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365 reflejos de un caleidoscopio personal

Por: Yenny Hernández Valdés

«Una foto significa que sé dónde estaba cada minuto.
Por eso hago fotos. Es un diario visual».
Andy Warhol

Artículo. (Versión digital)

Bitácora del alma y del pensamiento: así defino Kaleidoscope, proyecto fotográfico de William Riera que compila una imagen diaria tomada a lo largo del año 2023. Bitácora visual que traduce estados de ánimo, sentimientos, reflexiones, su día a día a través de un lente que le ha ayudado a captar su existencia, sus inquietudes, sus luces y sombras,  sus colores y sus demonios, mixturados en 365 instantes en los que nos acerca a un William perdido, encontrado, capturado(1); un individuo que busca constantemente aprender del ayer, vivir para hoy, esperar para mañana (Albert Einstein). 

Kaleidoscope surgió como idea a finales de 2022 cuando Riera asistió a la presentación del libro A Book of Days, de la artista Patti Smith. Lo que comenzó como una propuesta informal fue cobrando fuerza y madurez con el decursar de los meses. Derivó así en un desafío diario que acarreó no solo la praxis de tomar una imagen por día, sino también un acompañamiento nuclear que desde hace unos años viene siendo constante en cada ejercicio intelectual y fotográfico suyo: la escritura en tanto traducción de su pensamiento. Y es que las imágenes que conforman su Kaleidoscope encuentran su redondeo hermenéutico en esos séquitos escriturales: notas al vuelo generadas en el calor de la hechura fotográfica; frases de artistas, escritores, personalidades diversas o suyas propias, develadas luego de un estado de introspección, impacto y, por qué no, hasta de un estado REM.  

Una foto significa que sé dónde estaba cada minuto. Por eso hago fotos. Es un diario visual (Andy Warhol). Pero William Riera se propuso ir más allá del hecho per se de «hacer fotos». Se puso la parada más alta —cualidad que lo ha llevado por un camino arduo de crecimiento personal y profesional—, e insistió en corporeizar un proyecto visual y reflexivo desde la imagen y el pensamiento, partiendo de un estado meditativo, personal, con el cual desplegar un caleidoscopio de sucesos, momentos, huellas, experiencias, dudas, nostalgias… Si entiendes algo de una sola manera, entonces realmente no lo entiendes todo. El secreto de lo que cualquier cosa significa para nosotros depende de cómo la hayamos conectado con todas las otras cosas que conocemos (Marvin Minsky). Es por ello que Kaleidoscope viene a ser una rica sinfonía compuesta de notas vividas desde lo individual de su creador, quien orquestó durante un año sus diferentes maneras de sentir y entender la muerte, la luz, el ego, el ser y el estar, el sujeto, el tiempo, la ausencia y la soledad, en fin, la vida y sus múltiples reflejos. 

Ya se lo decía Alfredo a Totò en Cinema Paradiso: la vida no es como en las películas. La vida es mucho más difícil.

Precisamente, este proyecto es el resultado de la energía confluyente de un viajero, un año, un propósito. Vivencias perpetuadas a golpe de clic y escrituras meditadas. No hay gratuidades visuales ni textuales en esta armazón caleidoscópica. Cada imagen, cada letra, responde exquisitamente a un momento espiritual y/o existencial determinado, a un suceso, a un recuerdo, a su madre, a un amigo/a, a su gato y fiel compañero Lucky.  Es entender y vivir la vida como una mezcla compleja de experiencias efímeras e interminables. Eso se advierte en Kaleidoscope. Es como ser partícipe de un lapso de tiempo múltiple que pasa ante nuestros ojos y donde identificamos al unísono sentimientos, emociones, inquietudes, esperanzas, cuestionamientos, dolor, añoranza, resiliencia… 

¿Qué es la vida? ¿Qué estamos haciendo como seres humanos? ¿Cuál es mi próximo  paso? ¿Habrá una luz al final del túnel? ¿Cómo se puede preservar este pedazo de  historia? ¿Cómo se transmiten las historias de generación en generación? ¿Dónde está  el fallo? ¿Dónde están los secretos? ¿Llegará alguna vez el verano? ¿El cielo o el infierno? ¿Has oído cantar a las estrellas? ¿Es realmente un día para celebrar o reflexionar? ¿Listo  para saltar al otro lado? 

Entonces… yo me pregunto: ¿cómo darle respuesta a tantas interrogantes? ¿Es  necesario hacerlo? ¿Es esta una sutileza que se ha propuesto William Riera con su  Kaleidoscope? ¿Acaso generar en nosotros —y sin dudas en él también— más preguntas  que respuestas? Como las vueltas de un carrusel en movimiento, todas diferentes, todas  divertidas —o no—, todas con altos y bajos, nos muestra lo singular a su paso, trazas de  un momento-lugar-tiempo-sentimiento que ha quedado plasmado a través de un ojo  agudo y maduro, un espíritu de paz y a la vez en constante inquietud reflexiva. El yo construido siempre está regresando como un rompecabezas. 

Pero Kaleidoscope además ha constituido un desarrollo dialógico entre el fotógrafo y la  fotografía. Devino en sí una suerte de motivación para reflexionar cómo la fotografía ha  movido y direcciona cada día su ejercicio creativo, siempre en busca de la superación,  de la (auto)crítica, la (auto)exigencia, del aprendizaje, de la magia que esta le hace  experimentar. 

Esta peregrinación fotográfica recoge su paso por los diferentes sitios que visitó durante  el 2023: La Florida, México, New York, España, La Habana, su casa, su mente, su vida. Y  ha sido a través del lenguaje fotográfico que ha escrito visualmente su bitácora de viaje,  una aventura diaria y privada en la que ha dejado plasmada una selección de momentos  únicos, de emociones múltiples, de ideas en ebullición… La fotografía le ha regalado a  William Riera la magia de la imaginación y la serendipia, de soñar despierto para estar  en el mundo pero ser introspectivo al mismo tiempo.

Este ha sido más que un proyecto pasional para registrar y rememorar días, lugares,  personas. Sin dudas, Kaleidoscope ha sido una reflexión íntima consigo mismo y con su  alrededor; un diálogo diáfano con la manifestación artística que lo define y lo conmueve;  la exploración necesaria para continuar. A fin de cuentas, para ver el camino a seguir, mira hacia atrás.  ■

Notas

1._ Todas las referencias en cursivas de este texto responden a notas del propio William Riera o a citas de  artistas, escritores o personalidades a las que recurrió como complemento intelectivo para sus imágenes.

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