuperadas recientemente en colecciones privadas y familiares, muchas de las cuales estaban en paradero desconocido y una sección dedicada a la ilustración.

Técnica

Detrás de cada pincelada de Rosario de Velasco encontramos una historia de pasión, talento y lucha. Esta exposición nos invita a descubrir su universo creativo y a reivindicar a la artista como una de las más destacadas del arte español, durante décadas relegada en un relativo olvido.

La técnica de Rosario de Velasco se distingue por una meticulosidad que nos envuelve desde el primer vistazo. Con una paleta cromática rica y vibrante, crea atmósferas llenas de simbolismo, demostrando un dominio impresionante del color. Además, su manejo de la perspectiva y la composición demuestra una profunda influencia de los grandes maestros del Renacimiento, aportando un toque personal y vanguardista como se aprecia en el tratamiento de las formas y la utilización de elementos cubistas. Esta combinación única de tradición y modernidad, Velasco la encuentra en grandes maestros como Giotto, Masaccio y Velázquez, así como sus contemporáneos Chirico y Picasso, escenificando un perfecto equilibrio entre serenidad clásica y audacia contemporánea. Este enfoque es evidente en obras como Maragatos y Carnaval, donde la influencia del cubismo y la Nueva Objetividad se entrelaza con la perspectiva clásica y la atención al detalle.

Un mundo de hombres

Rosario de Velasco comenzó su formación artística a los 15 años bajo la tutela del pintor Fernando Álvarez de Sotomayor, uno de los máximos exponentes del costumbrismo en España. A pesar de su origen en un entorno tradicional, Velasco fue consciente de la necesidad de superar las limitaciones impuestas por la tradición y se adentró en las nuevas corrientes artísticas y vanguardistas. Su interés por competir en un mundo dominado por hombres la llevó a formar parte de la Sociedad de Artistas Ibéricos, y a relacionarse con destacadas figuras de la intelectualidad y el arte de la época, como Maruja Mallo, Rosa Chacel y María Teresa León.

Su participación en importantes exposiciones nacionales e internacionales consolidó su reputación. En 1935, su obra Gitanos fue seleccionada para el Carnegie International de Pittsburgh, donde compartió espacio con gigantes como Picasso y Dalí. Este reconocimiento internacional no solo destacó su talento, sino que también subrayó su capacidad para trascender las fronteras culturales y artísticas.

Guerra Civil y posguerra

El estallido de la guerra civil española en 1936 supuso un punto de inflexión en la vida de Velasco. Su afiliación a la Falange y su entorno familiar la obligaron a abandonar Madrid, y tras un periplo por Valencia y Barcelona, fue encarcelada en la cárcel Modelo de Barcelona. Su futuro esposo, el médico Javier Farrerons, logró su liberación, y juntos se establecieron en Cataluña tras la guerra.

A pesar de su cercanía al régimen franquista, Velasco mantuvo una cierta independencia en su obra, alejándose del oficialismo y explorando temas más personales y universales. Continuó exponiendo en diversas ciudades, tanto en España como en el extranjero, aunque con menor frecuencia que en la década de 1930. En 1968, fue galardonada con el Premio San Jorge, y en 1971, la galería Biosca de Madrid le dedicó una exposición individual.

Un legado en continuo redescubrimiento

Esta muestra no solo busca poner en valor la obra de Rosario de Velasco, sino también redescubrir su importancia. La recuperación de obras perdidas y la revalorización de su papel como ilustradora, con trabajos destacados como las ilustraciones para Cuentos para soñar (1928) de María Teresa León, enriquecen el legado de una artista que supo conjugar con maestría lo tradicional y lo moderno.

Un dato de interés que no siempre se menciona es que Rosario de Velasco fue también una entusiasta del deporte, especialmente del tenis y el montañismo. Su amistad con la campeona de tenis Lilí Álvarez no solo la llevó a practicar este deporte, sino que también retrató a la deportista en la década de 1930. Esta faceta deportiva y su afán por la aventura son reflejo de una mujer que desafió las convenciones de su tiempo, tanto en su vida personal como en su obra artística.

En definitiva, esta exposición se presenta como una oportunidad única para redescubrir y reivindicar a Rosario de Velasco, una artista que, pese a las vicisitudes de su tiempo, dejó una huella indeleble en la historia del arte español del siglo XX.

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