Por: Miguel Ferrer

Unos cardan la lana…

La obra de Josep Safont
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Desde el inicio de los tiempos el ser humano ha mantenido una estrecha relación con los materiales y las técnicas textiles. Ninguna fibra nos resulta extraña porque hemos evolucionado como especie junto a ellas. Hemos aprendido a cultivarlas, esquilarlas, hilarlas, tejerlas y crear con ellas con una finalidad totalmente utilitaria: confeccionar indumentaria. Una vez exploradas y conocidas las capacidades de resguardo de los tejidos, es cuando nos planteamos el uso del textil más allá de la función y empezamos con la creación artística. El Arte Textil empezó a construir su propio lenguaje reivindicando sus propias herramientas y posibilidades, de este modo empezó indagando en otras técnicas textiles tales como el cosido, el bordado, y los bolillos fuera del telar.

Pero en la jerarquía de la Historia del Arte el textil se ha considerado un «arte menor» y se ha visto englobado en el término de artesanía. Un peldaño por arriba de la artesanía, en la cúspide de la pirámide artística, se ha colocado a la pintura, la escultura y la arquitectura. Aun así, con el paso de los años se vislumbra un resurgimiento de las artes menores como arte, dónde el saber hacer de la mano, al mismo tiempo que la capacidad de conceptualizar una idea, han elevado la artesanía a Arte.

En el siglo XX ya hay ejemplos de cómo se desdibuja el límite entre arte/artesanía. Sheila Hicks crea un mundo de esculturas textiles mientras innova en el uso de los colores y texturas, Anni Albers da vida a tejidos de bajo lizo preciosistas y con detalles minuciosos en su ejecución, Magdalena Abakanowicz irrumpe en el espacio con tapices tridimensionales. Otros artistas que nos pueden resultar más cercanos a nosotros, tanto geográficamente como temporalmente, son Aurelia Muñoz, Josep Grau-Garriga y Teresa Lanceta: artistas incluidos en L’Escola Catalana del Tapís.

Hoy en día la reivindicación del uso del textil como expresión artística sigue siendo una realidad y encontramos un buen ejemplo en el trabajo del joven Josep Safont. Estudió el grado superior en Arte Textil en la Escola Massana y allí aprendió las técnicas que le sirven de herramienta para canalizar su inquietud artística a través de los hilos. Este conocimiento del «saber hacer de la mano» unido a su capacidad de investigación sobre los materiales le permiten dar vida a obras sorprendentes. 

En 2018 Josep participó como colaborador en la primera exposición europea que mostraba la artesanía más relevante del continente organizada por la Michelangelo Foundation en Venecia: Homo Faber. El artista nos relata: «Aparte de ser una experiencia única para mí, me cambió completamente la visión que tenía sobre la artesanía y me inspiró para crear en 2019 mi proyecto de final de ciclo: Gràcies… En este conjunto textil de cinco piezas quise plasmar diferentes formas de dar las gracias usando todas las técnicas textiles que aprendí durante mi paso por la Escola Massana». Con este proyecto ganó el Premio Extraordinario de las Enseñanzas Artísticas Profesionales de la Generalitat de Catalunya.

Más recientemente, a partir de la experimentación llevada a cabo durante el seminario La Matèria Editada organizado por la Escola Massana y la Fundació Privada Espai Guinovart d’Agramunt, nació otra de sus creaciones titulada La ceba som tots. La obra está formada por pieles de cebolla cosidas a máquina entre sí con hilo de algodón y representa la falta de segundas oportunidades y el prejuicio sistemático de las etiquetas. Esta pieza y su trayectoria le han llevado a ser galardonado en el año 2020 con el Premio Nacional de Artesanía de Catalunya en la categoría de Talento Joven.

Hoy en día podemos encontrar a Josep Safont colaborando con otros artistas como Xavier Masero. Conjuntamente han dado vida a un proyecto interdisciplinar, la Suite Vulnus. El conjunto de 4 piezas es una reflexión común sobre la herida, la cura y la cicatrización como proceso inherente a la condición humana.

Josep sigue trabajando en su taller tejiendo, cosiendo, bordando y feltrando. Continúa día tras día revisitando las técnicas que ya conoce y aprendiendo de nuevas cuando tiene ocasión. Como tantos otros jóvenes de su generación, se ve obligado a perseverar en la búsqueda de cómo canalizar su inquietud de creación artística. Sigue incesablemente enhebrando la aguja y dando puntada tras puntada. •

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